CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
25/11/2013
Por Eva Martínez Cabañas
Decíamos ayer... (como dijo Fray Luis
de León a sus alumnos después de cinco años de ausencia) que el
historiador Celso García de la
Riega afirmó que Pedro Álvarez de Sotomayor había sido un
noble medieval pontevedrés, fallecido en Alba de Tormes bajo extrañas
circunstancias... ¡y que “regresó a la vida” con el nombre de Cristóbal Colón! Alfonso Philippot recogió y amplió la
teoría mediante documentos que probaban la presencia del apellido Colón en
Pontevedra. Así que tiramos del hilo y averiguamos un poquito más sobre don
Pedro Álvarez de Sotomayor. La historia es fascinante, ya veréis...
Cuentan
que le apodaban Pedro Madruga tras discrepar con otro noble (familia de los
Sarmientos de Rivadavia) sobre límites de tierras. Ambos señores feudales
convinieron resolver el problema y se dieron cita para ello. Cuando el de
Sarmientos se dispuso a salir de su castillo al alba, se encontró al pie de la
muralla a Pedro Álvarez de Sotomayor, a quien saludo de esta manera: “Madruga,
Pedro, madruga”. Aunque existe otro texto que afirma que debían llamarlo así
porque, o bien anochecía en un sitio y amanecía en otro; o bien porque siempre
llegaba temprano.
Pedro
Álvarez de Sotomayor nació alrededor de 1420 fruto de los amores entre el noble
Fernán Yáñez de Sotomayor (señor de Sotomayor y Fornelos) y Constanza de
Zúñiga, (sobrina de la condesa de Santa Marta en Rivadavia). Como era hijo
ilegítimo, al joven Pedro le procuraron estudios eclesiásticos con los que
pudiera labrarse un futuro.
En
Galicia se libraba entonces la llamada Guerra Irmandiña, una revuelta social
que surgió debido al hambre de los campesinos, las epidemias y los abusos de
poder por parte de la nobleza. La llamada Santa Hermandad lucho contra los
nobles gallegos impulsada por el rey Enrique IV. Más tarde el levantamiento
también tuvo carácter político a causa de la Guerra de Sucesión Castellana (Isabel 1 - Juana
0), así que labradores, artesanos y mercaderes hicieron frente a los nobles
apoyados por los hidalgos y el clero.
En
la Guerra Irmandiña
encontró la muerte el noble Álvaro Páez de Sotomayor, quien antes de entregar
la ciudad a la Hermandad
dejó como heredero de la casa Sotomayor a su hermanastro Pedro, quien abandonó
sus estudios de clérigo para hacerse cargo de la herencia familiar.
Don
Pedro visitó la corte de Enrique IV para que el monarca autorizase el
testamento, y viajó a la corte portuguesa de Alfonso V buscando apoyo de
familiares, del propio monarca y refugiándose de la Guerra Irmandiña.
En
Portugal se ganó la protección del rey y contrajo matrimonio ventajoso con doña
Teresa de Távora (hija del hidalgo portugués Álvaro Pérez de Távora) con la que
tuvo siete hijos: Álvaro, Fernando, Cristóbal, Diego, Alfonso, Mayor y
Constanza.
Madruga siempre estuvo muy vinculado
política y familiarmente con Portugal, pero la revuelta Irmandiña consiguió
introducirlo en el círculo de nobles gallegos. Estos, junto al arzobispo de
Santiago, lo reclamaron para que formase parte de la batalla. Así que don Pedro
cruzó la frontera y recuperó con pericia sus dominios, derrotando a las huestes
enemigas cerca de Pontevedra. También ayudó al arzobispo de Santiago (Alonso de
Fonseca) y a Juan Pimentel (hermano del conde de Benavente) a recuperar sus
posesiones; y organizó a la resquebrajada nobleza gallega, disgregada por
exigencias particulares. Madruga tuvo como aliados a caballeros de acostamiento
en sus tierras (como los Valladares o los Montenegros), a sus familiares (los
Sotomayor de Lantaño), o a su amigo Lope Sánchez de Moscoso (conde de
Altamira).
Sus
enemigos intentaron cortándole el paso junto a Pontevedra para que no se
reuniera con el arzobispo, pero Pedro Álvarez venció a la Hermandad junto a sus
aliados y les obligó a reconstruir las fortalezas que habían derribado.
Por
otro lado, Enrique IV le había otorgado unos ingresos de 150.000 maravedíes
como interés sobre las rentas reales de Pontevedra, Vigo y Redondela, así que la
concesión le sirvió a don Pedro de pretexto para señorear estas ciudades. La
decisión le acarreó un duro enfrentamiento con el arzobispo de Santiago, a
quien pertenecía la jurisdicción de estas localidades.
Sea
como fuera, el caso es que llegó a ser una figura destacada en el panorama
político y militar de la
Galicia medieval. En la cumbre de su carrera militar, Pedro
Madruga obtuvo del rey portugués Alfonso V el título y los derechos de conde de
Camiña, por lo que ejerció el dominio casi exclusivo del suroeste de Galicia,
donde el pueblo lo consideraba como a un rey debido a sus pretensiones hegemónicas,
las cuales manifestó mediante las palabras “en Galicia basta mi casa”.
Cuando
muere Enrique IV comienza en Castilla el conflicto sucesorio entre su hermana
Isabel y su hija Juana. Pedro Madruga apoyó a Juana (que estaba casada con
Alfonso V), y lo hizo tanto por vinculación familiar como por intereses
personales. Su mayor enemigo (el arzobispo de Santiago) se mantuvo al lado de
Isabel y más adelante de los Reyes Católicos, buscando restablecerse de sus
pérdidas y conseguir un ascenso
político.
La
intervención de don Pedro en el conflicto facilita la invasión portuguesa en
Castilla, ya que el noble abre un frente gallego donde proclama a Alfonso y a
Juana reyes de Portugal, Castilla León y Galicia.
El
obispo de Tui (Diego de Muros) se opuso a la presencia portuguesa. Necesitando
subsidios, don Pedro resolvió apoderarse de la ciudad de Tuy y capturó a su obispo,
llevándolo en su retaguardia de campamento en campamento por tierras
portuguesas, y tratándolo de forma poco correcta durante su largo cautiverio.
El
arzobispo Fonseca, el conde de Monterrey y otros nobles gallegos acabaron
incorporándose al bando isabelino. Comandados por Fray Arias del Río
(corregidor mayor de Galicia) se dirigieron a Pontevedra dispuestos a reducir a
don Pedro, y secundados marítimamente por una escuadra capitaneada por Ladrón
de Guevara.
Madruga
resiste dos prolongados cercos a la ciudad y acaba decidiéndose una tregua en
la guerra. Yendo a visitar a Lope Sánchez de Moscoso, es hecho prisionero por Rodrigo
Alonso de Pimentel, que no admitió rehenes ni dinero a cambio de su rescate. Pimentel
lo encerró en Orense. El arzobispo compostelano y los demás enemigos de
Madruga, se dirigieron entonces a Pontevedra para rendirla, ocuparon varias
fortalezas de los Sotomayor y construyeron otras nuevas en la zona. Como los
nobles no hicieron nada por ayudarle, fue el rey de Portugal quien ofreció la
libertad de dos caballeros principales de Castilla a cambio de su protegido.
Tras ser liberado, Madruga regresa a
Galicia, y en menos de un año consigue recuperar los dominios perdidos, se
apodera de García Sarmiento (señor de Sobroso) y de su tío Fernández Camba,
dando muerte a Gregorio de Valladares y a Tristán de Montenegro. El bando de
Fonseca solo consigue mantenerse en Pontevedra y Bajona.
Pedro
Álvarez era inteligente y no tenía escrúpulos para conseguir lo que quería.
Prueba de ello la encontramos en el archivo de los duques de la Roca (Casa de Sotomayor legajo 19, nº 41) donde se relata un
divertido episodio donde Pedro Madruga se hace con unas armas: “La causa por
donde se levantó fue que ha venido a atracar a la ría de Vigo, cerca de (Casa
de Don Pero), una nave de unos germanos que traían 180 mosquetes o arcabuces, y
él pidió se los vendiesen y ellos no quisieron, y usó de un disfraz para
hurtárselos, que es le siguiente. Mandó en la playa de Vigo hacer unas fiestas
en que con danzas de espadas desnudas y corriendo patos, salieron los germanos
a ver la dicha fiesta, y después que fueron en tierra todos con barcos que
tenía, mandó disimuladamente a un capitán suyo, llamado Pedro Veloso, natural
de Bayona, y cogió las dichas armas, y con ellas hizo grandes locuras”.
Cuando
se firma la paz entre Castilla y Portugal, los Reyes Católicos se habían
consolidado como monarcas de Castilla y Aragón. A pesar de que los tratados
contemplan un perdón general para los nobles, los monarcas soportaban una
delicada situación en Galicia gracias al esfuerzo de don Pedro.
El arzobispo de Fonseca reclamó
entonces a don Pedro la devolución de las feligresías de su feudo. Como los
Reyes Católicos intervinieron en la devolución de estas, el obispo de Tui también
le exige a don Pedro que le regrese lo sustraído a su iglesia. El gobernador y la Hermandad , estaban
dispuestos a terminar con Sotomayor. Así que, ante esta comprometida situación,
Madruga intenta deshacer el desagravio y restituye todos los bienes usurpados a
la iglesia de Tui. Pero los Reyes Católicos estaban decididos a acabar con
Pedro Madruga.
Al
ver el giro que tomaban los acontecimientos Madruga envió a su esposa para
suavizar las cosas con la realeza, ya que había muerto su aliado el conde de
Lemos, disponía solo de tres fortalezas, sus enemigos habían crecido en
posesiones y el mariscal Pedro Pardo de Cela había sido ajusticiado en Burgos.
Doña
Teresa solicitó a los reyes que dejasen disfrutar de los bienes de la casa a su
hijo Álvaro; ya que el joven no había tomado parte en las conspiraciones de la
nobleza gallega por ser demasiado joven. Los reyes aceptaron, protegieron en la Corte a Álvaro de Sotomayor
y le exigieron que se haga cargo del señorío.
Pero
al requerir Álvaro a su padre las fortalezas, este le amenazó con romperles un
palo en la cabeza a él y a su curia. Doña Teresa aconsejó a su hijo que entrara
en la fortaleza de Sotomayor disfrazado, y que una vez dentro se diera a
conocer a sus criados, descubriéndoles a estos el favor recibido de los reyes.
Así lo hizo el joven. Su padre se enfadó tanto que fue en busca del conde de
Altamira, prometiéndole a este todo lo que quiso a cambio de su ayuda.
Pero
la Corte le
envió orden de estarse quedo y de dejar que los acontecimientos siguieran su
curso. Álvaro de Sotomayor heredó así el señorío con el apoyo de la Corona y se convirtió en un
noble sumiso al deseo de los monarcas.
Madruga
redactó un nuevo testamento donde desheredó a su hijo Álvaro, y donde le dice que
se contente con cinco reales por haber sido desobediente, haberse levantado
contra él, haberle tomado la fortaleza y casa de Sotomayor, ser causa del
desfallecimiento de sus estados, apocamiento de su vida y causa de su muerte.
En
1486 don Pedro viajó a Castilla para solicitar el perdón de los reyes. Paró en
el monasterio de Alba de Tormes con el propósito de descansar y entrevistarse
con su amigo el duque de Alba. Los parientes de Madruga que vivían en la Corte veían mal remedio para
estos sucesos, y aunque el duque de Alba habló en su favor a los reyes, no consiguió
el perdón. Entonces Pedro Álvarez de Sotomayor, conde de Camiña, falleció de
repente y de forma sospechosa.
El
historiador Vasco da Ponte nos narra lo siguiente: “... unos dixeron que el
conde muriera allí de dos carbúnculos, otros dixeron que el alcalde de Proiaño
entrara en el monasterio con sus porquerones y que le hechara un garrote en el
pescuezo; unos dicen que fue de una manera y otros dicen que fue de otra, quizá
fue e entrambas maneras”.
Y
así termina la historia de la supuesta “primera vida” de Cristóbal Colón.
Desmigar el paso del tiempo y sus acontecimientos suele ser complicado, pero disponemos
de abundantes documentos e imaginación para ello. ¿Pero cómo acabaría Madruga
al otro lado del mundo? Quien lo sepa, que lo cuente... o que haga una película,
que también nos vale.
Fuentes:
Wikipedia, Reha, Ayuntamiento de Soutomaior y Manuel Avendaño Gascón.
Foto: Historiayarqueología.com
Foto: Historiayarqueología.com
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