CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
18/01/2016
por Eva Martínez Cabañas
La antigua mitología griega nos cuenta que Europa era una joven fenicia que fue seducida por el dios Zeus (transformado en toro) que la llevó hasta Creta a lomos. Sin embargo, el historiador Heródoto de Halicarnaso, del siglo V a.C, nos cuenta que Europa fue secuestrada por los minoicos (cretenses de la Edad del Cobre y de Bronce) que igualmente la llevaron a la isla. Esta mítica muchacha fue la que prestó su nombre a nuestro continente.
Pero hoy vamos a hablar del origen de la bandera europea. Ya saben, doce estrellas doradas acomodadas en círculo sobre un fondo azul cobalto. La diseñó Arsène Heitz, un pintor nacido en la francesa Estrasburgo (1908-1989) que presentó varias ideas al concurso convocado por Bruselas. Uno de sus proyectos fue el ganador de la convocatoria.
Heitz justificó las doce estrellas de su diseño, que no correspondían con el número de países que componían la Unión Europea en 1955, explicando que se trataba de una cifra áurea, un símbolo de perfección.
¿Recuerdan el número áureo? Hoy día forma parte de la geometría sagrada. También es conocido como número de oro y se representa por la letra griega Fi (Φ, φ), en honor al escultor griego Fidias. Los antiguos griegos y los renacentistas lo consideraban el ideal de belleza, y la Naturaleza lo repite continuamente en las ramas de los árboles, en la disposición de las hojas vegetales, en flores como la margarita o el girasol, en frutos, en las conchas marinas y en los caracoles, en la reproducción de los conejos, las piñas, el largo de las falanges de nuestros dedos, los brazos en espiral de las galaxias… También encontraremos el número áureo en obras de arte de Leonardo Da Vinci, Durero, o Miguel Ángel, y en la Quinta Sinfonía de Beethoven, varias sonatas de Mozart y obras de Debussy o Schubert.
El número doce ha estado ligado a muchas cosas durante milenios, pues doce meses tiene el año, doce son las horas de la esfera del reloj, la Luna gira alrededor de la Tierra doce veces al año, el cuerpo humano cuenta con doce pares de nervios craneales, los dioses olímpicos del Panteón eran doce, como los trabajos de Hércules, doce hijos tuvo Jacob, doce fueron las tribus de Israel, los apóstoles de Jesús, las tablas de la ley, las teclas de función del teclado de nuestro ordenador, los signos del zodíaco…
Sin embargo, Arsène Heinz, que era religioso, confesó a una revista católica que lo del número áureo había sido una excusa, y que realmente se había inspirado en las doce estrellas de la medalla de La Virgen Milagrosa, de la cual era devoto.
El diseño de este emblema fue revelado en 1830 por la mismísima Virgen a sor Catalina Labouré, integrante de las Hermanas de la Caridad y que en aquel momento contaba con veinticuatro años. Su simbología sugiere la de los antiguos talismanes, pues en el anverso aparece la Virgen con doce estrellas por corona, pisando una serpiente, con rayos que le salen de las manos y rodeada por una inscripción en francés: O Marie concue sans peché priez pour nous qui avons recours a vous. En español viene a ser: Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos. En el reverso también se muestran las doce estrellas, la letra M atrapada por la base de una cruz latina y dos corazones flameantes en su parte superior. Al primero lo aprisiona una corona de espinas, al segundo lo atraviesa una espada.
La Virgen agració a Catalina con su aparición en la capilla del convento de París, y lo hizo hasta en tres ocasiones. Le pidió que acuñara una medalla con su imagen dentro de un óvalo, que la difundiera, y le aseguró que todos cuantos la llevasen recibirían grandes gracias de ella. También la regañó… pues la congregación de la joven no rezaba el rosario de forma debida.
El Consejo de Europa aprobó la bandera de Heitz el 8 de diciembre de 1955. El Parlamento Europeo la aceptó en 1983, y fue admitida dos años después por los jefes de estado y el gobierno europeo como enseña oficial de la Unión Europea o U.E. Sus instituciones la utilizan desde 1986.
Por cierto, el Himno Europeo fue adoptado oficialmente en 1985, y tiene su origen en la Oda a la alegría del escritor alemán Friedrich von Schiller. En 1793, a la edad de veintitrés años, Beethoven conoció la obra del alemán y manifestó su deseo de ponerle música. Diez años después presentó en Viena su Novena Sinfonía en Re Menor, Op. 125 que en su cuarto movimiento presenta un coro que recrea la citada oda. Herbert von Karajan, uno de los directores contemporáneos más prestigiosos, accedió a una petición del Consejo de la Unión Europea de escribir tres arreglos instrumentales para solo de piano, viento y orquesta sinfónica como himno de la U.E.
En fin, dicho esto me quedo con las palabras que el poeta Federico García Lorca “bordó” pensando en María Pineda:
En la bandera de la libertad
bordé el amor más grande de mi vida.
Ahora sé lo que dicen el ruiseñor y el árbol.
El hombre es un cautivo y no puede librarse.
¡Libertad de lo alto! Libertad verdadera,
enciende para mí tus estrellas distantes.
Hasta otro día, amigos.
Fuentes: MedallaMilagrosaCrl.com.ar, Europa.eu, MuyInteresante.es, Wikipedia, ElConfidencial.com, ElArteDeLaHistoria.wordpress.com, UmbraYLux.blogspot.com
Foto: Bruselense.wordpress.com
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