lunes, 28 de diciembre de 2015

ENAMORADA DEL ARTE


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
21/12/2015
Por Eva Martínez Cabañas






Hay ocasiones en que algún rincón secreto de no sé qué habitación del alma se vincula silenciosamente a una obra artística. Entonces te magnetizas, escuchas su mensaje implícito, entiendes el porqué, y hasta deseas conocer a la persona que imaginó aquello que te está conmoviendo. Es automático e ineludible, y basta una estatua, un cuadro, un graffiti, una frase…

Siempre que nieva tengo cinco años, dijo Neorrabioso y me enamoré. Me adentré en el acero y el vacío de La memoria del tiempo de Richard Serra y me enamoré. Contemplé la obra de Bansky y de nuevo me enamoré. Y lo mismo sucedió con La consagración de Jacques-Louis David, la serenidad de La Gioconda, la poesía de Wislawa Szymborska, la familia Buendía, o con los dibujos de mis sobrinos.

Dicho así pienso que no soy muy fiel, y entonces recuerdo el poema de Cristina Peri Rossi:

“A los veinte años, en Montevideo,
escuchaba a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en la pantalla blanca y negra de la Rai
junto a la mujer que amaba
y me emocionaba

A los cuarenta años escuchaba a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en el reproductor de cassettes
junto a la mujer que amaba,
en Estocolmo,
y me emocionaba

A los sesenta años, escucho a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en Youtube, junto a la mujer a la que amo,
ciudad de Barcelona
y me emociono

Luego dicen que no soy una persona fiel”.

Mi último gran amor artístico ha sido Juan Muñoz. Sucedió paseando por Oporto.

En el Jardim de Cordoaria me topé con una llamativa composición de bronce de esas que denominan “a pie de calle”. Se trataba de una grada donde varios hombres de rasgos asiáticos se desternillaban de risa a tamaño natural y a mandíbula batiente. Aquellos chinos me hicieron reír a mí también. Había otras composiciones iguales, creo recordar que eran cuatro, y la placa de la obra decía que se titulaba Trece riéndose unos de otros. No sabía quién era el autor, pero al poco tiempo un documental en La 2 de Televisión Española me regaló su biografía.

Juan Muñoz fue un arquitecto madrileño que nació el día de mi cumpleaños pero del año 53, y está considerado uno de los escultores y artistas de instalaciones más importantes. Lamentablemente su corazón se paró en Ibiza en 2001 mientras descansaba junto a su familia.

Realizó exposiciones en las ciudades más importantes del mundo con obras como Doble Vínculo, en el Museo Nacional Británico de Arte Moderno de Londres. Esta alegoría arquitectónica no deja indiferente a nadie, y es una obra de teatro estática que nos cuenta historias sin palabras y de alma a alma.

Se trata de una estructura que incluye una secuencia de escenas escultóricas que nos inquietan. El suelo cuenta con ilusiones ópticas y trampantojos que solo son descubiertas desde arriba, así como ascensores que suben haciendo descender el techo. Me pregunto lo que se les podría haber ocurrido a Muñoz y a Escher trabajando juntos… Lástima, el tiempo y el espacio los separó de esta simbiosis imaginaria.

Juan Muñoz es todo un ilusionista, un jefe de pista que grita “Pasen y vean”. Con su obra reflexionamos, nos sorprendemos, nos reflejamos en el espejo, y somos el observador silencioso que contempla el extraño comportamiento humano, el espacio que ocupa, su forma de comunicarse, o la relación que establece con su comunidad.

Dibuja la realidad humana en 3D, en espacios arquitectónicos sacados de un sueño, y siempre con cierta tensión porque las emociones impregnan las figuras como rociadas con spray. Nos habla de soledad en medio de la multitud, de dolor, de risas, de desigualdades… Sus representaciones son tremendamente reales, y adoptan cambios de tamaños junto a los muebles, escaleras, pasamanos y balcones.

Sus personajes son enanos, orientales, muñecos de ventrílocuos, niños, bailarinas… hasta que descubres que tú mismo formas parte de la acción. Particularmente me gustan sus “escenas de conversación”, que son grupos de figuras que conversan, incluso sentados en la pared, y que te implican en la reunión cuando menos lo esperas. Creo que debe ser casi imposible visitar sus exposiciones y no acabar hablando con alguna figura.

Aquí finaliza un homenaje del tamaño de una semilla, pero que surge del corazón y la admiración. Gracias por tu espejo, amigo, que como dijo George Bernard Shaw “Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma”. De haberte conocido me hubiese encantado crear contigo chinos de plastilina, porque tú también sabías que el mundo en muchas ocasiones es un patio de recreo.


Fuentes: Wikipedia, RTVE.es, Museo Reina Sofía, El País, ABC, Fundación Juan Muñoz.
Foto: EsulturaYArte.com

lunes, 21 de diciembre de 2015

EL MISTERIO DE LOS PINOS CURVADOS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
21/12/2015
por Eva Martínez Cabañas






Max Planck, físico, matemático, fundador de la maravillosa teoría cuántica y Premio Nobel de Física, afirmó que "La ciencia no puede resolver el último misterio de la naturaleza. Y eso se debe a que, en última instancia, nosotros mismos somos una parte del misterio que estamos tratando de resolver”.

Si el ser humano es en sí mismo una parte del misterio que queremos resolver, no lo es menos el entorno que nos acoge y nutre, así como las sorpresas que nos ofrece para que nos hagamos preguntas, para que nos mantengamos alerta, para que aprendamos dónde vivimos…

Uno de estos maravillosos enigmas nos lo brinda el bosque de Gryfino, muy cerca del pueblo del mismo nombre en la región de Pomerania, situada en el noroeste de Polonia. La peculiaridad del bosque es que cuenta con unos cuatrocientos pinos silvestres, Pinus sylvestris, que presentan una curvatura de 90º hacia el norte en su base, a pocos centímetros del nacimiento de su tronco. Son como signos de interrogación naturales que abren una pregunta, como hoces arbóreas, como letras C de madera viva… Son fantásticos. El pinar también se conoce como el Bosque Encorvado.

Pero más que encorvado parece encantado. Se diría que un viento prodigioso a ras de suelo hubiera curvado una parte de sus árboles en su niñez, pero nadie es capaz de dar una explicación convincente a la extraña forma de estos árboles. Los expertos los han catalogados de “fenómeno”, pues los pinos curvados están rodeados por otros tantos árboles de su especie que no presentan curvas. Están datados en unos ochenta años de edad.

Pero eso sí, existen varias teorías que intentan explicar lo inexplicado…

Primera: Que la curva la hubiera causado el hongo Melampsora pinitorqua, causante de deformaciones en pinos jóvenes, aunque no provocan distorsiones tan acusadas como en este bosque.

Segunda teoría: Que los cuatrocientos pinos fueron aplastados por tanques de la Segunda Guerra Mundial, cuando los árboles tenían entre siete y diez años.

Tercera: Que la nieve acumulada los moldeó en sus orígenes.

Cuarta: Que es obra de la acción del hombre, quien habiendo plantado los árboles en los años treinta del siglo pasado, les dio esta forma para obtener madera curva que emplearía en la construcción de buques. La invasión de Polonia por los nazis suspendió el proyecto y los pinos siguieron creciendo rectos, buscando la luz solar.

Quinta: Que al igual que los Círculos de las Cosechas los hubieran doblado energías gravitacionales o magnéticas.

Que cada uno elija la que más le guste…

“De alguna manera misteriosa el bosque nunca me ha parecido una cosa estática. En términos físicos, me muevo a través de él, sin embargo en términos metafísicos, parece que él se mueve a través de mí” decía el escritor John Fowles.

Antes de 1945 la región donde se encuentra el bosque formaba parte de Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial fue puesta bajo la administración polaca, y étnicamente se limpió según el Acuerdo de Potsdam. Así que los nativos fueron expulsados y el pueblo se devastó. Esto explica que los posteriores lugareños de los años setenta no tengan ni idea de por qué el cúmulo de pinos ha tomado tan peculiar forma.

En otros lugares también existen otros boques peculiares, con mágicas luciérnagas, con historias de apariciones, de extraterrestres, bosques radioactivos, cubiertos de musgo hasta las raíces, con enormes baobabs o secuoyas, bosques vivos pero viejos como el mundo, bosques imaginados como Fargorn y sus maravillosos ents, o Fartilia y su poblado de inadaptados.

Pero sin duda, uno de mis bosques preferidos es el Bosque Animado o bosque de Oma, en la Reserva Natural de Urdaibai en Vizcaya. El artista Agustín Ibarrola convirtió un grupo de árboles en una obra artística entre los años 1982 y 1985, dentro de la tendencia Land Art. Los troncos de los árboles pintados, vistos desde distintas posiciones, componen figuras geométricas, humanas o animales. El propósito de Ibarrola fue mostrar la relación entre la naturaleza y la presencia del hombre en ella.

Según el escritor Emil Cioran, “Si no poseo el gusto del misterio es porque todo me parece inexplicable, o mejor dicho porque lo inexplicable es mi único sustento y estoy harto de él”.

No es nuestro caso…


Fuentes: Abc.es, Ecoforestalia.blogspot.com, Miscuriosidades.com, Culturacolectiva.com, Wikipedia.
Foto: Misteriosenlaweb.blogspot.com

martes, 15 de diciembre de 2015

EL ENIGMA DE LOS NUDOS QUIPUS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
14/12/2015
Por Eva Martínez Cabañas






Según la revista Science, las cuerdas anudadas del pueblo inca eran documentos administrativos con información contable. Los guardianes de los nudos, o quipucamayu, eran los responsables de su actualización y custodia, aunque su uso estaba ampliamente difundido y cualquier funcionario podía interpretarlo. Su nombre proviene de la lengua quechua, ya que khipu significa “nudo”. Esta maravillosa y antiquísima herramienta mnemotécnica fabricada con cordeles de lana de distintos colores y nudos fue inventada alrededor del año 1500 en la cordillera andina como método contable y anotación histórica. ¿Con nudos? Sí, con nudos.

Constan de una cuerda horizontal de la que cuelgan otros cordeles anudados con diferentes colores, torsión, forma, tipo, distancia entre nudos, posición y tamaño. En ellos pueden encontrarse cuerdas sin anudar, cuerdas que cuelgan de otras secundarias y hasta cuatro tipos distintos de nudo: simples, largos, en forma de ocho y en forma de ocho con vuelta extra. Como si hiciéramos punto o macramé, señoras… Descifrar el código completo de estos preciosos libros de cuerdas sin duda nos aportarían mucha información sobre el imperio inca.

Representaban números en un lugar determinado, y así ponían en lo más alto la decena de millar, después iba la unidad de millar, y así hasta llegar a la unidad en el extremo inferior de la cuerda. El cero era la ausencia de nudo. Así se registraba la contabilidad del ganado, los impuestos laborales, resultados de cosechas, el calendario, o el censo de la población. El color identificaba lo que representaba el número almacenado, y así sabemos que se utilizaba el blanco para la plata, el amarillo para el oro, el rojo para los guerreros…

También se utilizaban como forma de escritura e incluso para llevar mensajes a otros lugares. Algunos investigadores los han catalogado de escritura en tres dimensiones frente al resto de escrituras bidimensionales antiguas y actuales, ya que los quipus registraban la sucesión temporal de los acontecimientos amarrando datos como quiénes fueron sus reyes, con quién se casaron, el número de hijos que tuvieron, o las tierras que conquistaron durante su reinado. ¿Con nudos? Que sí, con nudos. En algunos lugares funerarios incas se han encontrado algunos con setecientas treinta cuerdas agrupadas en veinticuatro sectores, lo que equivale exactamente al número de días y meses que completan dos años. Los libros de cuerdas también varían en tamaño y complejidad, pues aunque cuentan como mínimo con tres cuerdas, su número máximo de cordeles puede llegar hasta dos mil.

Tras la conquista española, se incentivó inicialmente el uso de los quipus tanto por la administración colonial como por la iglesia, y fue el virrey Francisco de Toledo quien los incorporó entre 1570 y 1581 al sistema administrativo del Virreinato. En el culto católico se utilizaban para memorizar oraciones.

Aunque en 1583 el III Concilio de Lima prohibió su uso, las comunidades desoyeron esta prohibición y continuaron utilizándolos. En 1622 el párroco de Andahuaylillas, Juan Pérez Bocanegra, escribió en su “Ritual formulario” cómo los indígenas iban a confesarse con quipus que registraban sus pecados. Sabemos que estas memorias portátiles fueron usadas por lo menos unos ciento cincuenta años después de la Conquista, pues las pruebas de carbono 14 han desvelado que la mayoría de los conservados datan de esta época.


Sin embargo, acabó suprimiéndose su uso, ya que los conquistadores temían que algunos quipucamayocs permanecieran fieles a sus gobernantes nativos, enviándoles mensajes secretos. La Iglesia, por su parte, en su campaña de convertir a todo el mundo al catolicismo, también acabó considerándolos objetos de idolatría. Así que los condenó a la hoguera y los definió como obra del diablo.

Ya decía el cura de don Quijote antes de quemarle sus libros: “Tome vuestra merced, señor licenciado: rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las que les queremos dar echándolos del mundo”.

La mayoría de quipus fueron destruidos. Sin embargo, una orden religiosa de monjes guerreros rebeldes conservó algunos de ellos con el propósito de descodificar sus secretos. Se trataba de la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, más conocida como la Orden de los Mercedarios. Además de los tradicionales votos de pobreza, obediencia y castidad aplicados al resto de órdenes religiosas, estos se comprometían con un cuarto voto a liberar a otros más débiles en la fe, aunque su vida peligrase por ello.

Por lo tanto su principal trabajo fue rescatar y redimir a los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Se trataba del cuerpo de élite de la Iglesia, de las fuerzas especiales con licencia para matar, y era tal la libertad que gozaban en Lima, lejos de la doctrina romana, que incluso se permitían el lujo de tener hijos. Hasta tal punto llegó su anarquía, que el mismísimo rey Felipe II amenazó con disolver la orden si no acataba la autoridad eclesiástica.

En Lima existe un monasterio Mercedario construido en 1535. Su archivo antiguo atesora un libro escrito por un monje del siglo XVI en el que se describen los quipus como un sistema de escritura. El monje también asegura en su libro haber lograrlo leerlos. En total se han hallado más de setecientos quipus. Los más antiguos pertenecen a la cultura Wari, que floreció aproximadamente desde el siglo VII al XIII. Estos no tenían nudos, sino cuerdas de colores que colgaban de la principal en diferentes puntos. El quipu más antiguo encontrado hasta el momento fue hallado en 2005 en las ruinas de la ciudad de Caral. Se ha datado en el año 2500 a.C. aproximadamente.

En la población peruana de San Cristóbal de Rapaz, la comunidad nativa conserva un quipu que nadie sabe leer, y en Ayacucho existe una tabla quipu elaborada por mercedarios. En esta versión los cordeles anudados se encuentran sujetos a una tabla. Lo conserva la maestra local, y al tener numerosas anotaciones en español, se ha considerado la piedra Rosetta inca. La tabla presenta guano de murciélago, suciedad y texto borroso, pero gracias al escáner multiespectral aportado por un profesor de Utah, Estados Unidos, se ha conseguido rescatar la mayoría de palabras. Este tipo de escáner, que fue diseñado por la Nasa para explorar otros planetas, en esta ocasión ha acabado explorando nuestro propio pasado.

Pero a mi entender, lo más sorprendente es que uno de estos quipus, custodiado por el Museum für Völkerkunde de Berlín, presenta un mapa estelar dimensional con la posición exacta de las estrellas principales de las Pléyades y del planeta Venus, que pasa delante de este sistema de soles cada ocho años. El estudio fue publicado por Alberto Sáez-Rodríguez, integrante de la Dirección de Planificación Económica y Estadística “Pueblos Amistad”, de la Universidad de Rusia en Moscú.

Hay que añadir que la comunidad antropóloga todavía no ha conseguido descifrar de manera precisa todos los secretos de estos documentos textiles, por lo que a día de hoy siguen considerándose un maravilloso enigma sin resolver. Yo por mi parte solo puedo añadir que aunque en líneas generales siempre me impresiona el conocimiento de nuestros ancestros, en este caso debo decir con absoluta seguridad que yo de mayor quiero ser inca. O maya… ¿Conocen su calendario o sus multiplicaciones a base de líneas? Para más información los curiosos pueden dirigirse a la generosa internet.

Para terminar, vayamos de la teoría a la práctica: Si desean aprender a hacer nudos quipus les recomiendo el vídeo de YouTube “Quipus, nudo ancestral, amarrando memoria”.

Hasta otro día.


Fuentes: ElMundo.es, Wikipedia, Es.slideshare.net, documental Expedientes Misterio de la Antigüedad, de Discovery Max, MásLibertad.com, PueblosOriginarios.com.
Foto: Plataformadescaruanda.blogspot.com


lunes, 7 de diciembre de 2015

CIUDAD REAL CÉLEBRE: EL POETA ÁNGEL CRESPO


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
07/12/2015
Por Eva Martínez Cabañas






“La nada: ese inmenso cajón, alacena o lago de que Dios ha exiliado a todas las cosas; bosque en el que se escucha el balido de todo los pájaros habidos y por no haber. Desgraciado de aquel que no tiene su nada, habrá de conformarse con lo que le den los demás, sacando de sus bolsillos o de sus terribles armarios; vivirá como nuncio, como vicario, como ministro, pero jamás con soberanía, porque no tendrá nada. La mía es el recuerdo, las escamas de los pescados que platean en los mares de medianoche y del mediodía en que el sol nada-; la nada por crear. O bien el largo olor a vida de la nada.”

Estas inspiradoras palabras pertenecen a Ángel Crespo Pérez de Madrid, a quien el Ayuntamiento de Ciudad Real quiere rendir tributo aportando su nombre a la clausurada Casa de la Cultura, con una placa conmemorativa en su casa natal, y mediante un premio literario que también tomará prestado su nombre de poeta. Gran iniciativa. Y por unanimidad. Enhorabuena.

Obtuvo el premio de los Lectores y Libreros Italianos por su traducción de “La Divina Comedia”, la Medalla de Oro della Nascita di Dante en Florencia, la Medalla de Plata de la Universidad de Venecia, el Premio Nacional de Traducción por traducir el “Cancionero” de Petrarca, el premio Ciudad de Barcelona de Poesía en Castellano por su libro poético “El bosque transparente”, y el Premio Nacional a la Obra de un Traductor.

Nació en la calle Ciruela de Ciudad Real el 18 de julio de 1926, en el seno de una familia terrateniente. Además de un gran poeta, fue ensayista, traductor y crítico de arte español. Su padre fue funcionario de Telégrafos, y hasta que finalizó la Guerra Civil vivió en Ciudad Real y en Alcolea de Calatrava, donde su madre poseía varias fincas.

A causa de la guerra no asistió a la escuela, pero recibió educación en su propio domicilio gracias a un profesor de francés, amigo de sus padres, que se hallaba refugiado en la casa.

Leyó a Jean Henri Fabre, las leyendas de Hermes, a Verne, Salgari, Rice Burrougs, los clásicos castellanos, mitología griega, a Rubén Darío, Berceo, Espronceda y al duque de Rivas, entre otros.

Amó la naturaleza y la reflejó en su obra. Sus primeros poemas los publicó en la provincia y, tras terminar el bachillerato en nuestra ciudad, se marchó a Madrid a estudiar Derecho siguiendo los deseos de su padre. Es en la capital donde se relacionó con los fundadores del postismo, un movimiento marginal surrealista que en sus inicios quiso ser la síntesis de todas las vanguardias literarias que le precedieron.

Realizó el servicio militar en Tetuán como universitario en Marruecos, y realizó viajes con amigos musulmanes a Tánger, Chauen y varias cabilas del protectorado, estableciendo contacto con judíos sefardíes y su romancero.

Al finalizar su obligación regresó a Alcolea para preparar oposiciones a notaría. Allí escribe “Una lengua emerge”, publicado en 1950 y que fue el primer libro de lo que se ha llamado su realismo mágico.

En la década de los sesenta se implicó en la lucha clandestina estudiantil contra la dictadura escribiendo poesía de intención comprometida. Fundó y dirigió la sección literaria del diario Lanza de Ciudad Real junto con su amigo Fernando Calatayud, y empezó a publicar crítica de arte en la prensa universitaria. Al lado de Carlos Edmundo de Ory organizó la Exposición “16 artistas de hoy, y durante este periodo visitó frecuentemente Valdepeñas y al poeta Juan Alcaide, quien terminó afianzando su vocación de poeta.

Más tarde regresó a Madrid para trabajar como abogado y, junto con Gabino Alejandro Carriedo y Federico Muelas, fundó la revista de poesía “El pájaro de paja”. A lo largo de su vida él solo fundó y dirigió otras tantas revistas, como la “Deucalión”, que patrocinó la Diputación de Ciudad Real, “Poesía de España” o la “Revista de cultura brasileña”.

Se convirtió en una figura destacada de la cultura española de la postguerra, y en 1956 se casó con María Luisa Madrilley, un año después nació su hijo Ángel, y tras varios años de matrimonio ambos cónyuges se separaron. 

Pilar Gómez Bedate fue su segunda esposa y, tras viajar a Italia, en 1964 decidió abandonar definitivamente su carrera como abogado. En 1967 se vio obligado a partir de España a causa de su oposición al régimen franquista, y aceptó la invitación de la Universidad de Puerto Rico para enseñar Literatura Comparada en el recinto universitario de Mayagüez. 

Se doctoró en la Universidad de Upsala, en Suecia con una tesis sobre “El moro expósito” del Duque de Rivas, y enseñó como profesor invitado en las universidades de Leiden (Holanda), Venecia y Washington. Participó en numerosos congresos internacionales, e impartió conferencias y lecturas de su obra en Dinamarca y Suecia. Un año más tarde realizó un viaje de estudios con Pilar, invitados ambos por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil. Allí conoció a Joáo Guimaráes Rosa, al que tradujo, y a Rosa Chacel, que por aquel entonces vivía en Copacabana. Tradujo en verso “La divina comedia” de Dante, y el “Cancionero” de Petrarca, y con el tiempo su poesía se fue volviendo más doctrinal.

En 1988, instaurada la constitución democrática, regresó a España y se instaló en Barcelona, donde trabajó como profesor invitado en la Universidad Central, en la Autónoma, y fue nombrado profesor emérito por la Universidad Pompeu Fabra. También retomó su temprana relación con la naturaleza al pasar largas temporadas en Calaceite, en la provincia de Teruel. Finalmente murió en Barcelona el 12 de diciembre de 1995, y está enterrado en Calaceite. Su archivo y biblioteca se encuentran en la Fundación Jorge Guillén de Valladolid.

Esta semana se cumplen veinte años de la muerte de este ilustre poeta, y por fin se va a reconocer su labor en la tierra donde nació y creció. Que ya decía Woody Allen “Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas”.

Recorro las estanterías de mi casa buscando la “Divina Comedia” y descubro que tengo dos ejemplares, pues soy toda una artista en tener cosas duplicadas. El primero tiene la letra más pequeña del mundo, y el segundo está dividido en dos tomos. Ah, ninguno menciona al traductor. Lástima… A Petrarca no lo encuentro, pues bien se sabe que en ocasiones los libros son orgullosos y cuando los prestas, ya no regresan.

Pero lean paisanos lo que decía nuestro poeta:

La poesía es como una piedra en medio del camino.
El buen poeta tropieza en ella y cae.
El mal poeta nos la tira a la cabeza.

Gracias, gracias, gracias, don Ángel, por llenar el mundo de poesía buena y por nacer manchego, que esta tierra necesita de ángeles poetas para por fin despegar del suelo. Pues solo volando entre versos, agradeciendo con besos y vendiendo nuestros quesos (un saludo a Gloria Fuertes) podremos expandirnos como el universo. Gracias de nuevo, maestro.


Fuentes: Fundación Jorge Guillén.com, Cervantes.es, Poemas del alma.com, Wikipedia, narrativa breve.com
Foto: cvc.cervantes.es


miércoles, 2 de diciembre de 2015

CIUDAD REAL CÉLEBRE: ÁNGEL ANDRADE


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
30/11/2015
Por Eva Martínez Cabañas





“Si yo pinto a mi perro exactamente como es, naturalmente tendré dos perros, pero no una obra de arte”. Esta afirmación es del poeta Goethe, del siglo XVIII, quien supo definir de manera sencilla que la buena pintura encierra en sí misma un trozo de alma. Para mí, ese es el secreto...

Hoy para comer recomiendo la microbiografía de uno de nuestros principales artistas, de la tierra, servida con cariño y en bandeja de plata para alimentar nuestra barricada cultural.

Este pintor tenía un nombre largo. Se llamó Ángel María Isidro Andrade Blázquez, y nació en la ciudadrealeña calle de la Azucena, en el año 1886. Su familia era modesta. Su madre se llamaba Mª del Carmen, su padre José María, y tuvo tres hermanos de nombre José, Eduardo y Pablo.

Siendo niño copiaba las figuras que encontraba en las revistas de la época y fue un tío suyo, que era maestro en Malagón, quien aconsejó a su madre que le proporcionara estudios para perfeccionar su habilidad.

El muchacho estudió en Madrid, en los Talleres de Arte Decorativo de Busato y Bonard, con el profesor y pintor paisajista de origen belga Carlos de Haes. Más tarde en la Escuela de Arte e Industria, y los finalizó en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, becado por la Diputación Provincial de Ciudad Real.

Encuentro estas palabras en una biografía publicada en internet: “Su obra ha sido olvidada por la crítica y permanece casi en su totalidad en colecciones privadas, en el Museo Provincial y en la Diputación de Ciudad Real”. Mmm... me chirría el corazón y se me encogen los dientes... Siempre pensando en la fama.

La primera persona que catalogó su obra fue el escultor Jerónimo López-Salazar Martínez, quien nos dejó un busto del pintor y un monumento figurativo a la Primavera entre los rosales del Parque de Gasset.

En su primera etapa Andrade como artista fue bastante ecléctico, como suele ocurrirle a todo principiante. Más tarde su pintura fue cobrando fuerza hasta tomar cierto estilo postimpresionista. En sus últimos años reduce el formato de sus creaciones y pinta en pequeñas tablillas.

Un año antes de morir ve cómo se va desarrollando su insistente deseo de crear un museo en Ciudad Real donde perdurara su trabajo.

El pintor falleció en 1932, a los 66 años de edad en su casa de la plaza de la Merced. Fue su hermano Pablo quien, cedió a la Diputación Provincial de Ciudad Real más de 400 de los cuadros heredados de su hermano. Según el asesoramiento de los artistas Mendía y López-Salazar, los cuadros fueron valorados en más de 150.000 pesetas (901’52 €, queridos jóvenes), pidiendo a cambio la concesión de una renta vitalicia de 6.000 pesetas anuales (36’06 €), y de la mitad en el caso de que su esposa le sobreviviera.

Para disfrutar de la obra de Andrade podemos hacerlo en los patios y galerías del Palacio de la Diputación y en el Museo Provincial.

Un dato curioso... Andrade fue quien animó al pintor de Tomelloso Antonio López Torres a realizar la carrera de Bellas Artes. Excelente, señor Andrade.


Fuentes: Ciudad-Real.es, edu.jccl.es, Wikipedia. Folleto de Marisa Giménez Belmar: Exposición Ángel Andrade: la aventura del paisaje, Biblioteca2.uclm.es.
Foto: Andradedigital.wordpress.com