lunes, 4 de abril de 2016

IMPORTANTES ESPEJOS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
04/04/2016
Por Eva Martínez Cabañas







Dice un antiguo proverbio árabe Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate a un espejo.

Un buen consejo, pues nuestros semejantes y estos maravillosos artilugios nos ayudan a conocernos. Alicia atravesó uno para volver al País de las Maravillas, Umbra y Lux atravesaron otro para llegar a Bifáriam, Harry Potter veía a sus padres fallecidos en el espejo de Oesed (que leído al revés es Deseo, pues eso era lo que reflejaba), Galadriel utilizaba su espejo de oráculo en El señor de los anillos, y la madrastra más célebre de todos los cuentos infantiles consultaba al suyo para saber si seguía siendo hermosa.

El espejo en sí es tan poderoso, que en la película Gato negro, gato blanco, de Emir Kusturica, uno de los patriarcas lo utiliza junto a un conjuro gitano para suspender la boda de su nieto. De un modo elegante, añade el abuelo:

Un espejo.
Los muertos con los muertos,
los vivos con los vivos.
Los hijos con sus padres,
las madres con sus hijos.


Otros elementos también han servido de espejo, pues Narciso utilizó un lago para reflejar su imagen y enamorarse de sí mismo bajo el hechizo de Némesis, la diosa de la venganza. Y Perseo acabó con la petrificadora Medusa reflejando la imagen de la gorgona en su brillante escudo.

Escribió el poeta Antonio Machado:

Mis ojos en el espejo
son ojos ciegos que miran
los ojos con los que veo.


Por sus propiedades y una capa de aluminio en su parte trasera (antiguamente se utilizaba cobre, plata, bronce, o mercurio), un espejo de cristal refleja en su superficie plana y pulida casi toda la luz que choca contra esta. De esta manera podemos ver nuestra imagen o hacer señales gracias a la luz solar, o ampliar visualmente el espacio de una estancia, entre otras utilidades. Se atribuye su invención, en 1835, al químico alemán Justus von Liebig, ya que su técnica de fabricación permitió por fin una producción masiva.

Pero muchos siglos antes ya los utilizaban los antiguos egipcios, griegos, romanos y etruscos, chinos, e indios. Y se han hallado representaciones de estos en la antigua Mesopotamia o en la América precolombina. Se empleaban principalmente como utensilio de tocador, y los hebreos lo situaban como elemento de la fuente de metal de la entrada del Tabernáculo de la Reunión. Así, al lavarse, los sacerdotes podían ver sus imperfecciones.

Cuentan que un jovencísimo Thomas Alva Edison robó un espejo en una tienda de su ciudad y junto a este colocó todas las velas de las que disponía, duplicando ingeniosamente la luz en la habitación. De esta forma el doctor pudo operar a la madre del muchacho sin tener que esperar hasta el amanecer. La historia está repleta de espejos célebres, pero hoy vamos a recordar nada menos que una guerra originada por su causa.

En 1665 el ministro de Hacienda del gobierno francés de Luis XIV (amante del lujo y el boato), envió espías a Venecia para convencer a sus artesanos y que revelaran los secretos de la elaboración de los espejos. El objeto era establecer una industria francesa que satisficiera los deseos de la corte. En contraposición. El gobierno veneciano se lucraba considerablemente de esta práctica, así que la ciudad-estado tuvo una furiosa reacción. Al año siguiente estalló una guerra por intereses económicos donde el espionaje industrial, el asesinato y la estrategia tenían amplio campo de acción.

Los espejos fabricados en la isla de Murano se habían puesto muy de moda entre la alta sociedad europea porque su calidad superaba a otros (con color verdoso, de pequeño tamaño y que deformaban las imágenes). Pero eran tan caros que poseer espejos venecianos llegó a ser símbolo de estatus económico.

Fue en esta época cuando comenzaron a utilizarse como elemento decorativo en habitaciones principales, donde se vestían con bellos y valiosos marcos y un pie artístico que permitía su reubicación y recordar su valor. Los espejos grandes podían costar más que un retrato al óleo de un famoso pintor, pero las cortes europeas y sus nobles podían pagarlos. La industria vidriera daba trabajo a muchas familias venecianas, y los mejores clientes los fueron alemanes y holandeses.

El conocido como Consejo de los Diez (un órgano político que controlaba el comercio exterior) estableció una férrea prohibición de revelar la técnica para evitar que la pingüe fuente de ingresos les fuera arrebatada por la competencia extranjera. Así empezó una guerra encubierta.

Pierre de Bonzi, embajador francés en Venecia, convenció a algunos maestros espejeros para que abandonaran su taller en Murano y se establecieran en Francia, prometiéndoles grandes sumas de dinero y un ascenso social. El agente 007 francés del siglo XVI, llamado Jouan, monsieur Jouan, no consiguió rematar la estrategia, así que se encargó la tarea de reclutamiento a dos vidrieros italianos de nombre Giovanni Castellano y Giovanni Bormioli. Ambos se jugaban la vida. En la operación, uno de los espías franceses descubrió que el enemigo conocía sus planes y más muerto que vivo recogió a los artesanos y a varios trabajadores y huyó a medianoche, en un barco vigilado por veinticuatro hombres valerosos, armados hasta los dientes. Llegaron a Ferrara y desde allí partieron en carruaje hasta París.

Los maestros vidrieros y los operarios que los acompañaban se incorporaron a la nueva fábrica francesa instalada en el suburbio parisino de Saint-Antoine, que estaba al mando de Nicolas du Noyer.

Claro, el embajador de la República Veneciana en la corte de París, Alvise Sagredo, comunicó el hecho al Consejo de los Diez, añadiendo que solo habían conseguido producir espejos de 25 cm. Pero nuevamente se armó la de San Quintín

Por cierto, el origen de esta expresión está en una batalla entre las tropas de las coronas española y francesa en el año 1557. Debido a un fatídico error estratégico, el ejército tomó el camino de San Quintín (o Saint-Quentin) donde fueron sorprendidos y derrotados en un cruce por los españoles. El rey Felipe II mandó construir el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial para conmemorar la victoria. En la contienda murieron unos 6.000 soldados franceses y otros miles de españoles. Un saludo a Quetin Tarantino.

Volviendo a los espejos, el Consejo de los Diez dio la orden de hacer volver a los maestros artesanos y a sus operarios a toda costa. El nuevo embajador de Venecia en París, Marcantonio Giustiniani, primero les rogó, y luego los amenazó de muerte a ellos y a sus familias; así que en secreto Colbert envió un barco a Venecia y se llevó a parís a las familias de los huidos. Como respuesta, los espías venecianos persiguieron a varios de estos expertos fugados hasta Basilea, en Suiza. Como no lograron persuadirlos, envenenaron al mejor de los espejeros en una ejecución ejemplarizante. Como días después otro de los maestros sufrió síntomas de envenenamiento, los demás pidieron perdón y regresaron. 

La guerra fría terminó cuando venecianos y franceses llegaron a un acuerdo de importación, pero cinco años después los franceses dejaron de comprarlos por haber mejorado la calidad de los fabricados en su propia factoría. 

En 1679 Luis XIV decidió construir la maravillosa Galería de los Espejos en el palacio de Versalles. Como los espejos seguían siendo pequeños, se ensamblaron en paneles, y Debido al reflejo de tantos espejos, / el fuego de todos los diamantes con que la corte iba adornada / convierte la noche cerrada en tan resplandecientes como el día. Fue el francés Perrotto quien inventó el método de vertido que permitió fabricar espejos de más de 2 m. de altura. 

Dice un aforismo anónimo: La vida es como un espejo; te sonríe si la miras sonriendo. Y como me encanta Jorge Luis Borges, me permito recordar este grano de arena de su obra El Aleph:

Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó.

Dedico estas palabras al conde Drácula y a sus amigos vampiros.

Hasta otro día.


Fuentes: NationalGeographic.com.es, Wikipedia, Artiggo.com, IESLeonardoAlacant.es, MuyInteresante.com, MuyHistoria.com - Foto: Fotomúsica.net


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