sábado, 11 de enero de 2014

TESLA, EL GENIO QUE ILUMINÓ EL MUNDO


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
06/01/2014
Por Eva Martínez Cabañas



 
 

Dijo Nikola Tesla hace casi un siglo: "Un instrumento barato, no más grande que un reloj, permitirá a su portador escuchar en cualquier lado, en el mar o en tierra, música o canciones, o un discurso de un líder político, dictado en cualquier otro sitio, distante. Del mismo modo, cualquier dibujo o impresión podrá ser transferida de un lugar a otro".

Dicen que tenía una personalidad excéntrica, y que sus afirmaciones científicas y tecnológicas eran increíbles e inverosímiles. Además, sufría una rara enfermedad por lo que, cómo otros tantos que destacan entre la multitud, fue tachado de científico loco sin miramientos. 

A los veintidós años dejó de relacionarse con sus familiares, y sus amigos llegaron a pensar que se había ahogado en el río Mura. Nikola se había dudado a Maribor, Eslovenia, donde obtuvo sus primer empleo como ayudante de ingeniería. Allí sufrió una crisis nerviosa y su padre lo persuadió de que estudiara en la Universidad Carolina de Praga. Al fallecer el padre abandonó la universidad habiendo completado solamente un curso (tan campante sin carrera, como se autodefinía Rafael Alberti en un poema). Sin embargo, el joven Nikola leía mucho y memorizaba libros completos, ya que supuestamente tenía memoria fotográfica. 

Desde su infancia padeció un raro trastorno que le provocaba cegadores haces de luz ante sus ojos, y a menudo iban acompañados de alucinaciones. Estas visiones estaban asociadas a una palabra o idea que rondaba su cabeza. Tenía reminiscencias de sucesos previos de su vida, y en ocasiones estas le proporcionaban la solución a problemas que se le habían planteado. En su autobiografía relató que en algunas ocasiones había experimentado momentos detallados de inspiración. También relata cómo despertó de un sueño en el cual su madre había muerto. “Y yo supe que eso había sucedido”. Tras este suceso cayó enfermo durante varias semanas. Además era sinestésico, y al escuchar el nombre de un objeto era capaz de visualizarlo de forma muy realista. También podía “ver” un invento en su cerebro con gran precisión, por lo que no solía dibujar esquemas de sus inventos. 

A los veinticuatro años se trasladó a Budapest. Allí trabajó en la compañía de telégrafos bajo las órdenes de Tivadar Puskás, inventor del teléfono. Se convirtió en el jefe de electricistas de la compañía, y más tarde llegó a ser ingeniero para el primer sistema telefónico del país. 

Con veintiocho años llegó a Nueva York con una carta de recomendación de un antiguo empleado de la empresa. Iba dirigida a Tomas Alva Edison y decía: “Conozco a dos grandes hombres, usted es uno de ellos; el otro es este joven”. Edison lo contrató en su empresa.

Aquellos años debieron ser intensos tanto en el laboratorio como frente a los medios de comunicación. Cuentan que los curiosos de la época se agolpaban para ver la demostración pública del primer dispositivo movido por un mando a distancia. Se trataba de un barquito que hizo navegar a distancia en el Madison Square Garden para disfrute de todos. 

Tesla y Edison discrepaban continuamente, y trataban de convencer a la opinión pública de que su sistema era mejor y menos peligroso que el de su compañero. Para ello, Edison congregó a periodistas y curiosos para demostrar lo peligrosa que era la corriente alterna inventada por su rival, y lo inocua que resultaba su corriente continua. Y no se le ocurrió otra cosa que inventar la silla eléctrica junto a uno de sus empleados. Parece ser que recogían gatos y perros de las calles y les aplicaban descargas delante de la gente. Edison incluso filmó la ejecución de un elefante de un circo de Coney Island que había matado a tres hombres. 

En la Continental Edison Company Tesla creó el motor de inducción y varios dispositivos que usaban el campo magnético rotativo. En un momento dado, afirmó que podía mejorar el efecto del generador de Edison, y este respondió: “Le daré quinientos dólares si usted logra hacerlo”. Tras meses de trabajo lo consiguió. Pero Edison se negó a darle el dinero diciéndole: “Tesla, usted no entiende el sentido de humor de los norteamericanos”. Así que Tesla hizo las maletas y decidió marcharse de la compañía.

Algunos años más tarde la prensa publicó que se otorgaría el premio Nobel de 1915 a Edison y a Tesla conjuntamente. Edison se negó a compartir el Nobel de física con él. Algunas fuentes afirmaron que debido a la envidia de Edison ninguno de los dos ganó el prestigioso premio.

El inventor George Westinghouse Jr. compró más de cuatrocientas patentes a Tesla. Entre ellas se encontraba un freno de aire comprimido que se aplicó en trenes, y un sistema de tracción eléctrica de corriente alterna monofásica y alta, que se utilizó para el suministro de energía eléctrica en Estados Unidos. Así Tesla ganó la guerra de las corrientes a Edison. Su sistema eléctrico se instaló en la central hidroeléctrica de las cataratas del Niágara para suministrar electricidad a la ciudad de Búfalo. 

A los treinta años crea su propia compañía: Tesla Electric Light & Manufacturing. Curiosamente, los primeros inversionistas no acabaron de confiar en su motor de corriente alterna. Así que durante un año, Tesla tuvo que trabajar como obrero en New York para poder vivir y reunir el capital necesario para su siguiente proyecto (me lo estoy imaginando en esas fotografías en blanco y negro donde los obreros comen sus bocadillos sentados en grandes vigas suspendidas en el aire… pero me temo que no son coetáneas con nuestro genio).

Contaba treinta y cinco años cuando se convirtió en ciudadano estadounidense. Algunos de sus amigos cercanos eran muy conocidos: Robert Underwood Jonson, editor del Century Magazine, adaptó algunos poemas serbios que Tesla tradujo; el pensador indio Swami Vivekananda le enseñó filosofía védica; e incluso fue un gran amigo del escritor Mark Twain.

En aquella época Tesla y George Westinghouse presentaron la corriente alterna en la Exposición Universal de Chicago de 1893, y la utilizaron para iluminar el evento. Tesla explicó allí los principios del campo magnético rotativo y del motor de inducción. Su demostración frenaba un huevo de cobre que fue conocido como “Huevo de Colón”.

En 1891 inventó la famosísima bobina de Tesla, que es un transformador compuesto por una serie de circuitos eléctricos resonantes acoplados. Tesla experimentó con una gran variedad de bobinas y configuraciones, así que es difícil describir un modo específico de construcción. Generalmente las bobinas de Tesla crean descargas eléctricas que alcanzan varios metros, por lo que resultan espectaculares. Hoy en día no tienen un uso práctico, pero son reproducidas por físicos, cómics, películas…

Tesla desarrolló el llamado generador de Tesla en relación a la licuefacción del aire, pero justo antes de finalizar su trabajo y poder patentarlo, un incendio en el laboratorio acabó con su trabajo. Poco después otro científico consiguió la patente.

De manera similar, en 1909 se concedió el Nobel de Física a Marconi por la invención de la radio. Pero en 1943 la Corte Suprema de los Estados Unidos acreditó a Nikola Tesla como su verdadero inventor, y la patente de Marconi fue rechazada por ser considerada una copia de la de Tesla. Aún así, hoy en día la mayoría de libros de texto menciona a Marconi como inventor de este aparato.

A los cuarenta y tres años Tesla traslada su laboratorio a Colorado Springs, Estados Unidos. Allí inicia experimentos con alta tensión, realiza mediciones de campo eléctrico y desarrolla un transmisor de gran potencia. También dedicó la mitad de su tiempo en medir y probar su enorme bobina Tesla. Así mismo, realizó observaciones sobre bolas de fuego que afirmaba haber producido. 

En el laboratorio de Colorado Spring también observó señales inusuales que creyó podrían tratarse de evidencia de comunicaciones de radio extraterrestre. Observó que estas señales eran repetitivas y que tenían una naturaleza distinta a las observadas en tormentas. Tesla quería comunicarse con otros planetas, por lo que inventó el Teslascopio con este propósito. Aún se debate el origen de estas señales, pero históricamente ha sido reconocido como el precursor de la radioastronomía. Algunos de sus logros también están relacionados con teorías sobre antigravedad y teletransportación. 

Pero ahora empieza lo bueno…

Un día notó un comportamiento inusual en un cohesor rotativo (un instrumento que registra tormentas). Concluyó que se trataba de ondas estacionarias creadas por su oscilador. Hizo mediciones sobre los rayos que caían a gran distancia de su laboratorio y observó que las ondas de las descargan crecían hasta un pico y luego decrecían antes de repetir el ciclo. Tesla explicó el fenómeno afirmando que tanto la tierra como la atmósfera poseen electricidad, lo que hace que el planeta se comporte como un conductor de dimensiones ilimitadas. 

Tras su descubrimiento, nuestro inventor pretendía ofrecer electricidad inalámbrica y gratuita para todo el planeta. Para ello creó una torre de alta tensión conocida como Torre Wardenclyffe. Los inversores le negaron su dinero para estas investigaciones de manera premeditada: habían invertido mucho dinero en cables eléctricos para que un genio regalase al mundo energía limpia, gratuita, inagotable y que no les dejaría beneficios económicos. Así que el proyecto Wardenclyffe tuvo que ser abandonado por falta de recursos, y su torre fue destruida. Tesla dejó Colorado Springs casi un año después. El laboratorio fue demolido y su contenido vendido para pagar deudas. ¡Increíble pero cierto!

Nikola Tesla murió en un hotelucho de Nueva York a los ochenta y seis años de edad, sin reconocimiento ni recursos económicos. Tras su muerte, el gobierno de Estados Unidos intervino todos sus documentos e investigaciones. Años más tarde, la familia Tesla y la embajada Yugoslava lograron recuperar el material incautado. Hoy en día se encuentra expuesto en el Museo de Nikola Tesla. Por cierto (esto sí que me gusta) en 2012 más de veintidós mil lectores de The Oatmeal, una tira cómica de Internet creada por Matthew Inman, recaudaron casi un millón de dólares para crear un nuevo museo dedicado a Nikola Tesla mediante una campaña de crowdfunding (colaborar para financiar). Con ese dinero se pretende adquirir los terrenos en los que se encontraba su último laboratorio y la Torre Wardencliffe. 

Los inventos y descubrimientos más destacados de Tesla son: la corriente alterna, la transferencia inalámbrica de energía eléctrica mediante ondas electromagnéticas (es decir, electricidad gratis para toda la población mundial), un arma de energía directa llamado “rayo de la muerte” (el gobierno no le hizo caso y no se realizó ningún prototipo), el automóvil eléctrico sin baterías y accionado mediante ondas electromagnéticas longitudinales (yo quiero uno), la radio (por supuesto), la bombilla sin filamento o fluorescente, dispositivos de electroterapia o diagnóstico como los rayos X, un generador de ozono, un sistema de propulsión por medios electromagnéticos, una turbina que funciona por la fricción del fluido, su famosa bobina de alto voltaje y alta frecuencia, los principios teóricos del radar, un oscilador vibracional mecánico, el teslascopio (para hablar con extraterrestres), el control remoto, una bujía para encendido de motores de explosión, envío de electricidad con un solo cable, el radiogoniómetro (un sistema electrónico capaz de determinar la dirección de procedencia de una señal de radio) o la teleodinámica.

Además de esta larga lista, Nikola Tesla nos legó la promesa de un mundo mejor. Estas fueron sus palabras: “A lo largo del universo hay energía. ¿Es esta estática o cinética? En el primer caso nuestras esperanzas son vanas, en el segundo –y esto lo sabemos con certeza- no es más que cuestión de tiempo que los hombres tengan éxito en sincronizar su maquinaria con los engranajes mismos de la naturaleza”. 

Gracias por todo, amigo.


Fuentes: Wikipedia, Biografías y Vidas, Microsiervos y Buscabiografías.
 


OBSOLESCENCIA PROGRAMADA


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
30/12/2013
Por Eva Martínez Cabañas



 

Generalmente cuando hablamos de consumo, también solemos acabar hablando de bombillas, ya que son símbolo de nuestra moderna era, de fragilidad, y de obsolescencia programada.

En el parque de bomberos Livermore-Pleasanton, ubicado en la ciudad de Pleasanton, California, existe una bombilla de 4 vatios de potencia que se fabricó en el municipio de Shelby en 1895, y que lleva nada menos que ciento doce años sin apagarse, desde 1901. Se la conoce como La Bombilla Centenaria, y se calcula que lleva unas 800.000 horas funcionando. La bombilla se puede ver a través de la webcam de la página www.centennialburb.org. Desgraciadamente nuestras modernas bombillas duran poco. Y conocemos la causa.

El opaco término de obsolescencia programada forma parte de nuestras vidas de una manera generalizada, y hace referencia al diseño premeditado de un producto con el fin de que su vida útil sea corta y se estropee pronto. Así necesitaremos otro, volveremos a la tienda para reemplazarlo y el fabricante ingresará más dinero en sus insaciables bolsillos sin fondo. Estamos hablando de lucro económico del tamaño de un agujero negro y del mecanismo velado que pone en funcionamiento nuestra sociedad: ¡Compren, señoras y señores, compren! 

La obsolescencia programada o planificada también hace referencia al deseo del consumidor de poseer algo un poco mejor y más nuevo antes de lo realmente necesario. Para ello nos ofrecen versiones mejoradas de los productos, y publicidad abundante con el objetivo de provocar el deseo del comprador y crearle nuevas necesidades.

Lo curioso es que si buscamos en el diccionario la palabra Consumir encontramos: “Del latín consumere. Destruir, extinguir. Utilizar comestibles u otros bienes para satisfacer necesidades o deseos”. Entonces, si en principio la palabra tenía connotaciones de uso hasta llegar a su extinción, o de ingesta de alimentos, ¿cómo a llegado a ser sinónimo de gasto frívolo? La respuesta es sencilla: se nos adoctrina para que pensemos que comprar mucho es lo adecuado en nuestra “sociedad de consumo”. Sin embargo, esto no es nada beneficioso para el ser humano ni para el medio ambiente.

Antes de la década de los años veinte del siglo pasado, muchas empresas norteamericanas presumían de que sus productos eran los mejores del mercado. Su objetivo era que durasen lo máximo posible y estaban orgullosos de ellos. 

Los orígenes de la obsolescencia en los productos se sitúan históricamente durante la Gran Depresión de finales de los años veinte y principios de los treinta, a raíz de un folleto del comerciante Bernard London donde se culpabiliza de la crisis económica a los consumidores, quienes desobedecen “la ley de caducidad”, usando sus coches viejos, radios viejas y ropa vieja mucho más de lo que los estadistas habían esperado. London desarrolló este concepto en su libro The New Prosperity. En el primer capítulo propone que todos los productos tengan una vida limitada y con fecha de caducidad, después de la cual se consideren legalmente muertos y deban ser entregados para su destrucción. Y dice este señor: “Hay tanta riqueza en existencia, como en tiempo, pero la gente no la visualiza. La riqueza, como el bien, deben ser digeridos por los seres humanos para ser capaces de vivir, la función y la creación en otras palabras, para producir más riqueza. Si queremos adquirir nuevas riquezas, las líneas de provisión deben ser drenadas a fin de que los productos nuevos puedan entrar. Si hay bienes que sobren en las líneas, la nueva oferta debe forzar la salida”.

El plan de London pasó inadvertido y la obsolescencia obligatoria nunca se puso en marcha, pero en los años cincuenta, se vuelve a recurrir a ella, y esta vez, aunque no obliga, seduce (que es sin duda más eficaz). Y es entonces cuando empiezan a tomar importancia factores como el diseño, la publicidad, el ajuste de costes del fabricante y la compra a crédito. Estos elementos cambiaron el concepto que se tenía de producto, ventas y beneficios económicos.

El diseñador de muebles y electrodomésticos Brook Stevens también defendió la obsolescencia programada y acusó a los comunistas de no contemplarla en su economía, la cual era “deficiente, falta de recursos y por lo tanto sin sentido”. Prueba de ello era que en Alemania las neveras y lavadoras debía funcionar durante veinticinco años. Aquello resultaba inaceptable.

En nuestros días, los aparatos electrónicos de uso habitual fallan a los pocos años, y en el servicio técnico nos dicen que resulta más rentable comprar uno nuevo que repararlos; ya que las piezas nuevas, el montaje y la mano de obra suelen ser costosos. Esto ocurre con componentes informáticos como impresoras, unidades de disco óptico, tarjetas, monitores, o microprocesadores. Sin embargo no ocurre con monitores, equipos de audio, reproductores de DVD, televisores y otros equipos que funcionan con sistema analógicos, ya que son reparables, aunque, si no recuerdo mal, cambiamos obligatoriamente de sistema analógico a digital hace unos años.

También existe obsolescencia en otro tipo de productos: Los bienes de consumo que dejan de estar de moda. Sus formas, colores, o materiales de fabricación denotan la temporada en que fueron adquiridos, y hay que remplazarlos para no parecer un “friki”. De la misma manera, parece que los laboratorios farmacéuticos también la introducen en sus medicamentos, reduciendo la fecha de caducidad de los fármacos con el fin de obtener mayores ganancias. 

El sistema de producción actual genera un fondo de desechos y residuos descomunal, con una falta de gestión adecuada en su reciclaje que crea un aumento de falta de espacio donde poner la basura. Los países del tercer mundo están siendo utilizados como vertederos de productos inservibles, provocando desertización de paisajes y enfermedades graves debido a los componentes tóxicos de estos desechos. Gran cantidad de esta basura no es biodegradable y además suele ser contaminante, y me estoy refiriendo al plástico, polipropileno o baterías de plomo.

Pero afortunadamente algo se mueve en el útero de la economía...

Serge Latouche, célebre economista francés, y profesor emérito de economía de la Universidad de París-Sud XI, es partidario del decrecimiento como alternativa a los planteamientos erróneos de la teoría económica actual.

Latouche afirma que los ciclones son cada vez más frecuentes y graves a consecuencia del desajuste climático del planeta; y añade que el crecimiento es un concepto imposible de traducir a la mayoría de lenguas no europeas, ya que las sociedades humanas no imaginan meterse en una trayectoria en la que mañana sea más que hoy, y que más sea mejor. Lo más lógico es realizar el bien común o obtener satisfacción. Nuestra economía actual no contempla estos valores, y solo tiene como objetivo la obtención de beneficios económicos.

El economista francés también denuncia que si las personas se resisten a la persuasión de la publicidad y se niegan a cambiar los objetos que tienen, se volverán consumidores forzados, porque los objetos que se fabrican hoy en día duran poco y su reparación resulta más cara que adquirir uno nuevo. En cuanto al crédito, resalta que como opción de endeudamiento es una situación insostenible pero de la que no se dice nada. Y añade: “El decrecimiento es un eslogan hecho para romper de algún modo las voces dominantes de la ideología del crecimiento. Todos los problemas que conocemos, ecológicos, sociales, culturales, etc. son engendrados por el crecimiento. El decrecimiento es una manera diferente de pensar el mundo y escaparse de la economía”.

Una sociedad de decrecimiento implicaría un cambio de valores y mentalidad, una revalorización de los aspectos no cuantitativos, no mercantiles de la vida humana, y reestructurar el aparato productivo en función de otras formas de producción más ecológicas.

Algunas empresas, aunque pocas, parece que empiezan a tener consciencia de esto. Como ejemplo de ello, Philips Electronics ha ideado una luz LED de 6 vatios llamada Pharox 300 que dura más de veinticinco años, como una opción para disminuir las emisiones de dióxido de carbono y como alternativa al mundo empresarial en contra de la obsolescencia programada.

Y en la red social Facebook, se ha creado la página Movimiento SOP (Sin Obsolescencia Programada), que cuenta con más de doce mil seguidores y cuyo objetivo es cambiar el plantea por uno más sostenible, eficiente y ecológico.

Para saber más sobre el tema, os recomiendo los documentales “Comprar, tirar, comprar”, o “La historia de las cosas, la obsolescencia programada”, ambos producidos por TVE. Podéis encontrarlos fácilmente en Youtube.


Fuentes: Revista Historia y Vida, copyordiscard.wordpress.com, Wikipedia, United Explanations.org y Movimiento SOP.org

 
 


EXCLUSIVAS PARTITURAS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
23/12/2013
Por Eva Martínez Cabañas





Sepan vuestras mercedes, que el día de hoy, esta castellana de Villa Real se complace en compartirles esta historia de partituras y órganos para regocijo de sus ojos y conocimiento de todos. Que ya lo dijo el escritor del Siglo de Oro Baltasar Gracián: “Añade el hombre conocimientos a conocimientos. Nunca el saber es bastante. Si tanto es uno más hombre cuanto más sabe, el más noble empleo será el aprender”. Así que aprendamos, pues. Los protagonistas de hoy son un espía desterrado, un duque inglés y un órgano de iglesia. Pláceme comenzar por el instrumento sin parangón, así que adelante.

En el siglo XVIII se firma un documento notarial que manifiesta: “Sépasse por esta pública escritura y obligación, como yo, Gaspar de la Redonda Zeballos, Maestro organista, vecino de la villa del Campillo de alto Buey del obispado de Cuenca, y estante en esta de la Torre de Juan Abad, que me obligo a labrar, construir, conducir y sentar para la Yglesia Parroquial de ella un órgano que ha de constar y contener los registros siguientes...”

Cuando se construía un órgano, era práctica habitual revestir los tubos de madera con papeles y cola para darles estanqueidad, evitando así posibles fugas de aire, y así se hizo también con el órgano del ciudadrealeño municipio de Torre de Juan Abad.

Los papeles que se usaron para ello fueron unas cartas del hijo del maestro organista en las que el muchacho le muestra a su padre sus progresos en escritura. Así mismo se utilizaron algunas partituras de música que supuestamente carecían de valor.

Lo sorprendente es que el maestro organista Gaspar de la Redonda en realidad colocó en los tubos del órgano unas hojas de 1626 pertenecientes a la Facultad Orgánica de Alcalá de Henares. Se trataba de una primera edición de Francisco Correa de Arauco, donde en cifra, en música y con indicaciones del insigne maestro sevillano, se van explicando sus magistrales tientos y su manera de tocarlos.

También se utilizan unas partituras inglesas donde puede leerse el nombre de un famoso músico inglés: Jenkins. Son dos carreras anónimas para violines de principios del siglo XVII, escritas posiblemente de la mano del gran compositor inglés.

En España, las partituras de música se realizan sobre pentagramas, formados por cinco líneas y cuatro interlíneas donde se escriben las notas y todos los demás signos musicales. Las partituras inglesas encontradas en el órgano estaban escritas en sextagramas, es decir, tenían seis líneas.

Se sabe de estos manuscritos, hoy lamentablemente perdidos, gracias a una publicación del siglo XVII del librero londinense John Playford. Y como no existe ninguna música de esta naturaleza en toda España, su interés histórico aumenta considerablemente. También sabemos de estas partituras gracias al musicólogo Alejandro Massó, quien supo de su existencia al investigar la historia del órgano para llevar a cabo una grabación apoyada por la UNESCO.

Pero ¿cómo llegaron a la localidad manchega de Torre de Juan Abad?

Esto es un caso digno de Holmes, Colombo, Clouseau, Poirot, Mortadelo y Filemón, Gadget, Tintín o la señorita Marple. Una pista: en el primer libro de las Aventuras del Capitán Alatriste, escrito por Arturo Pérez-Reverte, se cuenta cómo el duque de Buckingham realizó una visita a la madrileña corte de Felipe IV.

George Villiers, primer duque de Buckingham, fue un político y noble inglés que nació en Leicestershire en 1592 y falleció a los treinta y seis años a manos de un oficial de su propio ejército. Fue el protegido del rey Jacobo I de Inglaterra y de su hijo Carlos I.

Cuando su madre enviudó, Villiers fue enviado a Francia para que se educase para la vida en la corte. Allí aprendió modales, danza y francés, y destacó sobre todo por su gallardía y belleza. El rey Jacobo I se enamoró de él, y ambos mantuvieron una larga relación tal y como atestigua la correspondencia entre ambos. Con el favor del rey, Villiers fue nombrado caballero de cámara, luego barón, vizconde, conde, marqués y por dos veces duque de Buckingham. También llegó a ser primer ministro y la persona más importante de la corte, aparte de la familia real.

Según cuentan los historiadores, su irresistible atractivo físico le llevó a tener una actitud arrogante e impulsiva, y aunque se le proporcionaron importantes responsabilidades políticas, no estaba preparado para afrontarlas.

El guapo duque se casó con la hija de un noble de acuerdo a los deseos del rey. Como el padre de la joven no quería acceder al enlace, se las arreglaron para que la muchacha pernoctara una noche bajo el mismo techo que el favorito del rey. A pesar de lo evidente de la trampa, la madre de la joven decidió que lo más prudente era casarla. De este matrimonio nacieron un retrato del pintor flamenco Van Dyck, donde ambos aparecen caracterizados como Venus y Adonis, y cuatro hijos.

Y ahora viene lo que nos realmente nos atañe... Corría el año 1623 cuando el agraciado duque acompañó al príncipe Carlos de Gales a España para negociar el matrimonio de este con la Infanta María Ana (hija de Felipe III). Aunque las negociaciones venían de largo, se piensa que el duque fue el causante del fracaso de las mismas debido a su poco tacto y mal hacer. Se cuenta que el príncipe Carlos quedó prendado por la infanta, pero que no tuvo en cuenta lo recatada que era la corte madrileña y se extralimitó al trepar por una tapia para verla. La infanta huyó despavorida. Tan grave fue el asunto que el embajador español pidió al parlamento la ejecución del duque, pero Buckingham se libró y declaró la guerra a España a su regreso a Inglaterra.

El duque también se las tuvo que ver con Luis XIII y el cardenal Richelieu por cortejar a la reina Ana de Austria en una misión diplomática. Así mismo perdió más de cuatro mil hombres en sus asaltos a La Rochelle y la isla de Re para auxiliar a los protestantes rebeldes; organizó un ataque en Cádiz con la intención de arrebatarle a España su flota y fracasó estrepitosamente; escandalizó al parlamento inglés al intentar enfrentar a los protestantes ingleses con los protestantes franceses, y declaró la guerra a Francia. Y como todos sus pasos estaban conducidos a aumentar sus riquezas y las de sus familiares, su popularidad fue cayendo en picado.
El escritor francés Alejandro Dumas (el padre) describe al duque de Buckingham muy positivamente en su libro Los tres mosqueteros. En cambio, el escritor inglés Charles Dickens no es tan amable, llegando a decir de él que “por tan mezquinas causas y tan mezquinas criaturas se hacen a veces las guerras”; y que “estaba destinado a no hacer mucho más mal en este mundo”.

Pero insisto, ¿cómo llegaron las partituras a Torre de Juan Abad? Fue gracias al tercer elemento de esta pequeña historia: el espía desterrado.

Sabemos que Francisco de Quevedo poseía una casa en esta localidad. El ingenioso poeta y escritor, que llegó a ser secretario del rey Felipe IV, fue acusado de ser un espía a las órdenes del duque de Osuna, de haber participado en una conjura diplomática en Venecia, así como de otras intrigas políticas. Su trabajo en la corte le proporcionó un sin fin de sinsabores, persecuciones, y dos encarcelamientos en su casa de Torre de Juan Abad; además de una tercera reclusión en una minúscula celda del gélido convento de San Marcos, en León, que dejó su salud muy quebrada y lo llevó a retirarse de nuevo a su casa manchega.

La propiedad la había heredado de su madre, pero tuvo que pleitear interminablemente por ella con el concejo de la villa. La disputa se resolvió a favor del escritor después de su muerte, pasando la hacienda a ser propiedad de su sobrino y heredero. Aún así, Quevedo siempre se refirió a Torre de Juan Abad como “mi aldea”, tal y como sabemos por sus cartas. Y nos cuenta en verso cómo en aquella casa se dedico a leer a los clásicos: “Retirado en la paz de estos desiertos,/con pocos, pero doctos libros juntos,/vivo en conversación con los difuntos/y escucho con mis ojos a los muertos”.

La casa también albergó en una ocasión al mismísimo rey Felipe IV. En esta ocasión, Quevedo salió de Madrid el 8 de febrero de 1624 con la comitiva real en un viaje del rey a Andalucía. Quevedo alojó a Felipe IV en su casa de Torre de Juan Abad, ya que la población está ubicada en el Campo de Montiel, a medio camino entre Madrid y Andalucía. La comitiva real regresó a la capital a finales de abril o comienzos de mayo.

Pero volvamos al tema de las partituras. Cuando en 1623 el duque de Buckingham llega inesperadamente a Madrid junto al joven príncipe Carlos (con intención de acordar el matrimonio del príncipe con la hermana mayor de Felipe IV), lo hace acompañado de su corte, compuesta por consejeros, eruditos, artistas, cantores, bailarines, y músicos. La larga estancia del príncipe y su séquito influyeron en las aficiones del joven Felipe IV, ya que abundaron las fiestas amenizadas por la magnífica orquesta del príncipe Carlos, según cuentan algunos testigos presenciales en estos conciertos celebrados en el Real Alcázar de Madrid y El Pardo. Quevedo participó de aquellas musicales reuniones, y en algún momento alguna partitura inglesa (escrita en sextagrama para bass viol) llegó a sus manos y la trasladó a Torre de Juan Abad.

Quevedo dejó escrito este pensamiento: “El Órgano, una junta de afligidos tocada de la mano poderosa y de sus agravios. Los dos fuelles: el uno el que abaja, el del dolor; el otro, el que sube, el de la confianza en Dios. Una corneta subida, las alabanzas del alma al que la crió. Corneta muda, los gemidos que no se atreven de miedo a descubrirse. De estos instrumentos, muchos en este siglo”

El escritor y poeta frecuentó la iglesia de La Torre y asistió a misa ocupando un lugar privilegiado por su título de Señor de Torre de Juan Abad. Y es casi seguro que, a pesar de su cojera, subiera al coro alto por los difíciles peldaños de la escalera de caracol que da acceso al instrumento y a la torre campanario.

El restaurador Alan Falle confesó asombrado que el sonido del órgano era el mejor y más dulce que había encontrado en todo sus años de restaurador. Así que se analizaron las aleaciones y medidas de sus tubos buscando una explicación. “Cuiden de su órgano y denlo a conocer. Ese sonido no debe permanecer callado”. Así lo viene haciendo la iglesia a través de sus Ciclos Internacionales de Conciertos en el Órgano Histórico. También se organizan en esta población los Congresos Internacionales sobre Quevedo, con carácter bienal y a través de la Fundación Francisco de Quevedo.


Fuentes: José Barahona, web de la iglesia de Torre de Juan Abad, Wikipedia, MCN Biografías.com y Don Pedro Girón, duque de Osuna, del autor Luis M. Linde.

 

GRILLOS Y ÁNGELES


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
16/12/2013
Por Eva Martínez Cabañas






Hoy voy a ser breve, pero intensa...

Los grillos, a los que los científicos llaman cariñosamente Gryllidae, son unos insectos ortópteros, que por lo visto significa que son del orden heminetábolo y que tienen aparato bucal masticador. Y como estas son las gracias del diccionario, vamos a ver qué significa hemimetábolo: Dícese del insecto que presenta una metamorfosis sencilla, y nos hace referencia al heterometabolismo. Vamos a ver... el heterometabolismo o heterometabolía, también llamado metamorfosis incompleta, es un término utilizado para describir el modo en que se desarrollan ciertos insectos y que incluye tres etapas: el huevo, la ninfa y la etapa adulta o imago. Este tipo de metamorfosis comporta cambios graduales y falta la etapa de pupa. Bueno, pues vamos a ver en qué consiste la etapa... La pupa es el estado por el que pasan algunos insectos en el curso de la metamorfosis y que los lleva del estado de larva al de imago o adulto. A diferencia de los otros dos, el de pupa es un estadio sésil ¡será posible!. Más diccionario... Sésil se aplica en zoología para referirse a un organismo acuático que crece adherido, agarrado o arraigado en su sustrato, del que no se separa y sobre el que no se desplaza, pero de los grillos no dice nada.

Así que me parece que voy a empezar de nuevo.

Los grillos son unos bichos negros que cantan de noche. Algunas especies se encuentran en los patios y jardines de las casas y son llamados grillos domésticos. Pepito Grillo es uno de los ejemplares más famosos de su género. 

Ahora sí vamos bien.

Están emparentados con las langostas, también llamadas saltamontes, y sus patas están adaptadas al salto. Sin embargo, saltan menos que sus primos. Corren mucho, excavan galerías, y la entrada a su madriguera la mantienen limpia y espaciosa porque la utilizan como zona de “canto” para atraer a las hembras, y solo cantan los machos.

Pero en realidad no cantan, porque el sonido que emiten lo producen levantando ligeramente sus alas y frotando una contra la otra. A las hembras les encantan sus conciertos. También a muchas personas.

Los grillos comen hojas, tallos y otros insectos, y las hembras se diferencian de los machos porque son de color más oscuro, tienen alas más lisas y un apéndice en el abdomen para poner los huevos bajo tierra. También hay que decir que son muy territoriales y agresivos con otros miembros de su especie.

En algunas culturas su canto representa silencio absoluto, y como curiosidad hay que añadir que la longitud de onda de su canto es similar a la distancia que hay entre los dos oídos humanos, razón por la cual nos resulta difícil establecer la localización de un grillo por su sonido. ¡Guau! Además, los sonidos que emiten los grillos sirven como indicador de la temperatura si aplicamos esta fórmula matemática: Temperatura del aire en ºC = (número de cantos por minuto/5)-9. ¡Guau2!

Pues bien, en este final de 2013, y mientras la NASA trata de averiguar si el cometa Ison ha salido con vida de su kamikaze viaje hacia el Sol, el compositor y cantante norteamericano Jim Wilson, nos ha sorprendido con una curiosa noticia.

Wilson, a quien se le había ocurrido grabar los grillos nocturnos del patio trasero de su casa, se encontraba trabajando en su estudio cuando probó a bajar y bajar las revoluciones de la pista grabada para comprobar cómo sonaba. Y escuchó algo que le dejó con la boca abierta: parecía un coro de voces angelicales. 

Ante la prueba, Wilson afirma que estos insectos tienen la capacidad de emitir sonidos casi perfectos, y muy parecidos a un estribillo angelical que puedan producir voces humanas.

La grabación de Jim Wilson contiene dos pistas reproducidas al mismo tiempo. La primera es el sonido de los grillos a una velocidad normal, y la segunda es la versión ralentizada. ¡No dejéis de escucharlo que os va a encantar!

Nos dice Wilson: “Descubrí que cuando reducía la velocidad de la grabación a diferentes niveles, comenzaba a transformarse en algo sumamente místico y complejo... casi humano”.

Y nos cuenta el músico, cantante y compositor estadounidense Tom Waits: “Wilson siempre juega con el tiempo. Escuché una grabación reciente de grillos en la que baja la velocidad a una muy lenta. Suena como un coro, suena como el ángel de la música. Algo brillante, celestial, con plena armonía y algunas partes de bajo. No lo creerías, es como un coro bajado del cielo, y solo lo ralentizó, no manipuló la cinta. Así que creo que cuando Wilson le baja la velocidad a la gente, te da la oportunidad de observarlos en movimiento a través del espacio. Y hay mucho que decir sobre ralentizar el mundo”.

En otra entrevista Tom Waits asegura: “Es una hermosa y misteriosa grabación del sello de Robbie Robertson. Es de los grillos. Así es, los grillos. La primera vez que la escuché juré que estaba escuchando el coro de los Niños Cantores de Viena, o el coro del Tabernáculo Mormón. Cuenta con una armonía de cuatro partes. Es un coro que te está meciendo. Entonces una voz llega a través de la cinta y dice: “Lo que está escuchando es el sonido de los grillos. Lo único que se ha manipulado es que ralentizaron la cinta”. El sonido es tan inquietante... Cuando se lo di a escuchar a Charlie Musselwhite (músico norteamericano), me miró como si yo hubiera sacado un duende de mi bolsillo”.

Y el compositor y músico canadiense Robbie Robertson dice al respecto: “Esto es lo que es. Es un río. Es un canto. Es la historia, la sanación. Es lo que sucedió hace mucho tiempo. Es un cordón dentro del cinturón de la historia. Es lo que se ha olvidado. Es el olor de la hierba dulce y el cedro. Oraciones enviadas al Padre Cielo. Es un camino, una tradición. La forma en la que siempre se ha hecho. Es una cálida sensación. Es el sonido de nuestras voces. Escucha, estoy bailando debajo de ti”.

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Fuentes: Luzarcoiris.wordpress.com, Wikipedia y 24 horas.cl.