Llevo
toda la vida leyendo y apenas unos años escribiendo, y recientemente he
aprendido que ambas acciones son en realidad las dos caras de una misma moneda:
el amor por la palabra escrita.
Para mí un libro es una moneda dorada y reluciente. Un
doblón pirata que alguien rescató de un pecio con una larga y bella historia.
Tan larga y antigua que son muchos quienes ponen sus fragmentos sobre el papel,
intentando ordenar la historia del mundo, mostrar la imaginación humana, nuestros
sueños y aventuras, aquello que nos provoca risa o llanto, y el resto de
emociones que nos hacen sentirnos vivos. Siempre a disposición de nuestros
ojos, de una manera sencilla y lineal que nos permite abrir y cerrar sus
enseñanzas a nuestro antojo o necesidad, como si de una puerta mágica se
tratara, un pequeño portal dimensional que nos lleva a mundos desconocidos.
Así de bello es un libro. Ya desde niña imaginaba los
tesoros que aparecen en los cuentos repletos de joyas, monedas, libros,
pergaminos y manuscritos, y hoy abro un cofre personal donde colocar mis
pensamientos y opiniones sobre el mundo que me rodea. Me ha costado mucho
saltar la valla de la vergüenza, pero al final he cogido carrerilla, he cerrado
los ojos y he encontrado un pequeño espacio donde expresarme libremente.
A las reflexiones que pongo por escrito las llamo Pensamientos y Pamplinas, como las
flores que crecen en jardines y campos. Os las ofrezco para que las pongáis en jarroncillos
o sopléis sobre ellas, a voluntad.
También quiero compartir con vosotros mi primera novela La leyenda del tiempo, la cual os
presentaré más adelante, y mis citas
favoritas, las cuales me inspiran y hacen pensar de la mano de los
grandes de nuestro tiempo.
Y a saber qué más cosas…
No sé si alguien se asomará alguna vez por esta ventana
pero yo, por si acaso, prepararé café y galletas.
Comenzamos la aventura, ¿no?
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