CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
16/03/2015
Por Eva Martínez Cabañas
En la España medieval convivían las tres grandes culturas de la época: musulmana, cristiana y judía. Sin embargo, su coexistencia no tenía nada de pacífica. Los cristianos y musulmanes se mataban entre ellos en cruentas batallas hasta que, tras ocho siglos, los primeros consiguieron expulsar del todo a los segundos. Los judíos también tuvieron que abandonar el territorio acosados por los cristianos.
La judería de nuestra ciudad estuvo situada alrededor de la iglesia de Santiago y donde hoy se encuentran las calles Toledo, Mata, Estrella o Ángel entre otras. Dicen algunos textos que, con casi dos mil judíos, llegó a ser una de las mayores comunidades sefardíes de Castilla.
Nos quedan algunos vestigios como la puerta de la sinagoga, que fue hallada al realizar obras frente a la calle Libertad; o un precioso azulejo que se exhibe en el Museo Provincial junto a otros objetos de la época. También se conserva una puerta de estilo mudéjar del siglo XIV encontrada en la calle Estrella, y que está expuesta en el patio trasero del edificio del Rectorado.
La Casa del Arco, situada en la Plaza Mayor con el carillón del Quijote, fue propiedad del rabí judío Alvar García en el siglo XV. En 1479 los Reyes Católicos se la embargaron y la regalaron a la ciudad para que esta tuviese un ayuntamiento.
En la iglesia de Santiago Apóstol apareció su cementerio medieval con varias lápidas judías reutilizadas. Un albañil lo descubrió por casualidad a mediados del siglo XX, junto a una red de estancias subterráneas con vasijas rojas y azules llenas de ceniza y colocadas en anaqueles de madera. El descubridor aseguró que pasó a través de varias galerías con puertas y escalones desde la calle Libertad hasta la plaza de las Terreras, donde salió por una alcantarilla. Recordemos que nuestra ciudad cuenta con amplia red subterránea de pasadizos y galerías originadas por el río Guadiana. Las vasijas quedaron bajo tierra cuando se selló la estancia.
Lamentablemente, el terremoto de Lisboa de 1755 y el uso de esta como fortín contra las tropas napoleónicas en 1809 (calle Toledo y Cuartel de la Caridad), acabaron destruyendo lo que nos quedaba de la aljama o barrio judío.
A partir del siglo XIV, aquellos sefardíes de la comunidad fueron convirtiéndose en masa al cristianismo debido a las presiones. Así aparecen los judíos conversos. En el siglo XV la aljama fue asaltada y masacrada, y cuando la Inquisición se instauró en la ciudad, huyeron en masa. Siglos después fueron instalándose en el lugar pescadores y agricultores cristianos en lo que hoy conocemos como barrio El Perchel. Un perchel es un aparejo de pesca donde se cuelgan las redes.
Y no me queda más remedio que hablar de ellos…
Dijo el historiador William James Durant: “Tras tolerar todo lo que debe tolerar el historiador y lo que se le permite al cristiano, tenemos que clasificar la Inquisición, junto con las guerras y persecuciones de nuestro tiempo, entre las manchas más negras en la historia de la humanidad, la manifestación de una ferocidad desconocida hasta en las bestias”.
Sabemos cómo se la gastaba la institución pontificia. Para muestra, dos botones:
“Si alguno fuere hallado después de este término (el Domingo de Pasión), será quemado vivo y de su hacienda se harán tres partes: una para el denunciante y dos para el fisco. Los castellanos y señores de lugares arrojarán de igual modo a los herejes que haya en sus tierras, concediéndoles tres días para salir, pero sin ningún subsidio”.
“Sépase que si alguna persona noble o plebeya descubre en nuestros reinos algún hereje y le causa males, deshonras y gravámenes, con tal de que no sea la muerte o el descoyuntamiento de miembros, que lo tendremos como grato y acepto, sin temer que pueda incurrir en pena alguna, antes bien, merecerá nuestra gracia; y después de expoliarles sus bienes y de la deshonra y gravamen que puedan inferirles, los han de traer a nuestros vicarios y frailes para que les apliquen la justicia” (Ordenanza de Pedro Segundo el Católico, rey de Aragón, 1197).
Busco en el diccionario la palabra “hereje” y se aplica a una persona que niega alguno de los dogmas establecidos por una religión o que disiente o se aparta de la línea oficial de opinión seguida por una institución, organización o academia. También es sinónimo de desvergonzado, descarado, procaz, desagradable, perjudicial o pernicioso.
En el seno del autodenominado Santo Oficio correspondía a los obispos condenar a los herejes con la expulsión o excomunión. Y fue la propia Iglesia la que impulsó el apoyo de los tribunales seculares, ya que por derecho canónico, estaba prohibido que los tribunales eclesiásticos dictaran condenas que supusiesen derramamiento de sangre. Así que buscaron apoyo secular. Fueron los reyes católicos quienes solicitaron al papa la instauración de la Inquisición española en Castilla y Aragón.
Las medidas antisemitas ordenaban que estos se dejaran barba y llevasen un distintivo rojo cosido a la ropa para poder ser reconocidos. A finales del siglo XIV quedaba una cuarta parte de judíos en Castilla que un siglo antes.
También surge el término converso, que se aplica a aquellos judíos que se bautizaron cristianos y a sus descendientes. Para salvar la piel, muchos de ellos cambiaron sus apellidos y se denominaron a sí mismos cristianos viejos. Se ganaban la vida como comerciantes, prestamistas o artesanos, y ocuparon puestos influyentes en los consejos municipales o incluso en el clero.
Cuando en 1474 accede al torno Isabel I de Castilla, esta tiene como prioridad restablecer el orden en el reino y garantizar la propiedad privada de todos sus vasallos. Dice un texto de la época: “Tomo bajo mi protección a los judíos de las aljamas en general y a cada uno en particular, así como a sus personas y sus bienes; les protejo contra cualquier ataque, sea de la naturaleza que sea…; prohíbo que se les ataque, mate o hiera; prohíbo asimismo que se adopte una actitud pasiva si se les ataca, mata o hiere…” Pero también toman medidas contra los conversos a petición del prior dominico de Sevilla, ya que estos circuncidaban a sus hijos, celebraban el Sabbath, la Pascua judía o enterraban a sus muertos según el ritual semita. Aunque la reina Isabel se resistió al principio a usar la fuerza contra los conversos, los Reyes Católicos acabaron nombrando inquisidores en Sevilla, ya que pensaban que esta obligaría a los conversos a integrarse. Así nada distinguiría a unos y a otros y acabarían las disputas de una vez por todas.
La noticia de la llegada de los inquisidores provocó el pánico entre los conversos y muchos de ellos huyeron a Portugal, Francia o al norte de África. La inquisición ordenó a los señores que dejaran de proteger a los conversos bajo pena de ser acusados de complicidad y de obstrucción al Santo Oficio. Los judíos que no huyen hicieron frente a la Inquisición, pero su complot en Sevilla es descubierto y los conjurados son detenidos y condenados a muerte. Fueron las primeras víctimas de la Inquisición.
La Casa del Arco, situada en la Plaza Mayor con el carillón del Quijote, fue propiedad del rabí judío Alvar García en el siglo XV. En 1479 los Reyes Católicos se la embargaron y la regalaron a la ciudad para que esta tuviese un ayuntamiento.
En la iglesia de Santiago Apóstol apareció su cementerio medieval con varias lápidas judías reutilizadas. Un albañil lo descubrió por casualidad a mediados del siglo XX, junto a una red de estancias subterráneas con vasijas rojas y azules llenas de ceniza y colocadas en anaqueles de madera. El descubridor aseguró que pasó a través de varias galerías con puertas y escalones desde la calle Libertad hasta la plaza de las Terreras, donde salió por una alcantarilla. Recordemos que nuestra ciudad cuenta con amplia red subterránea de pasadizos y galerías originadas por el río Guadiana. Las vasijas quedaron bajo tierra cuando se selló la estancia.
Lamentablemente, el terremoto de Lisboa de 1755 y el uso de esta como fortín contra las tropas napoleónicas en 1809 (calle Toledo y Cuartel de la Caridad), acabaron destruyendo lo que nos quedaba de la aljama o barrio judío.
A partir del siglo XIV, aquellos sefardíes de la comunidad fueron convirtiéndose en masa al cristianismo debido a las presiones. Así aparecen los judíos conversos. En el siglo XV la aljama fue asaltada y masacrada, y cuando la Inquisición se instauró en la ciudad, huyeron en masa. Siglos después fueron instalándose en el lugar pescadores y agricultores cristianos en lo que hoy conocemos como barrio El Perchel. Un perchel es un aparejo de pesca donde se cuelgan las redes.
Y no me queda más remedio que hablar de ellos…
Dijo el historiador William James Durant: “Tras tolerar todo lo que debe tolerar el historiador y lo que se le permite al cristiano, tenemos que clasificar la Inquisición, junto con las guerras y persecuciones de nuestro tiempo, entre las manchas más negras en la historia de la humanidad, la manifestación de una ferocidad desconocida hasta en las bestias”.
Sabemos cómo se la gastaba la institución pontificia. Para muestra, dos botones:
“Si alguno fuere hallado después de este término (el Domingo de Pasión), será quemado vivo y de su hacienda se harán tres partes: una para el denunciante y dos para el fisco. Los castellanos y señores de lugares arrojarán de igual modo a los herejes que haya en sus tierras, concediéndoles tres días para salir, pero sin ningún subsidio”.
“Sépase que si alguna persona noble o plebeya descubre en nuestros reinos algún hereje y le causa males, deshonras y gravámenes, con tal de que no sea la muerte o el descoyuntamiento de miembros, que lo tendremos como grato y acepto, sin temer que pueda incurrir en pena alguna, antes bien, merecerá nuestra gracia; y después de expoliarles sus bienes y de la deshonra y gravamen que puedan inferirles, los han de traer a nuestros vicarios y frailes para que les apliquen la justicia” (Ordenanza de Pedro Segundo el Católico, rey de Aragón, 1197).
Busco en el diccionario la palabra “hereje” y se aplica a una persona que niega alguno de los dogmas establecidos por una religión o que disiente o se aparta de la línea oficial de opinión seguida por una institución, organización o academia. También es sinónimo de desvergonzado, descarado, procaz, desagradable, perjudicial o pernicioso.
En el seno del autodenominado Santo Oficio correspondía a los obispos condenar a los herejes con la expulsión o excomunión. Y fue la propia Iglesia la que impulsó el apoyo de los tribunales seculares, ya que por derecho canónico, estaba prohibido que los tribunales eclesiásticos dictaran condenas que supusiesen derramamiento de sangre. Así que buscaron apoyo secular. Fueron los reyes católicos quienes solicitaron al papa la instauración de la Inquisición española en Castilla y Aragón.
Las medidas antisemitas ordenaban que estos se dejaran barba y llevasen un distintivo rojo cosido a la ropa para poder ser reconocidos. A finales del siglo XIV quedaba una cuarta parte de judíos en Castilla que un siglo antes.
También surge el término converso, que se aplica a aquellos judíos que se bautizaron cristianos y a sus descendientes. Para salvar la piel, muchos de ellos cambiaron sus apellidos y se denominaron a sí mismos cristianos viejos. Se ganaban la vida como comerciantes, prestamistas o artesanos, y ocuparon puestos influyentes en los consejos municipales o incluso en el clero.
Cuando en 1474 accede al torno Isabel I de Castilla, esta tiene como prioridad restablecer el orden en el reino y garantizar la propiedad privada de todos sus vasallos. Dice un texto de la época: “Tomo bajo mi protección a los judíos de las aljamas en general y a cada uno en particular, así como a sus personas y sus bienes; les protejo contra cualquier ataque, sea de la naturaleza que sea…; prohíbo que se les ataque, mate o hiera; prohíbo asimismo que se adopte una actitud pasiva si se les ataca, mata o hiere…” Pero también toman medidas contra los conversos a petición del prior dominico de Sevilla, ya que estos circuncidaban a sus hijos, celebraban el Sabbath, la Pascua judía o enterraban a sus muertos según el ritual semita. Aunque la reina Isabel se resistió al principio a usar la fuerza contra los conversos, los Reyes Católicos acabaron nombrando inquisidores en Sevilla, ya que pensaban que esta obligaría a los conversos a integrarse. Así nada distinguiría a unos y a otros y acabarían las disputas de una vez por todas.
La noticia de la llegada de los inquisidores provocó el pánico entre los conversos y muchos de ellos huyeron a Portugal, Francia o al norte de África. La inquisición ordenó a los señores que dejaran de proteger a los conversos bajo pena de ser acusados de complicidad y de obstrucción al Santo Oficio. Los judíos que no huyen hicieron frente a la Inquisición, pero su complot en Sevilla es descubierto y los conjurados son detenidos y condenados a muerte. Fueron las primeras víctimas de la Inquisición.
Ciudad Real fue una de las primeras ciudades que albergó un tribunal del Santo Oficio desde 1483 a 1485. La instauración en la ciudad se debió a su buena posición geográfica en el camino hacia Andalucía, y por su importante comunidad de cristianos nuevos. Pretendió ser un ensayo social con la idea de trasladarlo posteriormente a Toledo, y la ciudad admitió el tribunal mansamente.
Los inquisidores de Ciudad Real fueron un licenciado y canónigo en Burgos, un fiscal, un asesor, cuatro pesquisidores, una serie de colaboradores conversos y algunos miembros de la aristocracia local. La sede del tribunal se situó en la Casa del Corregidor, situada en la calle Libertad, a la que también se conoció como la calle de la Inquisición o del Quemadero. La casa existió hasta 1990.
Los primeros procesados fueron un matrimonio ausente de la ciudad, que eran figuras referentes de la comunidad conversa. Él era recaudador y regidor del concejo, y fue detenido como “jefe de los herejes”.
El tribunal actuaba todos los días salvo domingos y fiestas de guardar. En algunas sesiones hubo más de cuarenta implicados.
Para no acabar con el mal sabor de boca de la Inquisición, les dejo con un antiguo refrán judío: “La alegría es el mundo de la libertad”. Particularmente, me resulta curioso que la calle donde estuvo situado el edificio más importante del pueblo más perseguido de la historia, hoy tenga el nombre de Libertad. El paso de los siglos a veces remata las historias de manera muy particular.
Fuentes: Ciudad-Real. es, Wikipedia, ciudadreal.worpress.com, cervantesvirtual.com, Ciudad Real Monumental.
Foto: Retalesdemitierra.blogspot.com
Los inquisidores de Ciudad Real fueron un licenciado y canónigo en Burgos, un fiscal, un asesor, cuatro pesquisidores, una serie de colaboradores conversos y algunos miembros de la aristocracia local. La sede del tribunal se situó en la Casa del Corregidor, situada en la calle Libertad, a la que también se conoció como la calle de la Inquisición o del Quemadero. La casa existió hasta 1990.
Los primeros procesados fueron un matrimonio ausente de la ciudad, que eran figuras referentes de la comunidad conversa. Él era recaudador y regidor del concejo, y fue detenido como “jefe de los herejes”.
El tribunal actuaba todos los días salvo domingos y fiestas de guardar. En algunas sesiones hubo más de cuarenta implicados.
Para no acabar con el mal sabor de boca de la Inquisición, les dejo con un antiguo refrán judío: “La alegría es el mundo de la libertad”. Particularmente, me resulta curioso que la calle donde estuvo situado el edificio más importante del pueblo más perseguido de la historia, hoy tenga el nombre de Libertad. El paso de los siglos a veces remata las historias de manera muy particular.
Fuentes: Ciudad-Real. es, Wikipedia, ciudadreal.worpress.com, cervantesvirtual.com, Ciudad Real Monumental.
Foto: Retalesdemitierra.blogspot.com
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