lunes, 22 de febrero de 2016

BAJO EL AGUA


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
22/02/2016
Por Eva Martínez Cabañas





A ver cómo cuento yo esto…
 
En España hay una banda que toca música rock, pop electrónico y canta en inglés. Pues bien, hace algunos años me encontré una entrevista en la que les preguntaban a sus miembros sobre su reciente viaje a Nueva York. Los integrantes no regresaban muy contentos, e incluso dijeron que habían pasado mucho tiempo en el hotel debido a su falta de interés por la ciudad. Claro, yo me llevé las manos a la cabeza y pensé que jamás volvería a escuchar a nadie hablar con tanta vehemencia de su falta de curiosidad. Pero me equivoqué.

Lean: No hay nada tan desesperantemente monótono como el mar. No me sorprende en absoluto la crueldad de los piratas. Esto lo dijo James Russell Lowell (1819-1891), poeta, abolicionista con ideas algo racistas y embajador en España. 

A los músicos los dejo tranquilos porque no todos tenemos que compartir gustos y opiniones, pero al poeta… Al poeta le voy a hacer un pequeño homenaje. Y solo porque, al haber nacido en el siglo XIX, se ha perdido todos los documentales de La 2 y la revista National Geographic.

Ya saben de mi amor por los pulpos, ballenas, medusas inmortales, dragones azules, o los peces gota, así que, como el océano es tan inmenso como sus secretos, hoy vamos a hablar de otras cositas submarinas no menos fascinantes. 

Y que inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano, dice el escritor británico Arthur Clarke. Entonces me pregunto ¿de dónde viene el agua? Porque algún origen tuvo que tener… Que sepa, tenemos dos teorías: una asegura que vino en forma de hielo y a bordo de meteoritos que impactaron contra la Tierra hace unos 4.500 años. La otra dice que el agua se formó en el centro de nuestro planeta por reacciones a altas temperaturas entre átomos de hidrógeno y oxígeno, y que estas moléculas fueron expelidas a la superficie terrestre en forma de vapor y a través de los volcanes. No me dirán que ambas teorías no son dignas de Julio Verne.

Pero yo quiero hablarles de personas que viven bajo el fondo del mar. ¿Sirenas? ¿Tritones? No, no, humanos de los pies a la cabeza. ¿Submarinistas a bordo de un submarino? ¿Buzos con bruñidas escafandras? ¿Buceadores con botellas de prana? No, no me sean impacientes.

Bajo las aguas oceánicas, además de pecios repletos de doblones de oro, oricalco, ánforas, cerámicas, leyendas y otras chucherías, podemos encontrar antiquísimas y misteriosas ciudades. Tal es el caso de la ciudad sumergida en Cuba, descubierta en 2001, en la península de Guanahacabibes, gracias al sonar de una empresa canadiense que trabajaba en una misión de estudio. Un vehículo operado a control remoto filmó estructuras de grandes bloques de piedra semejantes al granito, con un tamaño entre 2 y 3 m. Se ha calculado que estas estructuras necesitaron unos 50.000 años para quedar sumergidas completamente.

¿Y qué me dicen de Heraklion-Thonis? Fue una ciudad egipcia que se perdió totalmente hace más de un milenio. Sin embargo en el año 2000 unos arqueólogos descubrieron sus descomunales estatuas de más de 5 m. de altura. Estaban sumergidas frente a las costas de Alejandría y en la bahía de Abukir. Herakilon fue el nombre que le dieron los griegos, y Thonis los egipcios. Las estatuas se han datado entre el siglo VII a.C. y el siglo VIII. Heraklion es mencionada por el historiador griego Herodoto, que vivió en el siglo V a.C. Mencionó la ciudad antes de la guerra de Troya, diciéndole a Helena que había visitado Heraklion junto a Paris. Tras las estatuas también se descubrieron la nave de un templo y una placa de oro donde está escrito en griego que el rey Ptolomeo III, siglo III a.C, mandó construir en la ciudad el templo en honor al héroe Heracles.

Recordemos otra antigua ciudad conocida como Dwaraka. No había rastro de la hermosa ciudad que había sido el lugar predilecto de los Pandavas. Dwaraka era solo un nombre, solo un recuerdo, dicen unas líneas de los textos sánscritos del Mahabharata, siglo III a.C, donde se describe como un tsunami se tragó una ciudad entera en la antigua India. En los años noventa del siglo veinte se encontraron sus vestigios frente a las costas de la actual ciudad de Duarka. El sonar del Instituto Nacional de Tecnología Oceanográfica de la India los descubrió mientras se estudiaba los niveles de contaminación del golfo de Cambay. En 2002 el sistema de datación de carbono reveló que uno de los objetos encontrados tenía entre 8.500 y 9.500 años de antigüedad. Las reliquias se estudiaron a través del método de la termoluminiscencia y se obtuvieron dataciones de entre 13.000 y 32.000 años atrás. Así pues, los arqueólogos e historiadores han quedado totalmente desconcertados.

Otras ciudades sumergidas están fuera del tiempo y de lugar históricamente hablando, pero ¿acaso no es tiempo de reconsiderar los orígenes y antigüedad de nuestro planeta debido a las nuevas evidencias subacuáticas y terrestres que están apareciendo en los últimos tiempos? Descubrir la verdad implica inversión de tiempo, medios humanos y tecnológicos, un gran presupuesto y sobre todo cambios en nuestras creencias y conocimiento, pero ¿acaso no merece la pena?

Todas estas ciudades milenarias más los cientos de pueblos sumergidos tras la construcción de presas y pantanos están deshabitados. Nadie vive en ellas, salvo los peces…

Supongo que a la mayoría de nosotros el mar nos pone un poco nerviosos. Sea cual sea su sonrisa, dudamos de su amistad, dijo el escritor británico H. M. Tomilson. Así que, para hacerlo más amigable y cercano, varios artistas han poblado las profundidades de esculturas submarinas humanas a tamaño real, anclando nuestra energía en lo desconocido y asombrando a los buceadores. 

Como ejemplos de esto contamos con el parque de esculturas submarinas de Jason deCaires Taylor, situado en la caribeña isla de Grenada. Este proyecto es un auténtico museo bajo el agua que la naturaleza convertirá en arrecifes de coral, regenerando así parte de los corales devastados por huracanes y tormentas. El lugar convoca a fotógrafos, submarinistas, artistas, curiosos, y a los amantes de sensaciones nuevas, y National Geographic la ha elegido como una de las Veinticinco Maravillas del Mundo.

Otro trabajo de Taylor es el museo submarino más extenso del mundo: el MUSA o Museo Subacuático de Arte, que está situado en las aguas que separan la costa de Cancún e Isla Mujeres, en México.

También es suyo el Atlas oceánico, una escultura de 5 m. de altura y 60 toneladas de peso que se encuentra en las aguas de las Bahamas. Está cerca de una refinería que goteaba sobre los arrecifes coralinos, y simboliza la urgente necesidad de cuidar nuestros océanos. Actualmente Taylor vive en la española isla de Lanzarote, donde está desarrollando un nuevo museo subacuático. 

Gracias a este artista ahora viven bajo el mar un señor que ve la tele y come hamburguesas desde su sillón de piedra, un círculo de niños, gente que espera la resurrección, una niña que disfruta de su jardín, multitudes, una casa, muebles, personas que entierra la cabeza bajo la arena, un señor en bicicleta, un coche, un piano, bombas y frutas… 

Pero tal y como decía Hermes Trismegisto Como es arriba es abajo, y si arriba existe lo humano y lo divino, abajo ocurre de igual manera.

Otros artistas han utilizado este líquido espacio para recordar a los desaparecidos. El escultor italiano Guido Galletti, quiso rendir tributo al buzo Dario Gonzatti, que falleció en 1947. En el mismo lugar donde perdió la vida colocó su Cristo del Abismo, realizado en bronce y con 2,5 m. de altura. Así, Jesús de Nazareth levanta los brazos hacia el cielo en la bahía de San Fruttuoso a 15 m. de profundidad. Una placa en su pedestal rinde homenaje a Duilio Marcante, que fue la persona que tuvo la idea original de sumergir al Cristo.

El molde de Galletti dio para hacer otras dos figuras. La segunda está en la anteriormente mencionada isla de Grenada, recordando a la tripulación de un barco de pasajeros, el MV Bianca C, que se hundió en dos ocasiones. La primera vez en Francia antes de ser acabado, y la segunda en 1961, después de una explosión e incendio en Grenada. El tercer Cristo del Abismo está en Cayo Largo, en Cuba. 

Hay mucha más personas, santos, cristos, vírgenes y dioses antiguos bajo las saladas aguas y dulces de nuestro planeta, así como grutas submarinas, agujeros azules, volcanes subacuáticos e incluso un “triángulo” en las Bermudas que se traga barcos y aviones. Pero creo que ya está bien por hoy. Me planto con las ciudades y las estatuas para jugar a las casitas submarinas.

¿Qué sabe el pez del agua en la que nada toda su vida? se preguntó Albert Einstein. Pues muchas cosas… Querido poeta abolicionista de hace dos siglos: si tomas mi mano te llevaré de nuevo al fondo del mar, a mundos inexplorados, a jardines de flores inexplicables, a paisajes repletos de seres extraordinarios desconocidos en otros planetas, al interior de una molécula de agua, o al pantano de Ciudad Real, pero no me digas que el mar es monótono. Otras muchas cosas ocurren en él, y algunas no son agradables. Así, que los piratas sigan su cruel camino hasta sanar sus heridas que, como decía la escritora danesa Isak Dinesen, Todo se cura con agua salada: con sudor; con lágrimas o con el mar

Hasta otro día.


Fuentes: NationalGeographic.es, Abc.es, VeoVerde.com, RedBull.com, Upsocl.com, Wikipedia, LaGranÉpoca.com, HiperTextual.com, ElImparcial.es, GranMisterio.org.
Foto: RevistaMadreTierra.com
 

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