CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
06/04/2015
Por Eva Martínez Cabañas
En
estos días estamos celebrando por los rincones el 73º aniversario de la muerte
impuesta a uno de los poetas más sublimes que nos ha regalado la historia. Si bien
es cierto que sería más propio celebrar sus poquísimos 31 años de vida, colmados
de infligida lucha, ideales del alma, hambre de cebollas “calavéricas” y luz a
raudales. Luz de la buena, nada de led o bajo consumo…
Mirando
a través de la lente de mi “microspropio”, me disponía a preparar un pequeño homenaje
para sumarme al tributo. Sin embargo algo ha hecho dar un giro de 180º a mi
nanosubmarino amarillo: nadando por el plasma internáutico he hallado las certeras
palabras de un señor que ha acompañado mi camino desde niña. No estoy hablando
de Papá Noel, sino del mismísimo Pablo Neruda.
Así
que no me queda otra que callar, escuchar y aprender, que no es poca tarea
además de ser recomendable para el crecimiento personal y la convivencia en
general. ¡Que hable el maestro! ¡Aprendamos de los que saben ver en lo oscuro!
Dijo
Pablo de Miguel:
“Recordar
a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es
un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos
como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares
de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas
rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz
espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la
sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y este fue el hombre que aquel momento de
España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel
mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de
corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de
claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche
armado con la espada de la luz!”.
Sublime
Neruda, ¡se te ven las alas!
Miguel
Hernández nos enseñó que su corazón volaba por encima de guerras y odios, de
miserias y enemigos. Con sus palabras de ruiseñor nos mostró cómo se vive sobre
la cuerda floja donde, a pesar de todo, la vida se ve desde arriba.
Una
leyenda popular afirma que antes de morir Miguel escribió en la pared de la celda:
“Adiós hermanos, camaradas, amigos. Despedidme del sol y de los trigos”.
Nos
dice el diccionario de la Real Academia Española que Libertad es la facultad
natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar,
por lo que es responsable de sus actos. Que es estado o condición de quien no
es esclavo. Estado de quien no está preso… Sin embargo no menciona tu nombre.
Por
mi parte, guardo en mi corazón aquellos últimos versos: “Porque soy como el
árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida”.
Gracias,
gracias, gracias…
Foto: Poetas-comunistas.blogspot.com
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