CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
11/05/2015
Por Eva Martínez Cabañas
Encuentro un
pensamiento de William Gibson: “La marea había dejado en la playa dibujos más
delicados que los de cualquier jardinero de Tokio”. Como no sé quién es William
Gibson, busco en la red y descubro que es un escritor de ciencia ficción
considerado el padre del cyberpunk. ¿El padre del cyberpunk afirmando cosas tan
elegantes? Pues sí, y además creó el término “ciberespacio”. ¿Por qué cuento
esto? Porque me derramo como el agua. Yo solo quería hablar de una playa…
En las islas Maldivas,
allá en el océano Índico, existe una playa deshabitada llamada Vaadhoo, de esas
que aparecen en las postales, en las fotos de las agencias de viajes o en
nuestra imaginación. Pues bien, cada noche, cuando los gremlings dejan de comer,
cuando los vampiros abandonan el lecho y la Luna lunera inspira a poetas y
enamorados que no madrugan, entonces y solo entonces la playa comienza a
brillar. Pero a brillar mucho. No solo un poco. Como en un milagro mariano,
como en una película de magos, como en nuestros mejores colocones de juventud,
la playa brilla como si tuviera miles de luciérnagas o microestrellas
encendidas en sus aguas y arenas. Este prodigio se conoce como “Mar de
estrellas” y es causado por una reacción de bioluminiscencia.
Durante el día darse un bañito en el
mar es poco apetecible debido a que la marea de plancton flotante presenta un
color rojizo o marrón turbio. Pero al llegar la noche el mar y la arena
comienzan a brillar a causa de unos microorganismos vegetales llamados
dinoflagelados y que son capaces de producir luz. La magia ocurre cuando, al
ser arrastrado por el mar, este fitoplancton entra en contacto con el oxígeno,
entonces resplandece como si hubiera atrapado millones de estrellas. Iluminan
todo aquello con lo que entra en contacto, incluidos nuestros cuerpos, y el
nombre de alguno de estos microseres es Noctiluca scintillans o Lingulondinium
polyedrum. Sus destellos azules neón son tan intensos que en ocasiones iluminan
a los peces que nadan alrededor.
Francamente hermoso. Precioso sin más.
La reacción química que libera cada
uno de estos microorganismos se traduce en un flash intenso de luz azul que
ilumina el medio donde se encuentra. Al multiplicar la reacción por billones de
seres el espectáculo es manifiesto. No es una fuerza nociva, y sí una reacción
más de nuestra madre naturaleza.
También puede contemplarse en otros
lugares del planeta. En Puerto Rico se da en tres de las bahías de la Laguna
Grande, o en las playas de Fajardo, Mosquito Bay o La Parguera. En Méjico puede
contemplarse en la laguna de Manialtepec, en Oaxaca, o en la playa de
Tortuguero en la ciudad de Campeche. En Australia ocurre en los lagos de
Gippsland, y en Norteamérica en playas de San Diego, California.
Decía el químico Louis Pasteur que
sorprendernos por algo es el primer paso de la mente hacia el descubrimiento. Así
pues sorprendámonos, descubramos, desconcertémonos y disfrutemos de la vida.
Hasta otro rato.
Fuentes:
ABC Viajar, Blog Secretos, enigmas y misterios, viajes.101lugaresincreibles.com
Foto: Ablturismo.com
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