lunes, 21 de octubre de 2013

ROCAS QUE CAMINAN PLAYAS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
7/10/2013
Por Eva Martínez Cabañas






Como nuestro Vázquez habrá colgado una preciosísima foto que ilustre lo que quiero plantearos (ya sabéis que él prefiere un solo fotograma a mil palabras), ya os habréis hecho una ligera idea de lo que quiero contar este lunes. Que no es que quiera quitarle importancia a los extraños sucesos que ocurren en nuestra provincia (de eso ya está pendiente David), pero estas pequeñas cosas me hacen reír y me gusta compartirlas.

Pues bien. Vamos a contar cómo estas rocas provocadoras parecen decir ¡Eh, mírame! ¡Mira lo que hago…!

Y es que se mueven lentamente. Mucho más despacio que el ritmo que imprimen los caracoles al subir por el tallo. Mucho más lento que el paseo celeste del Sol hasta el ocaso; y mucho más parsimonioso que la capacidad que tienen las niñas de nuestros ojos para captar el movimiento.

Aunque, a día de hoy el movimiento de las rocas no se ha visto ni se ha filmado, estas orgullosas piedras se encargan de dejarnos testimonio de su hazaña de una forma contundente y clara: con una estela o surco medible, muy visible, y que a veces tiene forma curva o se cruza con otro surco. ¡El espectáculo es mejor que una ópera de cuatro horas!

A estas rocas se las conoce con el nombre de piedras viajeras o piedras rodantes. Se mueven lentamente por la superficie agrietada de la playa de un lago seco y, digan lo que digan, es un fenómeno geológico de lo más extraño. ¿Será que buscan a Mahoma? (perdón por el chiste). En su movimiento no intervienen humanos o animales. Tampoco el viento parece ser el responsable, ya que piedras de 300 kg necesitarían vientos de casi 300 km/h para desplazarse.

Aunque pueden encontrarse en otros lugares del planeta, el sitio emblemático para contemplar el pétreo espectáculo es Racetrack Playa, un lago seco estacional que está situado al norte de las montañas Panamint, en el parque nacional del valle de la Muerte en California, Estados Unidos.

Ahora vamos con nuestro momento “aprenda idiomas como quien no quiere la cosa”: en inglés estas piedras se conocen con el bonito nombre de sailing stones (yo las hubiera llamado Rolling Stones… Oh, yeah!) Por cierto… “playa” es el nombre que se utiliza en inglés para denominar los lagos secos.

Bueno, el caso es que en el valle de la Muerte las piedras se mueven…

Los nativos de la zona dicen que las mueven los espíritus, y los primeros exploradores y buscadores de oro opinaron que las movía algún tipo de campo magnético terrestre.

Racetrack Playa se encuentra a 1.130 m. sobre el nivel del mar, tiene 4,5 km. de longitud de norte a sur y 2 km de este a oeste. Es excepcionalmente plana, y dos islas de roca carbonatada descansan en su superficie. La playa está seca durante casi todo el año y no tienen vegetación. Tiene dos estaciones de lluvia, una en invierno y otra en verano. Y es en esta época, sobre todo en invierno, cuando el agua desciende desde las montañas hasta la playa. Se forma entonces un lago poco profundo que se evapora rápidamente y deja un lecho de barro, que cuando se seca y resquebraja forma grietas en forma de polígonos geométricos.

En este seco escenario, las rocas comienzan su actuación. Las que poseen superficies irregulares dejan surcos con estrías. Las que poseen superficies más lisas simplemente se deslizan. Dicen que, en ocasiones, una roca se da la vuelta, imprimiendo al terreno una parte diferente de sí misma que modifica el tamaño y el aspecto del rastro ¡Cómo me gustan estas cosas! ¿Cómo narices se dan la vuelta. Supongo que ahí el viento sÍ que les sopla en la oreja…

A lo largo de varios meses pueden desplazarse decenas de metros. Su estela o senda parece no responder a un patrón lógico, ya que en apariencia lo hacen en distintas direcciones, aún luego de moverse un tramo en paralelo. También presentan distinta longitud de trayecto aunque las rocas tengan un tamaño parecido. ¿Os acordáis de la tercera entrega de Piratas del Caribe, cuando las piedras de la playa cobran vida y acaban moviendo el barco de Sparrow?

El geólogo George M. Stanley desarrolló una teoría en 1955: el movimiento es consecuencia de una acción conjunta del viento, el hielo y el barro o arcilla. Cuando la fina capa de agua que cubre el lago se congela, las piedras quedan atrapadas en el hielo. Luego las placas de hielo se funden, flotan sobre una película acuosa que lubrica el contacto con la arcilla resbaladiza haciendo que todo el conjunto (aquí se incluyen las rocas) sea desplazado por el fuerte viento. Este ciclo se repite año tras año, depositando las rocas a cientos de metros de su situación original. La brevedad de estos desplazamientos hace el movimiento imperceptible.

En los años noventa se colocó dispositivos GPS en varias rocas (yo les hubiese colocado una cuerda). Esto pareció corroborar la tesis de Stanley, ya que las piedras se movieron ligeramente después de algunas tormentas.

Hala… ya nos han espachurrado el misterio…
 
Sin embargo, a estas piedras dan ganas de colocarles un dorsal con un número sobre el lomo… ¡La carrera va a comenzar, señores y señoras! ¡Apuesten por su roca preferida! Eso sí… tendremos que volver en unos meses para medir lo que se han movido.

 

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