CIUDAD REAL DIGITAL
BARRICADA CULTURAL
30/09/2013
Cuando
Julio Verne escribió 20.000 leguas de viaje submarino seguramente no imaginó
que la historia del primer submarino real iría cargada de intrigas, héroes, villanos
y gran tesón, al igual que su bella novela. En estos días se rinde homenaje a
Isaac Peral con motivo del 125 aniversario de su submarino. Su historia es sorprendente,
y es tan gráfica en su contenido que sobran los comentarios añadidos. Juzgad
por vosotros mismos.
Isaac
Peral y Caballero, nieto e hijo de marinos, fue científico, marino y teniente
de navío de la Armada
española. Y le debemos ser el inventor del primer submarino torpedero, al que
se conoce como submarino Peral, así como una ametralladora eléctrica, un
ascensor eléctrico y un varadero móvil.
Nació
en el callejón de Zorrilla, en la
Cartagena española de 1851 y fue hijo de Isabel y Juan Manuel.
Su padre siempre estaba destinado a algún lejano lugar y su madre, con el
propósito de labrar un buen futuro para su hijo, tuvo el valor de enviar una
solicitud a la reina Isabel II, quien le otorgó a un Isaac de ocho años el
título de aspirante de Marina y el derecho a utilizar el uniforme, siempre que
se comprometiera a ingresar en la Escuela
Naval en cuanto tuviera edad. Tuvo dos hermanos, Pedro y
Manuel, que también se alistaron en la Armada.
Al
cumplir los catorce años Isaac aprobó el examen de acceso al Colegio Naval
Militar de San Fernando, donde se aplicó en aritmética, geometría, álgebra,
construcción naval, maniobra, astronomía, historia naval, pilotaje, mecánica,
física y máquina de vapor e historia de España. Tanto es así que consiguió el
grado de guardiamarina de segunda clase y el apodo de El profundo Isaac.
El
Peral adulto intervino en la Guerra de los Diez Años en Cuba y en la Tercera
Guerra Carlista, por lo que fue condecorado. También destacó
en trabajos científicos: escribió un tratado sobre huracanes, trabajó en los
planos del canal de Simanalés, en Filipinas, realizó cartas hidrográficas y
publicó trabajos sobre álgebra y geometría. Y después de veinte años navegando
en toda clase de embarcaciones y mares, fue propuesto para ocuparse de las
cátedras de física, química y alemán en la Academia de la Armada.
La
idea del submarino surgió a raíz de que la Marina Imperial
alemana amenazara con bloquear las Carolinas, las islas españolas en el
Pacífico. Peral pensó que el submarino torpedero podría contrarrestar la
superioridad naval de los alemanes, ya que el nuevo aparato de las
profundidades (tal y como él lo llamaba) sería capaz de transportar hombres sin
ser visto y combatir con torpedos al enemigo. Comunicó a sus superiores que había
resuelto definitivamente el reto de la navegación submarina. Uno de sus
superiores, el director de la
Escuela de Ampliación, le contestó que por decírselo persona
a la que tiene en gran consideración, le cree; y que viniendo de otra hubiera
pensado que se trataba de una locura.
Tras
un riguroso análisis del proyecto por parte de la Escuela de Ampliación se
aprobó y se dio traslado del proyecto al ministro de Marina, quien recibió el
proyecto con entusiasmo y declara el proyecto alto secreto militar.
La
construcción se llevó a cabo en Cádiz, donde el buque fue bautizado con guasa
por sus vecinos como El cacharro o El puro. Costó 300.000 pesetas, cuando el
precio de un acorazado era aproximadamente de 40 millones. Sin embargo, los
sucesivos ministros demostraron indiferencia o un claro interés en querer
acabar con el invento.
Al
morir Alfonso XII también cambió el ministro de Marina, y el proyecto del
submarino quedó aparcado durante siete meses, filtrándose la noticia desde el
ministerio. Los planos del submarino llegan a manos de un traficante de armas
conocido como el Mercader de la
Muerte.
Pero
gracias al apoyo de la reina regente María Cristina, el submarino fue botado el
8 de septiembre de 1888. Una vieja fotografía nos muestra la congregación de
miles de personas expectantes. Incluso se regalaron abanicos a las mujeres con
el rostro de Peral y el submarino estampados. Acudieron a la botadura buques de
guerra y periodistas de todo el mundo, pero curiosamente no se presentaron las
autoridades españolas.
La
embarcación naval medía 22 m .
de eslora, y obtenía la propulsión de dos motores eléctricos de 30 caballos
cada uno. La energía la suministraba una batería de más de seiscientos elementos
y contaba con un tubo lanzatorpedos, tres torpedos, periscopio, un aparato de
profundidades y los mecanismos necesarios para navegar en inmersión.
La
expectación también fue acompañada por la falta de confianza de los altos
cargos de la Armada ,
quienes temían hacer el ridículo ante todos: pensaban que el submarino daría vueltas
como una pelota debido a su forma. Así que Peral pintó una línea con yeso en el
casco y aseguró que el agua no la rebasaría. Y así fue. Tras la botadura se
convirtió en un héroe nacional e internacional. Cuando visitaba Madrid tenía
que salir al balcón del hotel donde se alojaba, se le obsequiaba con regalos e
incluso se compusieron un vals y una opereta en su honor.
Las
pruebas en el mar se llevaron a cabo a lo largo de 1889 y 1890. El submarino
realizó una inmersión, siguió el rumbo fijado y lanzó torpedos, pero el
gobierno canceló el proyecto por considerar que no pasaba de ser una curiosidad
técnica sin mayor trascendencia, según dictaminó un informe. Y a Peral se le
negó el permiso necesario para atravesar sumergido el estrecho de Gibraltar.
Isaac
Peral también tuvo que enfrentarse al sabotaje. El día de la prueba del submarino
acudió antes para realizar un ensayo previo y se encontró con que las pilas no
funcionaban: habían reemplazado el bicromato de potasa por tinta roja. Afortunadamente
la prueba pudo llevarse a cabo una vez descubierta la trampa.
Se
cree que el responsable del sabotaje fue Basil Zaharoff, uno de los conocidos
como mercaderes de la muerte. Zaharoff amasó durante su vida una de las mayores
fortunas del mundo traficando con armas. Boicoteaba a sus competidores y corrompía
a los políticos, a los que hacía declarar una guerra para venderle
posteriormente sus armas a los ejércitos de ambos lados. Aún así, gozó durante toda
su vida de fama y reputación, e incluso llegó a recibir doscientas medallas y
títulos en treinta y un países distintos.
El
mercader de la muerte trató de comprarle las patentes a Peral en Londres y,
como no lo consiguió, estafó a los gobiernos de Grecia, Turquía y Rusia
vendiéndoles unos submarinos falsos con propulsión a vapor, que ni siquiera
podían sumergirse del todo.
El
submarino de Peral sufrió un total de cuatro sabotajes durante las pruebas que
realizó y, aunque el inventor logró salir airoso de cada una de ellas, Zaharoff
al final consiguió lo que quería. Su influencia en la política española se
debió a su relación amorosa con Mª del Pilar Muguiro y Beruete (hija de un
banquero conservador y sobrina de un líder del Partido Liberal), a la que
habían casado muy joven con Francisco de Borbón y Borbón (primo de Alfonso XII
y que padecía debilidad mental). Pilar y Zaharoff fueron amantes durante
treinta y cinco años y tuvieron tres hijas.
Como
todo parecía marchar, Peral pensó en construir un sumergible más grande que el
primer prototipo, pero la
Historia quiso que los antiguos ministros volvieran al poder
en un nuevo gobierno. El Consejo emitió un informe que descalificaba la
personalidad del inventor y donde se atribuían sus logros a la casualidad. Peral
solicitó una prueba notarial sobre el documento y se descubrió que presentaba
adulteraciones respecto del original, pero el Consejo de Ministros lo dio por
bueno.
Así
que nuestro inventor no tuvo otra opción que entregar el submarino al gobierno
mientras que otros países desarrollaban su idea. Al solicitar la baja
definitiva en el cuerpo, la
Armada ni siquiera le concedió una pensión.
Se
trasladó a Madrid para operarse de un cáncer e intentó hacer llegar a la
opinión pública la verdad de lo sucedido. Aunque se le vetó en cualquier medio
de comunicación, finalmente consigue publicarlo en un periódico satírico, El
Matute.
En
la capital española creó la primera industria eléctrica, montó una fábrica de
acumuladores, las primeras centrales eléctricas de España y varias empresas con
el objeto de electrificar municipios. Sirva de ejemplo la Compañía Termoeléctrica
de Manzanares, Ciudad Real, que fundó junto al marqués de Salinas. Y gracias a
sus batería navegaron los submarinos extranjeros. El ingeniero belga Tudor se
hizo cargo de su trabajo en materia eléctrica. Aún así, se cuenta que Peral
pasó apuros económicos para mantener a su mujer y a sus cinco hijos.
En
1895 se traslada a Berlín para ser operado de cáncer de piel. Un descuido en
las curas le producen una meningitis que acaba con su vida a los cuarenta y
tres años de edad.
El
submarino se abandonó en el arsenal gaditano de la Carraca , en San Fernando (Cádiz)
una vez expoliado de sus elementos de valor. En 1929 Cartagena reclamó el
submarino, el cual estaba expuesto en el paseo marítimo. Recientemente se está
restaurando, tratándose el óxido acumulado después de varias décadas a la
intemperie y eliminando las capas de pintura que lo recubrían. Las hélices
pintadas con purpurina han resultado ser las originales, y los restauradores intentan
recuperar el aspecto plateado que lució el día de su botadura. Una placa en la
proa recuerda el nombre de los diez hombres que acompañaron a Peral en la
aventura.
George Dewey, jefe de la Escuadra estadounidense
que cercó Santiago de Cuba y acabó con la Armada española, aseguró: “Si España hubiese
tenido un solo submarino de los inventados por Peral, yo no hubiese podido
sostener el bloqueo ni veinticuatro horas”.
Y
así el rumbo de la historia hubiese sido otro... Porque, en más ocasiones de
las que desearíamos dejamos nuestro destino en personas que no consiguen ver más
allá de su propia avaricia y mezquindad. Y me parece necesario recordar y rendir
homenaje a los que apuestan por el futuro y la prosperidad de todos. Fue Sócrates
el que dijo: Más escuelas y menos cárceles. Bien está, pero yo me planteo si lo
que realmente necesitamos es impulsar a quienes socialmente lo merecen. Dejar
el camino abierto a quienes inventan, exploran, ayudan, curan, enseñan y
caminan por delante del resto. Y evitar por todos los medios que se marchen lejos
por falta de ayuda y hastiados de zancadillas. Que la historia se repite,
señores... Y seguirá haciéndolo hasta que aprendamos la lección. Y aunque mi
intención era no hacer ningún tipo de comentario al respecto, voto a Bríos que
no he sido capaz...
Hermosa historia ,con lección moral incluída !!!
ResponderEliminarDel otro lado del charco, Franklin, Westinghouse , Edison llevaron bienestar y progreso al consumidor, y compañías que todavía están en pié.Tal vez esto signifique que la democracia liberál es mejor sistema que el monárquico.... no lo se !!!