CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
05/01/2015
Por Eva Martínez Cabañas
la
Judería.
En
1998, el escritor ciudadrealeño José Golderos Vicario contó en su libro “Ciudad
Real. Siete siglos a través de sus calles y plazas, 1245-1945” esto que sigue:
“Los
Reyes Católicos residieron en algunas ocasiones en el Alcázar e hicieron
donación del mismo en 1475,
a don Fernando de Cervera, natural de Ciudad Real y
aposentador de sus altezas. Sabemos que este palacio poseía unos subterráneos,
que por los años de 1950 fueron lodados. Eran estas unas cuevas amplísimas, muy
interesantes geológica e históricamente, de lisas paredes veteadas por estratos
cuaternarios horizontales, de diversos colores, y con inclusiones de cenizas y
bombas volcánicas, con techos planos por haberse construido aprovechando esa
horizontalidad perfecta de los estratos”.
Hoy
vamos a recordar la historia y origen de estas misteriosas cuevas, y para ello necesitamos
empezar por las aguas del río.
“Eres
como el Guadiana”, dice el saber popular cuando alguien va y viene sin previo
aviso. Y leyendo, leyendo, descubro que nuestro río en realidad no es
subterráneo, sino que sus aguas se filtran por las fisuras de la roca haciendo
que circule bajo tierra para posteriormente emerger de nuevo. La verdad es que
no distingo la diferencia: un río fluye con el terreno, ya sea sobre o bajo la
superficie.
En
nuestro término municipal, el río Guadiana se encarga de regar los campos, pero
se niega a atravesar el casco urbano de Ciudad Real. Somos una ciudad sin río… Debe
su nombre en primer lugar a los romanos, que lo llamaron “flumen Anas”, y cuyo
significado es “Río de patos”. Con el paso de los siglos los musulmanes
sustituyeron la palabra “río” por la de “valle”, que en árabe es “wadi”.
Y
dice un proverbio chino: “Cuando bebas agua, recuerda la fuente”.
Nada
más complejo, ya que no existe consenso a la hora de identificar cuál es el
punto exacto de su nacimiento. Decía mi querido Plinio el Viejo, en el lejano
siglo I, que nacía en las Lagunas de Ruidera. Existe otra teoría que localiza
su origen en unas fuentes redondas denominadas Ojos del Guadiana, que están situadas
en los términos municipales de Villarrubia de los Ojos y Daimiel. No obstante,
parece que lo más probable es que su brote esté en una cabecera compuesta por
la confluencia de varios ríos, acuíferos y arroyos.
Nuestra
ciudad se asienta sobre sustrato calizo, y cuenta con toda una red de galerías subterráneas
que conocemos como “Las cuevas”. Se trata de un entramado de grutas naturales
horadadas por el río a través de los siglos, así como galerías excavadas por
sus antiguos habitantes, quienes supieron aprovechar las peculiaridades del
terreno volcánico y cárstico, que fue originado por la meteorización química de
rocas compuestas por minerales solubles en agua.
En
Ciudad Real todos hemos oído contar las historias de “Las cuevas” a nuestros
mayores, o incluso hemos visto la boca de alguna de ellas en las excavaciones
por nuevas obras. Gracias a los objetos encontrados en estos subterráneos sabemos que son de época mudéjar.
Bajo
tierra todo está oculto, escondido, lejos de la vista de los demás…
A
Villa Real, la Ciudad Real
medieval, le tocó vivir una larga época de trifulcas y avasallamientos: cristianos
contra almohades, las distintas órdenes religiosas frente a las tropas del rey
de turno, ambos bandos contra los musulmanes, y por último los católicos
acosando a los judíos. Ante tal panorama, esconderse y huir era prioritario.
Estas
grutas se construían en las casas a modo de bodegas para almacenar alimentos
perecederos, elaborar vino o almacenar aceite, pero también sirvieron para ocultar
tesoros y personas; y los pasadizos fueron empleados para pasar de un lugar a
otro sin ser vistos. Nos dicen algunos textos que durante la Guerra Civil , los
ciudadrealeños las utilizaron para ponerse a salvo de los bombardeos aéreos,
aunque no recuerdo oír a mis abuelos contar historias sobre esto. En tiempos de
paz “Las cuevas” quedaron ocultas bajo tierra.
Pero,
como dice el proverbio italiano: “La tos y el amor no pueden esconderse”.
A
pesar de haber permanecido ocultos durante siglos, muchos corredores y cuevas han
sido redescubiertos en las últimas décadas gracias a las obras de cimentación de
nuevos edificios. Así salen a la luz las llamadas “riquezas de los moros”… y el
enfado de los constructores. A pesar del vistoso nombre, muchos de los tesoros encontrados
son de origen judío, o incluso romano.
En
1974 se llevaron a cabo obras de construcción en el barrio de El Torreón, y
apareció la galería subterránea conocida como del Alcázar Real de Alfonso X. Está
ubicada bajo el asfalto de las calles Palma y Alcántara, y cuenta con una
bonita escalera del siglo XIV. Debido a que no se le concedió la importancia
histórica que merecía y a intereses económicos, la galería se cubrió de nuevo.
En
2005 comenzaron las obras del conflictivo aparcamiento subterráneo de El Torreón,
y las cuevas volvieron a ser noticia. Sabemos que la galería principal tiene
una longitud de 15 m ,
2 m de
ancho y 3 m .
de altura, y cuenta con dos salidas secundarias a cada lado.
Y
existen otros subterráneos… En el barrio de la Morería las galerías
cuentan con habitaciones y escaleras bajo las calles de En Medio, Lentejuela,
Jara, Lirio o Refugio. Y también son conocidos los pasadizos que comunicaban
los distintos edificios religiosos de la ciudad, como el del antiguo convento
de los Mercedarios, convertido actualmente en museo, y que comunicaba con la Catedral.
En
Villa Real existió una importante judería que emergió en el barrio de El
Perchel y que propició la instauración de un tribunal del Santo Oficio durante
el siglo XV. A principios del siglo XX se encontró la puerta de la antigua
sinagoga al llevarse a cabo unas obras frente a la calle Libertad. También
apareció un precioso azulejo. Actualmente ambos se exponen en el Museo
Provincial de Ciudad Real junto a otros objetos de la época.
Si
echamos un vistazo a nuestra historia, descubrimos que con la llegada del
Tribunal de Inquisición, muchos sefardíes tuvieron que hacerse cristianos
conversos. Algunos reincidentes en su fe fueron ejecutados en la Plaza Mayor o en las cercanías
de la Puerta
de la Mata. Cuando
los Reyes Católicos decidieron expulsarlos de España en 1492, un reducido grupo
quedó en Ciudad Real, pero poco a poco fueron vendiendo sus tierras y sus casas
a sus cristianos vecinos. La Casa
del Arco (en la Plaza Mayor
y con el reloj carillón de don Quijote en la actualidad) fue propiedad del rabí
judío Alvar García en el siglo XV.
Otro
vestigio judío que atesoramos es una puerta de estilo mudéjar del siglo XIV
encontrada en la calle Estrella. Se expone en el patio trasero del edificio del
Rectorado.
En
la iglesia de Santiago Apóstol apareció su cementerio medieval con varias
lápidas judías reutilizadas. Un albañil lo descubrió por casualidad a mediados
del siglo XX, junto a una red de estancias subterráneas con vasijas rojas y azules
llenas de ceniza y colocadas en anaqueles de madera. El descubridor aseguró que
pasó a través de varias galerías con puertas y escalones desde la calle
Libertad hasta la plaza de las Terreras, donde salió por una alcantarilla.
Las
vasijas quedaron en su lugar al sellarse la estancia, y los pasadizos y
galerías se ocultaron de nuevo debido a la especulación inmobiliaria.
Actualmente duermen el sueño de los grandes misterios. El terremoto de Lisboa
de 1755 y el uso como fortín contra las tropas napoleónicas en 1809 acabaron
destruyendo casi toda
Si
seguimos investigando, descubrimos que el desaparecido palacio del chantre de
Coca, que estuvo ubicado en el actual nº 17 de la calle Real, también disponía
de una cueva.
Y
en las cercanías de la ciudad también encontramos este tipo de galerías…
En
el siglo XIX el obispo Hervás y Buendía escribió en su crónica de Ciudad Real
como existía una cueva en las cercanías del cerro de Alarcos, y a mediados del
siglo XX el perro de un pastor descubrió una cueva en dicho cerro que llevaba a
una trama de galerías cuadradas que ocultaban armas y equipos de caballería. También
se han encontrado este tipo de subterráneos en poblaciones como Las Casas o
Miguelturra.
Si
queremos saber más del tema, debemos saber que el historiador Antonio José
Martín de Consuegra Gómez confeccionó un plano con todos los túneles, pasadizos
y cuevas de Ciudad Real.
Y
nada más. Aquí acaba la historia de “Las cuevas”. Ya saben, culipardos: Si no
encuentran a alguien, miren bajo tierra…
Fuentes:
Wikipedia, Medioambientales.com, Ciudad-Real.es, Monumental.miciudadreal.net.
Foto: Ciudad-Real.es
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