CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
01/06/2015
Por Eva Martínez Cabañas
En
la Ronda de Alarcos hay un monumento del que muchos ciudadrealeños desconocen su
origen. Hoy vamos a aprender un poquito más de este postigo que embellece la
ciudad y que llamamos Puerta de Santa María.
Su
nombre le viene dado por el lugar donde está ubicado, que era donde se
encontraba la original Puerta de Santa María de nuestra desaparecida muralla. De
ahí que muchos ciudadrealeños estén en el error de que esta fue la puerta medieval
original. No es así.
Esta
bonita portada formaba parte de un convento de monjas que tenía la denominación
de Nuestra Señora de Altagracia de las Dominicas, y que fue uno de los muchos
edificios derribados durante los años setenta del siglo pasado. El vistoso frente
de la entrada fue almacenado, reconstruido, y posteriormente ubicado en la
rotonda de la Puerta de Santa María. También se conservan algunas columnas y
una rejilla de la antigua construcción.
Reinaba
Juan II cuando en 1435 su construcción fue impulsada por una familia notable de
la localidad formada por el abogado de los Reales Concejos y su mujer. Sus
nombres eran Alfonso Pérez de Ledesma y Mencía Alonso de Villaguirán. El
matrimonio dispuso en su testamento que sobre su casa se levantara un convento para
las monjas dominicas. Doña Mencía fue enterrada allí con el hábito de la
congregación. Otras familias adineradas apoyaron el proyecto a lo largo del
tiempo en que duró su construcción.
Cuentan
que en el siglo XVI existía la costumbre por parte de las familias nobles y ricas
de visitar a media tarde las distintas comunidades religiosas del lugar. Las hermanas
dominicas eran famosas por la elaboración de bizcochos de soletilla que
ofrecían a sus visitas.
El
convento estaba situado entre las actuales calles Jacinto, Altagracia, Estrella
y Luz. Sabemos por el censo de la Corona de Castilla que en 1591 albergaba cincuenta
dominicas en clausura. Dos siglos después, el catastro del marqués de la Ensenada
nos muestra que en 1751 la comunidad estaba formada por diecisiete monjas. Su
patrimonio lo formaban una renta de 1.267 reales, doce casas en suelo urbano
(seis casas situadas en San Pedro, cuatro casas dedicadas al comercio y
situadas en la plaza pública, y calles Cuchillería y Feria y otras dos más),
así como 680 hectáreas de tierra y el molino harinero de La fuente de doña
Olalla, que producía doscientas fanegas de trigo al año.
Sin
embargo, a pesar de su riqueza fue desamortizado en 1836 por Mendizábal, a si
que se pusieron a la venta casi todas sus propiedades y se subastaron veintiuna
fincas con sus tierras, y el molino de harina. Solo conservaron dos fincas.
Otro
dato del que disponemos es que durante la Guerra de Independencia Española del siglo
XIX, la hermandad de Jesús Nazareno trasladó la imagen de la iglesia de San
Pedro al derruido monasterio para ocultarla de las tropas de Napoleón.
En
1935 la comunidad estaba formada por veinticuatro monjas y una novicia. Al
iniciarse la Guerra Civil Española estas fueron expulsadas del convento por los
republicanos, quienes destrozaron las imágenes de culto. El monasterio sirvió
de prisión para los que iban a ser fusilados, y de refugio de los huidos de las
zonas franquistas. Al finalizar la guerra el convento presentaba un estado
lamentable, pero a pesar de eso regresaron las dominicas. La madre priora
comunicó al obispo y al delegado de la vivienda el mal estado del edificio, y al
año siguiente dos monjas tuvieron que abandonar sus celdas por peligro de
derrumbe de las cubiertas.
Los
técnicos de la época recomendaron a las monjas edificar otro convento ya que, utilizando
sus propias palabras, “gastar dinero en este era totalmente inútil”.
En
1968 se cerró su iglesia a los fieles y fue declarada en estado de ruina. El
nuevo convento se construyó en la barriada de San Martín de Porres y se inauguró
en 1969. Al mudarse las monjas, el precioso y valiosísimo edificio religioso
del siglo XV fue derribado sin miramientos. En el solar se construyeron bloques
de viviendas.
Sus
muros eran de piedra y ladrillo, destacaba su mirador con celosía y su iglesia
de redondos y altos contrafuertes. La puerta de acceso a la iglesia estaba
blasonada con el escudo de la orden y coronada por la imagen de la Virgen con el
niño Jesús franqueados por dos animales (la puerta ornamental que hoy conocemos
como de Santa María). El interior de la iglesia albergaba una buena colección
de pinturas de interés y un retablo dedicado a la Virgen del Rosario. El paso
de la Virgen de la Esperanza se montó en este templo desde 1954 hasta 1967.
Contaba
con dos patios. Uno de ellos era cuadrado con columnas de piedra, y sus capiteles
estaban tallados con el escudo de la orden y del fundador del monasterio. La
escalera y el refectorio contaban con artesonados del siglo XVI y cerámicas con
imágenes de santos de gran antigüedad.
El
monasterio fue derruido en 1969.
En
2013 las cuatro últimas monjas dominicas dejaron definitivamente el convento de
la calle San Martín de Porres de Ciudad Real, tres de ellas ya eran
octogenarias, y se marcharon al monasterio federal de Córdoba después de vivir
seis siglos en nuestra ciudad. Los ciudadrealeños las despidieron con cariño agradeciéndoles
la labor de rezar por todos.
“Las
manos que dicen adiós son pájaros que van muriendo lentamente”, nos dice el
poeta Mario Quintana.
Fuentes:
Ciudad-Real.es, Wikipedia, Blog El sayón, Ciudadreal.wordpress.com,
Monumental.miciudadreal.net, La Tribuna de Ciudad Real, la Verdad.es
Foto: Elsayon.blogspot.com
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