CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
10/11/2014
Por Eva Martínez Cabañas
Fue
el escritor y político cubano José Martí quien dijo en el siglo XIX: “La
libertad cuesta muy cara y es necesario o resignarse a vivir sin ella o
comprarla a su precio”. Y lo cito porque me gustaría contar un hecho histórico,
la historia de una canción, y la de un muchacho al que le salió muy cara la libertad.
Sucedió así...
En
1961, y por motivos políticos, Alemania quedó dividida en dos partes con la
construcción de un muro. La parte más oriental (la socialista República
Democrática Alemana o RDA) lo denominaba oficialmente Muro de Protección
Antifascista. En la mitad occidental (la República Federal
Alemana o RFA), y en el resto del mundo lo conocimos por otro nombre: El Muro
de la Vergüenza
o el Muro de Berlín.
Su
construcción fue un secreto de estado de la RDA , y fue construido a instancias del partido
Socialista Unificado de Alemania. Los trabajos se realizaron bajo la vigilancia
de la Policía
y del Ejército Popular Nacional. En junio de 1961, el presidente del Consejo de
Estado (Walter Ulbricht), contestó a la pregunta de una periodista afirmando:
“Entiendo su pregunta como que hay hombres en Alemania oeste que desearían que
movilizáramos a los trabajadores de la construcción de la capital de la RDA para erigir un muro. No
conozco la existencia de tales motivaciones, pues los obreros de la
construcción de la capital emplean todas sus fuerzas principalmente en la
construcción de casas. ¡Nadie tiene la intención de erigir un muro!”. Así, fue
el primero en emplear el concepto “muro” dos meses antes de que se construyese.
En
la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, y sin previo aviso, se levantó
prácticamente entero. Solo quedó sin construir una pequeña parte fuertemente
custodiada por la policía socialista. Se cerraron así los accesos a Berlín oeste.
5.000 miembros de la Policía Popular ,
4.500 de las brigadas y tropas soviéticas se apostaron allí para enfrentar un
posible combate en la frontera aliada.
El
alcalde de la RDA ,
Willy Brandt, fue el único que protestó enérgicamente, convocando el 16 de
agosto de 1961 una manifestación en la que participaron 300.000 berlineses
occidentales.
La
reacción de los aliados fue lenta. Entre las protestas internacionales, el
presidente norteamericano Kennedy dijo que era “una solución poco elegante,
aunque mil veces preferible a la guerra”. El primer ministro británico, Harold
Macmillan afirmó que “Alemania del este detiene el flujo de refugiados y se
atrinchera tras un grueso telón de acero. No se trata de nada ilegal”, por lo
que a su vez Kennedy replicó que Berlín era un estado libre y envió 1.500
hombres a Berlín oeste como refuerzo. El 27 de octubre se produjo una
confrontación directa entre las tropas soviéticas y las estadounidenses. Cada
bando contaba con diez carros de combates, pero ambas tropas fueron retiradas
al día siguiente por miedo a una guerra atómica.
Aunque
Alemania oriental afirmaba que “el muro había sido levantado para proteger a su
población de elementos fascistas que conspiraban para evitar la voluntad
popular de construir un estado socialista”, en la práctica servía para controlar
la emigración masiva de la población, la fuga de cerebros y el mercado negro. Y
es que entre la década de los cincuenta y los sesenta del siglo pasado, unos 3
millones de personas abandonaron Alemania oriental junto a muchos polacos y
checos buscando en occidente la esperanza de un futuro mejor. A pesar del muro
y la rigurosa frontera, unas 50.000 personas de Berlín oeste trabajaban sin
embargo en la zona este, y se beneficiaban de las condiciones financieras de la
zona comunista. Como la economía del lado oriental quedó muy debilitada, el
gobierno ordenó a la Policía
Popular que se ocupase de inspeccionar medios de transporte (que
sacaban mercancías y refugiados a la parte occidental), contrabandistas y personas
tratadas de sospechosas, por lo que las libertades se restringieron mucho más.
La
muralla se extendía a lo largo de 45
km . dividiendo la ciudad de Berlín, y de otros 115 km . que separaban el
resto del territorio alemán. El lado oriental estaba fuertemente custodiado por
guardias fronterizos, y se requería un permiso especial para poder visitar la
otra zona. Con los años fue mejorándose con regularidad. En 1975 era de
hormigón armado, tenía una altura de 3,6 m . y 45.000 secciones independientes de 1,5 m . de longitud. Además,
la frontera contaba con una valla de tela metálica, cables de alarma,
trincheras para evitar que pasasen vehículos, una cerca de alambre de púas, más
de 300 torres de vigilancia y 30 búnkers.
Fueron
muchas las personas que perdieron su vida al intentar saltarlo, aunque otros sí
que lo consiguieron. El número exacto de personas abatidas se desconoce, pero la Fiscalía de Berlín
considera que fueron 270 (incluidas 33 que perdieron la vida a consecuencia de
las minas). El Centro de Estudios Históricos de Potsdam estima que la cifra fue
de 125 fallecidos en la zona del muro. Otras fuentes contabilizaron unas 5.000
fugas a Berlín oeste, 192 personas murieron por disparos al cruzar y otras 200
resultaron gravemente heridas. De la misma manera, 57 personas consiguieron
escapar a través de un túnel de 145
m . de longitud cavado por los berlineses occidentales
los días 3, 4 y 5 de octubre de 1964.
Pero
sin duda, el intento fallido más destacado fue el de Peter Fechter, un chico
berlinés de tan solo 18 años que trabajaba como obrero de la construcción. Un
mes antes había cursado la solicitud para cruzar a Berlín oeste y visitar allí
a su hermana Liselotte, pero le fue denegado. Entonces planeo junto a su amigo
Helmut Kulbeik esconderse en un viejo taller cercano al muro, observar desde
allí el movimiento de los guardias y aprovechar el momento oportuno para
escalarlo y cruzar al otro lado. Y así lo hicieron.
Los
guardias fronterizos del este tenían orden de disparar y abrieron fuego cuando
descubrieron la fuga. Helmut lo consiguió, pero Peter fue alcanzado en la
pelvis y cayó del muro por el lado oriental.
Los
disparos en el centro de Berlín habían llamado la atención de cientos de
curiosos que se acercaron a uno y otro lado tratando de comprender lo que estaba
sucediendo. Peter gritaba pidiendo ayuda, no podía moverse y se estaba
desangrando, pero durante casi una hora nadie acudió porque tanto los guardias
de un lado como del otro tenían estrictamente prohibido permitir el paso a
nadie. Lo único que hicieron los soldados americanos fue tirarle a Peter un
botiquín, pero no le sirvió de ayuda porque no podía moverse. Los berlineses de
ambos lados contemplaron impotentes la agonía del muchacho mientras le gritaban
a los guardias que lo ayudasen.
Finalmente
llegó el permiso a la torre de control oriental y tres guardias se adentraron
en la “zona de la muerte” (el área vacía que separaba los las dos zonas).
Levantaron el cuerpo prácticamente sin vida del muchacho y lo alzaron en brazos
por encima de la alambrada, de vuelta a la RDA , mientras eran increpados por los gritos de
“¡Asesinos! ¡Asesinos” de los ciudadanos.
La
falta de asistencia al herido se atribuyó al miedo mutuo entre las dos partes
del muro. Desde el lado occidental no se permitió a los transeúntes ayudarlo
por miedo a un disparo. Berlín oriental también afirmó haber tenido miedo de
intervenir debido a que tres días antes un soldado de la RDA había muerto por un
disparo de un policía de la RFA.
Cuando
el cuerpo de Peter fue recogido, uno de los guardias que habían disparado (no
menos joven que la víctima), volvió la vista atrás y su mirada de pánico quedó inmortalizada
en una fotografía. La foto de aquel cuerpo desangrado se convirtió en un icono
de la resistencia civil.
Durante
la tarde hubo protestas en la parte occidental contra la RDA y las fuerzas militares de
EE.UU. a las que acusaban de pasivas. A media noche, unas 10.000 personas se
manifestaban y tiraban piedras contra un autobús de tropas rusas. En los días
siguientes, el canciller Konrad Adenauer escribió a Nikita Jrushchov, dirigente
de la Unión Soviética ,
protestando porque en una gran ciudad del mundo civilizado se negara los
primeros auxilios a un joven, y pidió al embajador americano que en el futuro
se interviniera para ayudar a la víctima.
Cerca
del lugar donde murió Peter, se colocó una cruz en el lado occidental. En el
primer aniversario de su muerte, el alcalde de Berlín occidental realizó una
ofrenda floral. Así mismo, en 1990 (tras la reunificación alemana), se construyó
el monumento a Peter Fechter en el lugar donde cayó del lado este, y se ha
convertido en un punto importante de conmemoración. También la calle donde fue
disparado lleva su nombre desde 2012.
En
1997 (treinta y cinco años después del suceso) se abrió una investigación. Dos
antiguos guardias de la RDA
(Rolf Friedrich y Erich Schreiber) fueron acusados y hallados culpables de la
muerte de Peter. Fueron condenados a un año de prisión.
El
Muro de Berlín cayó en la noche del 8 y 9 de noviembre de 1989, después de 28
años en pie. El funcionario socialista Günter Schabowski anunció en una
conferencia de prensa retransmitida en directo por la televisión de Alemania oriental
que todas las restricciones habían sido retiradas y que los ciudadanos podrían
ir al oeste sin pasaporte ni visado. Pero cometió un error: no leyó la segunda
página del documento en la que se establecía que la medida entraría en vigencia
al día siguiente.
Así
que miles de personas corrieron ese día al muro pensando que podrían pasar. Los
guardas fronterizos no estaban informados de los cambios, pero no se atrevieron
a disparar. Sin una orden concreta y bajo la presión de la gente, finalmente
abrieron los accesos y permitieron el paso al otro lado del muro. A la mañana
siguiente hubo una verdadera avalancha de personas, y muchos de ellos habían
pasado la noche junto al muro esperando la apertura de la frontera a la mañana
siguiente.
Los
ciudadanos de la RDA
fueron recibidos con entusiasmo por los de la
RFA. La euforia colectiva se retransmitió
en todas las televisiones del mundo: los desconocidos lloraban y se abrazaban,
los bares cercanos regalaban cerveza y todo el mundo festejaba en la calle el
acontecimiento.
El
9 de noviembre los propios berlineses empezaron la destrucción del muro con
picos, martillos y todo lo que tenían a su alcance. El violonchelista Mstislav
Rostropovitch (exiliado al oeste) fue al muro a animar a los que lo demolían. El
artista alemán Bodo Sperling promovió la idea de salvar un trozo de muro con el
fin de crear una galería de arte urbano al aire libre, y varias asociaciones de
artistas de ambos lados apoyaron la idea. Más de cien artistas de todo el mundo
fueron invitados a pintar murales en homenaje a la libertad.
En
1990, en la Potsdamer
Platx se llevó a cabo un macro concierto titulado “The Wall
Live” donde participaron grandes artistas del mundo de la música. El objetivo del
evento fue apoyar a la fundación “Memorial Fund For Disaster Relief”, creada
para paliar los impactos de cualquier guerra o desastre natural.
Y
en España (diez años después del suceso) el cantante valenciano Nino Bravo hizo
muy popular la canción “Libre”. Hoy en día, el tema todavía constituye un símbolo
de libertad. La canción fue compuesta por José Luis Armenteros y Pablo Herrero
(excomponentes del grupo Los Relámpagos) en unos tiempos complicados también para
España, precisamente por la ausencia de libertades. Si os apetece, podéis
escucharla en Youtube, y por supuesto en los mejores karaokes de España.
Fuentes:
El Mundo, Taringa, Wikipedia, Mi Periódico y El País.
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