lunes, 25 de enero de 2016

DIOS SENTADO EN LA MONTAÑA


CIUDAD REAL CÉLEBRE
Barricada Cultural
25/01/2016
Por Eva Martínez Cabañas






Hace poco encontré en internet una ilustración que me gustó. Un ratoncillo se encontraba con un murciélago volando y exclamaba: ¡es un ángel! Pensé que a los humanos nos ocurre lo mismo que al ratón, pues imaginamos lo divino con forma humana, con alas e incluso con superpoderes ¿Y recuerdan aquella página de Facebook llamada “Yo también creo que la voz de Dios es la de Constantino Romero”? Pues algo así pensé al ver la fotografía de un buda sentado. Así que prepárense, pues nos vamos de viaje.

Nos vamos al sur de China, a Leshan, una ciudad con una población aproximada de tres millones y medio de habitantes y cuyo nombre traducido al español es Montaña Feliz. En sus inmediaciones podemos encontrar hábitats naturales de osos panda, estatuas budistas, senderos fáciles de transitar y hasta bonitas cascadas de agua. No es mal sitio, ¿no?

Además, cerca de allí hay algo espectacular que contemplar: el buda más grande del mundo. En 1996 la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) lo consideró patrimonio de la humanidad junto al entorno paisajístico donde se ubica. Este buda es del siglo VIII, y está esculpido en la piedra del monte Lingyun durante la dinastía Tang. Existe un dicho local que asegura: “la montaña es Buda y Buda es la montaña”, pues el monte, visto desde el río, también presenta en sí mismo la silueta de un buda tumbado.

Pues bien, la profesión que ejerce nuestra estatua, que por supuesto tiene superpoderes, es la de proteger a los barcos, impedir la inundación de la aldea vecina y ralentizar las mareas fluviales, ya que la montaña se encuentra en la confluencia de tres ríos y la gran masa de agua que confluye en su base hacía muy difícil la navegación en la antigüedad. Así pues, y aunque parezca increíble, el buda se concibió como un sistema de drenaje interior para controlar la erosión fluvial. Sí, han leído bien.

Su construcción se inició en el año 713, duró noventa años, y la dirigió un monje llamado Haitong. Cuentan, que las toneladas de roca vaciadas de la montaña se fueron depositando en el lecho del río. Estos sedimentos de piedra aplacaron la corriente y la convirtieron en más segura para los navegantes y los vecinos. ¡Magia ancestral!

También nos cuentan las ancestrales historias que el monje Haitong, tras reunir el dinero suficiente para la obra, fue extorsionado por un funcionario de la ciudad que pretendía quedarse con la recaudación. Desesperado, el monje se sacó los ojos proclamando que los malvados y corruptos no podían quedarse con el dinero que pertenecía a Buda. Con este acto de autolesión horribilis basada en la fe, la obra pudo iniciarse. El monje ciego falleció apenas se terminó la cabeza de la estatua.

Pero, ¿cuánto mide la talla de Buda más grande del mundo? Nada menos que Se-ten-ta-y-un-me-tros. ¡Es enorme! ¡Colosal! Solo el dedo gordo de su pie debe tener el tamaño de un hombre. Representa al buda Maitreya, que es el nombre que recibirá el próximo buda histórico. Dicen los budistas que Maitreya nacerá en La Tierra para enseñar el dharma (palabra sánscrita que significa ley natural, conducta adecuada o virtud). El buda histórico actual se llama Siddhartha Gautama.

La talla está perfectamente integrada en la naturaleza de la montaña. Entre el rojo de la piedra y el verde de la foresta, el buda apoya sus manos apaciblemente sobre sus rodillas. Está sentado y relajado, tiene bonitos dedos, y cara de buena gente. Su expresión es serena y parece escuchar a sus visitantes con sonrisa de Mona Lisa. Una interminable y vertiginosa escalera tallada a su derecha, le acerca turistas y devotos al rostro, dando la impresión de que cientos de liliputienses susurran en su oído palabras secretas.

Todas sus fotografías son impresionantes. Las hay tomadas desde helicóptero, desde sus pies, desde el río... A ambos lados del buda se distinguen en la roca unas hornacinas de piedra que dan cobijo a dos representaciones humanas que parecen guardarlo o hacerle compañía. Sin embargo no he conseguido encontrar información sobre ellas.

Bueno, el caso es que cuando vi por primera vez la fotografía del buda sentado en la montaña, al igual que el ratoncillo, pensé que aquella representación bien podría ser la de un ser divino porque, aunque he de confesar que mi idea de Dios es muy distinta, mi educación occidental me devuelve el arquetipo de “hombre bueno y gigantesco”, que también representaba la voz de Constantino, y pienso que este dios oriental además se parece un poco a Papá Noel o a uno de los tres Reyes Magos de Oriente, pero sin barba. Es como si quisiera sentar en su regazo a minúsculos humanos que le solicitan prosperidad o la bicicleta de sus sueños.

En fin, apunto esta visita en mi libreta invisible de viajes idílicos, pero cualquier día me presento físicamente en Leshan para ver a Dios y comer fideos chinos. Ha sido un placer viajar y aprender con ustedes, aunque sea con la imaginación, pues es sabido que es de sabios seguir las enseñanzas de Buda, quien nos aconseja así: “Alégrate porque todo lugar es aquí y todo momento es ahora”.

直到另一天 (Hasta otro día).


Fuentes: Wikipedia, Viaje a China, Homo Architectus, Mega Construcciones y Eva Rodríguez Braña.
Foto: Mundología.es

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