CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
27/10/2014
Por Eva Martínez Cabañas
Dijo Napoleón en cierta ocasión que las batallas contra las mujeres son
las únicas que se ganan huyendo. Mi querido emperador, ¡tomáis las de
Villadiego con demasiada alegría! Haced lo que os plazca, pero sabiendo que a
Ciudad Real se viene a tomar un vinito y a pasear por la plaza, no a pisar uvas
sin permiso. Aquesta mujer que hoy os reta sin espada, y con dos siglos de
retraso, tiene magnífico ejemplo a seguir. Por eso, parafraseando a mi maestro
zen don Quijote de la Mancha ,
os espeto con diligencia: ¡Non fuyades, cobarde y vil criatura, que es una sola
señora la que os acomete! Ah, y lo de obligar a los turistas a inclinar la
cabeza ante vuestra tumba es hacer trampa, que es la voluntad del inclinado la
que realmente homenajea.
En fin lo que sucede es que hace poco me he enterado, que hace mucho, tuvo
lugar en Ciudad Real una batalla de la que no había oído hablar. Se conoce como
Batalla por los Puentes del Guadiana de Ciudad Real o simplemente Batalla de
Ciudad Real. De un lado estaban las tropas españolas, del otro las de Napoleón
Bonaparte. Si queréis, contamos este cuento que ocurrió realmente y dentro del
marco de la Guerra
de la Independencia
Española.
Pues bien, las cosas comenzaron a ponerse feas el 2 de mayo de 1808 en
Madrid. Los franceses habían invadido la capital para darle gusto a su jefe
Napoleón, quien coleccionaba territorios, y los madrileños lógicamente se
enfadaron y se sublevaron. Desde ese momento las tropas napoleónicas se
centraron en ocupar la península ibérica. Su objetivo principal era bloquear Cádiz,
y someter Andalucía y Portugal para cortar el comercio con Inglaterra.
Fue entonces cuando el Ayuntamiento de Ciudad Real convocó en la Plaza Mayor a los
ciudadrealeños para proclamar la lealtad de la ciudad al rey Fernando VII, que
ya reza el escudo de Ciudad Real, “Mvy noble, Ciudad Real, mvy leal”. En
nuestros días se ha puesto más de moda el eslogan “Ciudad Real te enamora”,
pero no pienso salirme del tema. La ciudad contaba por aquel entonces con unos
7.000 vecinos.
Se colgaron en el Ayuntamiento la imágenes de la Virgen del Prado y del rey,
y el Regimiento Provincial de Milicias de Ciudad Real se marchó hacia la
provincia de Jaén, a defender los cerros de Bailén del avance francés hacia
Andalucía, con 575 hombres al mando del capitán de infantería Vicente Nieva. En
el cerro del Cerrajón, el regimiento formó parte de la 2ª División del marqués
de Coupigny.
Como curiosidad hay que decir que en el batallón de Coupigny estaba alistado
Baldomero Espartero desde los 15 años de edad, por lo que participó en la
batalla de Bailén el que llegaría a ser general del ejército español y regente
de España. Así mismo, como ayudante de campo del marqués también estaba José de
San Martín, futuro líder de la independencia de Argentina, Chile y Perú.
El 19 de julio de 1908 21.000
soldados del ejército francés al mando del general Dupont, se enfrentaron a
27.000 soldados españoles a las órdenes del general Castaños. La derrota de
Dupont en Bailén tuvo grandes consecuencias, ya que la noticia forzó a José I, hermano
de Napoleón, a abandonar Madrid. Cuando las tropas ciudadrealeñas regresaron a
casa, fueron vitoreadas por sus vecinos y homenajeadas en la parroquia de La Merced.
Otro acontecimiento importante previo a la contienda de Ciudad Real fue la Batalla de Valdepeñas, que
tuvo lugar el 6 de junio de 1808. Valdepeñas contaba con 8.000
habitantes y era una de las villas más prósperas de Castilla La Nueva por ser la principal
productora de vino en España. Pero su principal atractivo radicaba en el hecho
de que se encontraba situada a mitad del camino real que conectaba Madrid y
Andalucía. La batalla se libró en el cerro de Las Aguzaderas, se solicitó ayuda
a las villas cercanas y se ocultaron a mujeres, niños y enfermos en las
bodegas. Parapetaron las calles con
carros y cuerdas, y enterraron clavos en la tierra para dañar a las caballerías.
Los labradores se armaron con sus herramientas de trabajo, y las mujeres con
útiles de cocina y agua hirviendo. Sobresalieron en la contienda la heroína
local Juana La Galana ,
que luchó en la entrada a la villa cuerpo a cuerpo y armada con una porra; Francisco
Abad Moreno, un joven conocido como El Chaleco y que tras haber perdido a su
madre y hermano organizó una guerrilla; y la Fraila , viuda y santera de la ermita, que tras
perder a su hijo, guerrillero de Chaleco, invitó a toda una tropa de más de 100
soldados franceses a comer y beber en la ermita. Tras tenerlos dormidos, hizo
volar la ermita prendiendo la pólvora que llevaban estos y murieron todos.
Ante la dificultad de no poder
hacerse con las villas del camino real, los franceses bordearon el río Guadiana
hasta Ciudad Real, donde el 26 y 27 de marzo de 1809 tuvo lugar la Batalla de Ciudad Real, entre
el IV Cuerpo del Ejército Imperial Francés (al mando del general Sebastiani)
con 3.500 hombres. El Ejército de La
Mancha (con José de Urbina, conde de Cartaojal) contaba con
una tropa de 2.200 hombres con armamento muy anticuado e insuficiente. Era Semana Santa y se habían concentrado las
tropas en torno a Ciudad Real, ya que el enemigo se aproximaban en contraofensiva
al haber sido derrotado el ejército español en los Yébenes el día 24.
Se movilizaron partidas guerrilleras que vinieron de Ciudad Real, Miguelturra,
Pozuelo de Calatrava y Carrión de Calatrava.
El general Sebastiani dividió el ejército en dos partes. Por un lado, la División de Caballería
del general francés Milhaud llegó a Peralvillo a través del camino real, donde
fue rechazada en los puentes fluviales del Guadiana, que daban paso a Ciudad
Real. En época de la batalla el río contaba con una distancia entre orillas de
unos 100 m .
Pasaron el puente Nolaya con 1.000 jinetes y 4 cañones, pero el contraataque de
la caballería española los hizo retroceder de nuevo hasta la aldea de Peralvillo.
Consiguieron hacerse con el puente del Molino del Emperador, parapetándose
dentro del molino, aunque finalmente tuvieron que retroceder de nuevo. Las
tropas españolas dejaron una guardia en los 4 cañones situados en los puentes
del Guadiana, y después se retiraron a Ciudad Real. Al día siguiente, el 27 de
marzo de 1809, la batalla se libró a la altura del Puente Nolaya. Tras un
avance, las tropas francesas fueron rechazadas de nuevo por los cañones.
En cuanto a la segunda división, estaba formada por la Caballería Polaca
del ejército francés, que cruzó el puente Guadiana cercano al castillo de
Calatrava y sorprendió de noche y por la espalda al Regimiento de Milicia de
Ciudad Real. De esta forma cayó parte de la infantería española situada en la
falda del cerro de La
Atalaya.
Los franceses traspasaron las murallas de Ciudad Real liberando a los 80
prisioneros franceses, que habían sido capturados en los combates de los días
anteriores, y que estaban presos en los sótanos de la Casa de la Caridad. En cuanto al ejército
español, el general Cartaojal ordenó la retirada hasta Viso del Marqués. El
Regimiento de Milicias de Ciudad real quedó destrozado y habiendo perdido su
bandera ante el enemigo.
El general francés esperó en la Puerta de Calatrava a que los ciudadrealeños
salieran a suplicarle clemencia para no tomar rehenes ni destruir la ciudad. Y
así lo hizo un pequeño grupo de ciudadrealeños, pues la mayoría había huido a
los montes. El general accedió, y las tropas de ocupación francesa marcharon a
Miguelturra.
Una parte de la tropa de ocupación permaneció en Ciudad Real como
destacamento de vigilancia, y el 3º Regimiento de Caballería de Húsares de
Holanda quedó acuartelado en el Hospital de la Caridad de Ciudad Real. El
16º Regimiento de Dragones también ocupó la Casa de la Caridad , y estuvo de guarnición en Ciudad Real de
manera permanente.
Para tratar de reconquistar la ciudad, en 1811 se forma un escuadrón
franco de húsares de caballería con ciudadrealeños y miguelturreños, quienes
combaten a los franceses a través de acciones de guerrilla. La ocupación
francesa de Ciudad Real se mantuvo hasta 1813.
Y aquí acaba el resumen de la batalla. A principios del siglo XX un
pastor ciudadrealeño encontró botones del ejército francés, un águila imperial
y mosquetes en el que fue campo de batalla de esta contienda.
Dicen que Napoleón I pronunció en algún momento esta sentencia: “La
batalla más difícil la tengo todos los días conmigo mismo”. Ahí sí te doy la razón,
amigo Bonaparte.
Fuentes: Ciudadreal.wordpress.com, Ciudad Real Monumental, Wikipedia.
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