jueves, 5 de junio de 2014

SIRENAS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
26/05/2014
Por Eva Martínez Cabañas





En enero de 2013, el programa Animal Planet, de la cadena televisiva Discovery Max, emitió en Estados Unidos un documental monográfico donde el biólogo marino Paul Robertson trataba de frenar la supuesta utilización de un radar ultrasónico por parte de la Marina estadounidense. Robertson afirmaba que esta tecnología era causante de la destrucción de millones de cetáceos que aparecían en las playas muertos y con sangre en los oídos.

El documental, llamado “Sirenas, ¿realidad o mito?, también mostraba otro hecho no menos impactante: el hallazgo de una nueva especie de mamífero marino encontrado en el estómago de un tiburón. El equipo de biólogos de Robertson había recuperado el 30% de un humanoide con cola de pez y restaurado su cráneo, proponiendo la teoría del Simio Acuático como explicación del hallazgo. El programa tuvo treinta dos millones de espectadores, y en los días siguientes las redes sociales no hablaban de otra cosa.

Como si se hubiese pulsado un importante botón, dos agencias del gobierno de Estados Unidos: la administración Océanico-Atmosférica de estados Unidos (NOAA), donde Robertson había trabajado, y el Departamento de Estados Unidos para la Seguridad Nacional, hicieron declaraciones públicas a la prensa cuestionando las afirmaciones de la película, incluidas las acusaciones sobre el peligroso radar.

La NOAA colgó un comunicado en internet negando la existencia de estos seres, y asegurando que no se han encontrado nunca evidencias de la existencia de estos humanoides acuáticos. Discovery contestó al comunicado diciendo que “el documental muestra un panorama muy convincente sobre la existencia de sirenas, a lo que podrían parecerse, y por qué se habrían mantenido ocultas”. Y añade: “Más allá de los cuentos infantiles y las criaturas mitológicas, investigadores y expertos analizan las nuevas pruebas que animan a seguir varias líneas de investigación de seres marinos con apariencia humana.

Ante la magnitud del descubrimiento, el equipo de Robertson sacó el cuerpo marino de Estados Unidos, pero el gobierno sudafricano se lo arrebató sigilosamente en Ciudad del Cabo.

En diciembre de 2013, se emitió un segundo documental llamado “Sirenas, la nueva evidencia”, donde el biólogo afirma que el primer documental no ha conseguido frenar las peligrosas pruebas de la Marina, y que el radar continúa trabajando en los fondos marinos. También se muestra el impactante video de dos cartógrafos de fondos marinos que trabajan para empresas petroleras y de gas, quienes filmaron a una extraña criatura abismal con dedos palmeados.

Hace poco, la cadena Discovery Max emitió el primer documental en España. También se ha emitido en otros lugares del mundo. En Israel, el alcalde del pueblo litoral de Kiryat Yam ha prometido una recompensa de un millón de dólares a quién aporte una prueba 100% fiable que demuestre la existencia de estos seres. El mandatario explica que desde niño ha oído contar numerosos avistamientos de estos seres, y especialmente desde 2009, fecha en que se construyó un paseo marítimo.

Si os apetece ver estos documentales, podéis encontrarlos fácilmente en YouTube.

Las sirenas aparecen por primera vez en pinturas rupestres del Paleolítico tardío, en plena Edad de Piedra y en lugares como Egipto o Australia. De esto hace unos 30.000 años. ¡Increíble!

Posteriormente, la mitología griega las convirtió en leyenda. Todas las divinidades griegas fueron importadas de los devas, que eran los primitivos indios anteriores al hinduismo, pero como estos habitantes arios de las elevadas llanuras asiáticas no conocían el mar, se cree que fueron los fenicios quienes introdujeron el culto en los griegos.

En la antigua mitología helena, Océano es hijo del Cielo y de la Tierra. Se  casa con su hermana Tethys y, entre otros hijos, tienen a Aqueleo. Este último se casa con la musa Calíope, quien da a luz a sus tres hijas: las Sirenas. Sus nombres fueron Leucosia (Blanca), Ligea (Armoniosa) y Partenope (Ojo de Virgen). La diosa Ceres las convirtió en monstruos, mitad mujer y mitad pájaro, ya que estas habían presenciado indiferentes el rapto de su hija Proserpina. Las sirenas huyeron a unas islas situadas en Italia. El oráculo predijo su muerte: “cuando un hombre pasase delante de ellas sin detenerse”, así que estas se esforzaban en atraer a los navegantes con armoniosos cantos y dulce música  de liras y flautas.

Las Nereidas eran las cincuentas ninfas del Mar Mediterráneo, que vivían en las profundidades del océano y emergían para ayudar a los marineros. Muchos siglos después de los griegos clásicos, los pintores, escultores y escritores sin demasiados conocimientos en lengua griega confundieron a las Nereidas con las Sirenas. A las primeras le otorgaron talentos musicales e instintos crueles, mientras que otorgaron a las Sirenas su mitad de pez, y su bondad con los marinos. Los tritones sufrieron las mismas alteraciones, y estos hombres marinos con el tiempo fueron descritos como monstruos con cola de pescado y largos cabellos y barbas color del mar.

En el siglo IV a.C. Platón las describe como las cantoras de las Islas de los Bienaventurados.

Posteriormente, en el siglo I, el naturalista griego Plinio el Viejo, quien recopiló en su Enciclopedia numerosos seres ficticios dándolos por reales, rehusó sin embargo dar crédito a las sirenas, encontrando en los animales la causa directa del origen de esta leyenda marina. Asegura en su libro sobre aves: “No creo en las sirenas, aunque Dinon, padre de Clearco, autor célebre, asegura que existían en la India y que seducían a los hombres con sus cantos a fin de cortarlos en pedazos así que se dormían”. En otro lugar declara: “Las sirenas acuáticas son verdaderos pescados que recuerdan vagamente nuestras facciones y que se cogieron varias en las costas de Galia”.

En la Edad Media se retoman con fuerza las leyendas griegas, y se nombra en numerosas ocasiones a ondinas y náyades (ambas ninfas acuáticas de espectacular belleza que habitan en lagos, ríos, estanques y fuentes), o a las sirenas y nereidas.

Según el fraile Vincent de Beauvais (siglo XIII): “Para desembarazarse de las sirenas es menester arrojar al mar botellas vacías: las sirenas se entretienen en correr tras ellas y entretanto uno se escapa. Más vale aún evitar el oírlas, y para esto se deben estopar los oídos lo mismo que se tapa una abertura en un buque”

En el antiguo Oriente las sirenas eran las esposas de los dragones marinos, y servían de mensajeras de confianza entres sus cónyuges y los emperadores de la Tierra. En el 1000 a.C, las sirenas aparecen en Asiria (ciudad al norte de la antigua Mesopotamia y actual Irak). En algunos cuentos antiguos chinos, las sirenas aparecen como una especie cuyas lágrimas se convierten en perlas, y pueden tejer una tela muy ligera, hermosa, transparente y valiosa. Es por esto que los pescadores siempre piensan en capturarlas, pero ellas lo dificultan mediante su canto.

En España, existen también bonitas leyendas como el de “La Sirenuca”, una sirena cántabra que tuvo origen humano. Su madre, harta de que desobedeciera para ir a los peligrosos acantilados, gritó en una ocasión “Permita Dios que te vuelvas pez”, y así sucedió. Desde entonces alerta con su canto a los marineros que se acercan peligrosamente a las escarpadas costas.

En el País Vasco se cuentan las historia de las Itxaslamiak, o Lamias en castellano, unas mujeres con larga cola de pez, que peinan sus cabellos con peines de oro, de los que dependen totalmente. Quien quiera capturarlas debe robarle el peine, aunque esto les enfurece hasta tal punto que pueden ahogar al ladrón o traer mal tiempo a las costas. En ocasiones se enamoran de los pescadores vascos.

En Extremadura las sirenas viven en los ríos, de los que salen para ahogar a los hombres después de seducirlos con sus cantos. Se cuenta que existe una sirena que nada por las aguas del Tajo en Garrovillas, y otra que cada noche de San Blas sale de la fuente de Luná, en Usagre, para atraer y ahogar a sus víctimas.

Para finalizar, en  literatura podemos recordar a las sirenas de la Odisea de Homero, a Jasón y los argonautas, el precioso cuento del siglo XIX “La Sirenita”, de Christian Andersen, los cuentos árabes de “Las mil y una noches”, o “La vieja sirena”, de José Luis Sampedro. Todas ellas bellas, sabias y rodeadas de misterio.


Fuentes: Wikipedia, El País, Muy Interesante, Tejiendo el mundo, El rincón de Irenia, El Mundo.es, ¡Despierta! y Mistery Planet.

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