CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
04/01/2016
Por Eva Martínez Cabañas
“En
un rincón del molino, el árbol motor rodaba y rodaba como el genio del caserón;
ruedas dentadas, correas tendidas de uno a otro extremo del local, transmitían
el movimiento a las rechinantes muelas, a la tolva oscilante, con ruido seco, a
una porción de artefactos de madera o metal, que cantaban, crujían o gritaban
en hermoso concierto. La harina, que salía como humo de los granos molidos,
flotaba en el aire de la casa”.
Esta
musical descripción del geógrafo francés Élisée Reclus nos sirve como
introducción para nuestra Ciudad Real Célebre de hoy que, como ya habrán
deducido por el título, nos lleva directamente al camino de Sancho Rey.
Cuando
el rey Alfonso X el Sabio fundó Villa Real en 1255 dotó a la nueva población
con un territorio más amplio, integrando las aldeas medievales de Ciruela,
Villar del Pozo, Higueruela, Poblete, Alvalá, Alarcos, Valverde, Sancho Rey,
Los Corrales, Gajión, Fuente Yllezgo, Villadiego, Casablanca, Las Casas,
Ciruela, Valdarachas, La Torrecilla y La Poblachuela.
El
poblado de Sacho Rey se encontraba a pocos kilómetros de Ciudad Real. Hoy
accedemos a este bello paraje desde la carretera CM-412, en Las Casas, la
carretera N-430, o el sendero GR-114, que es el camino natural del río
Guadiana. Así que nos vamos de ruta. Para ello meteremos en la mochila
bocadillo, agua, prismáticos y mucho, mucho respeto por la naturaleza y por nuestro
pasado.
Localizaremos
el camino saliendo de la ciudad en dirección oeste hasta hallar una senda
custodiada por olmos. En su día el paraje estuvo encharcado por las
inmediaciones del río Guadiana y presentaba un rico ecosistema acuático. Hoy ya
no encontramos charcos fluviales (pues ya saben que el Guadiana “se pierde”),
pero podemos dar un paseo muy agradable por el andurrial. Así que aparcaremos
nuestro coche donde no sea un estorbo para nadie e iniciaremos nuestra ruta caminando,
en busca de historias y aventuras.
Si
sabemos ver y escuchar, encontraremos mochuelos anidando en las ruinas, abubillas,
abejarucos, cogujadas, gorriones, grajillas, primillas, cernícalos, carracas,
aguiluchos, sisones o buitres negros. En el margen derecho de la senda hallaremos
las ruinas de la antigua ermita de Santa Catalina, que atendía las necesidades
espirituales de los labradores de la comarca.
Nos
dijo en el siglo XIX José de Hosta en su “Crónica de la provincia de Ciudad
Real”:
“Sancho
Rey. Aldea ó caserío en el término de Ciudad-Real de donde dista una legua.
Está situada en una llanura en el camino que desde ésta conduce al puente de
Alarcos sobre el Guadiana. En todas sus relaciones va incluida ó comprendida
con la aldea de las Casas. Tiene una ermita en la cual se dice misa en Agosto
por cuenta del párroco de las Casas en donde está la matriz, titulada Santa
Catalina, con curato de entrada y de provisión ordinaria. Todas sus tierras son
de secano. La dependencia de esta aldea de la de las Casas es tal, que puede
decirse que ambas forman una sola.”
De
la ermita se conservan restos de sus muros y un bonito arco de medio punto. Se
construyó en parte con bombas de origen volcánico recogidas de las
inmediaciones, pues el volcán de la Cabeza del Palo se encuentra un poco más al
suroeste.
Las
bombas volcánicas son piedras redondas de roca o piroclastos fundidos que
expulsa un volcán al erupcionar, lanzándolas a kilómetros de distancia. Durante
el vuelo las bombas adquieren su apariencia definitiva. Las más fluidas
adquieren formas aerodinámicas y se denominan trenzas o husos. Si solo se
solidifica el exterior, desarrollan una apariencia agrietada y son llamadas
bombas de corteza de pan, y si las bombas continúan en estado plástico al
impactar en la tierra, adoptan la forma de plasta de vaca. También pueden ser
almendradas, en forma de llama, coliflor, pueden aparecer bombas unidas entre sí,
o ser esferoidales, que son fragmentos de magma muy pesados que rotan en todas
las direcciones, como balas de cañón. Si las bombas presentan aspecto irregular
y esponjoso debido a las burbujas de gas que contenían al solidificarse,
entonces se conocen con el nombre de escorias. Ya sabemos, si alguien nos llama
escoria…será por los gases.
Bromas
aparte, si eso es posible, avanzaremos hasta llegar a la colonia de cigüeñas,
que es la mayor población de cigüeña blanca autóctona de Castilla-La Mancha (ciconia
ciconia). Ciudad Real y Toledo comprenden el 98% de las parejas nidificantes,
el restante 2% se encuentra en Guadalajara.
Si
realizamos nuestra excursión en otoño o invierno, solo encontraremos enormes nidos
y algunas cigüeñas adultas, pero al llegar la primavera hallaremos más de
cincuenta parejas con sus pollos esperando que les hagamos fotos. Es el momento
de ser respetuoso, de hablar sin gritos ni aspavientos, de mantener una
distancia prudencial sin abandonar el camino, y de llevar bien atado al perro.
Así conseguiremos que las aves se sientan seguras. Créanme, el espectáculo
merece la pena. El lugar es estratégico para estas aves, ya que además de ser
un paraje tranquilo, encuentran agua cerca, y comida en el cercano vertedero de
la Cabeza del Palo, que las alimenta con lo que los humanos no queremos.
Actualmente, muchas cigüeñas se han adaptado al entorno abandonando sus hábitos
migratorios y permaneciendo cerca de los basureros durante todo el año. Por
cierto, no estaría de más algún cartel informativo que recordara normas de
comportamiento e indicara que la zona y las aves están protegidas por la ley y
el sentido común.
Lo
primero que identificaremos será el sonido de su crocoteo, un cla, cla, cla o
sonido característico que emiten al abrir y cerrar el pico. En los nidos asomarán
las cabecitas de los hambrientos pollos, y entonces será hora de sacar nuestros
prismáticos… o las gafas, según la edad.
A
lo largo de la historia las cigüeñas han sido esperadas, respetadas y
consideradas un símbolo de buen augurio. Solo el atávico Antiguo Testamento las
observó como inmundas y las clasificó como animales impuros. Para los romanos
estaban protegida por el dios Juno y se le atribuían los dones de la clemencia
y la compasión, ya que estas aves alimentan y cuidan a sus progenitores cuando
se hacen viejos. También se asegura que traen bebés a los padres que así lo
desean, cargándolos por los aires desde París gracias a su fuerte pico y dentro
de un hatillo fabricado con pañales. Y qué decir tiene que es símbolo del
renacimiento primaveral, y así dice el refrán “Por san Blas la cigüeña verás, y
si no la vieres año de nieves”, o en su segunda versión “En San Blas la cigüeña
verás y si no la ves, mal año es”.
Después
de merendar (el envoltorio y los envases a la mochila), seguimos nuestro camino
hasta llegar a las ruinas del molino del Gajión, también llamado Molino de
Sancho Rey. Aquí alzamos la voz y recordamos al humorístico ingeniero de
caminos Melchor de Palau diciendo: “Molino que estás moliendo el trigo con
tanto afán, ¡Tú estás haciendo la harina y otros se comen el pan!
El
antiguo molino, con sus dos plantas, estructura rectangular y veintitrés
ventanales, nos espera a orillas del Guadiana indicándonos la Ruta del Quijote
para ir a pie o en bici hasta el cerro de Alarcos o las poblaciones de Poblete y
Valverde. Se construyó en mampostería de piedra mediana y argamasa, y data del
siglo XIV, cuando el rey Alfonso XI decretó en una sentencia al concejo de
Villa Real a devolver los molinos del río Guadiana a la Orden de Calatrava. En
el siglo XVII el molino fue propiedad de doña Ana Corredor, viuda de Alonso de
Ureña, y un siglo después fue de don Juan Antonio Espinosa, vecino de Alcázar
de San Juan. En aquel tiempo poseía dos piedras de moler y producía cien
fanegas de harina. Actualmente es propiedad de la Diputación Provincial de
Ciudad Real, y no pienso decir nada sobre conservación del patrimonio local, que
estamos de excursión y ya lo dice todo el molino sin ayuda de nadie.
El
político Pascual Madoz, del siglo XIX, escribió en su “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico
de España y sus posesiones de Ultramar” (le gustaban los títulos largos) que “a
su inmediación está la huerta del mismo nombre, en la que se crían cereales y
buenas hortalizas; existiendo por último una hermosa alameda, de la que se
surten los carreteros para la construcción de carruajes”.
A
principios del siglo XX se le añadieron cuatro pares de piedra de moler, pero cesó
su actividad en 1959 o 1960, siendo uno de sus últimos molineros Francisco
Rodríguez Fernández.
Actualmente
el molino no tiene cubierta ni suelo en la segunda planta, está en estado
ruinoso aunque conserva cárcavos, regolfos, muros y la presa, que está invadida
por la maleza. Y como las palabras están para entenderlas, he de añadir que los
cárcavos son los huecos donde giraba el rodezno de los molinos. Un rodezno
viene a ser una rueda hidráulica horizontal, y los rodeznos de regolfo son una
innovación española que aprovecha mejor la corriente del agua o del viento.
Aquí
termina la mitad de nuestro paseo. Como en un par de horas anochecerá, disfrutaremos
de la puesta de Sol en nuestro regreso a casa, cansados pero contentos. Dice la
expresión popular: “¿A dónde vais? ¡A la feria! ¿De dónde venís? Puf… de la
feria.”
Hasta
otro día.
Fuentes:
CiudadReal.es, es.Wikiloc.com, Uclm.es, Oculto.eu, ElSayon.blogspot.com,
DiccionarioMadoz.org, ElBlogDeMara5.blogspot.com, Publicaciones.dipucr.es,
UnPaseoManchego.blogspot.com, HumedalesDeLaMancha.es, Olmo.pntic.mec.es
Hola Eva,
ResponderEliminarque bueno encontrarte por aquí... Gracias por la información que tan bien complementa mis rutas en bici por esta preciosa tierra.
Montse