CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
25/05/2015
Por Eva Martínez Cabañas
Actualmente
vivimos en una sociedad que necesita cambios profundos. No les voy a contar
cuáles son porque de sobra conocen nuestras carencias. Aún así, la rigidez de
nuestro mundo a veces impide que mejoremos nuestro propio bienestar. Las nuevas
ideas y los cambios parecen llegar y no encontrar sitio donde echar raíces, y lo
mismo sucede con las prácticas de hace millones de años, que se consideran
fuera de la sociedad moderna y carentes de metodología científica. Para explicar
lo que quiero decir, me gustaría poner un ejemplo.
Hace
un par de años un equipo de psiquiatras del Hospital General de Massachussets
realizó el primero de varios estudios que documentaba cómo meditar puede
afectar al cerebro. El estudio se publicó en la revista Psychiatry Research. La
práctica de un programa de meditación durante ocho semanas puede provocar
considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria,
autoconciencia, empatía y estrés. Una práctica tan antigua como esta,
considerada espiritual, nos cambia físicamente y mejora nuestra salud y
bienestar.
La
psiquiatra Sara Lazar, coautora del estudio junto a Britta Hölzel, nos explica:
“Aunque la práctica de la meditación está asociada a una sensación de
tranquilidad y relajación física, los médicos han afirmado durante mucho tiempo
que la meditación también proporciona beneficios cognitivos y psicológicos que
persisten durante todo el día”. “La nueva investigación demuestra que los
cambios en la estructura del cerebro pueden estar detrás de esos beneficios
demostrados, y que las personas no se sienten mejor solo porque se han relajado”.
En
estudios anteriores, La doctora Lazar ya había encontrado diferencias
estructurales entre los cerebros de los profesionales de la meditación, como un
mayor grosor de la corteza cerebral en áreas asociadas con la atención y la
integración emocional, pero entonces no pudo confirmar su teoría.
En
el estudio actual, los científicos tomaron imágenes por resonancia
magnética de la estructura cerebral de dieciséis voluntarios, dos semanas
antes y dos después de realizar un curso de meditación de ocho semanas. Además
de las reuniones semanales, los voluntarios recibieron unas grabaciones de
audio para seguir con sus cavilaciones en casa. Los participantes en el grupo
de meditación pasaron veintisiete minutos cada día meditando. Sus respuestas a
un cuestionario médico señalaban mejoras significativas en comparación con las
respuestas antes del estudio.
El
análisis de las imágenes por resonancia magnética encontró un incremento de la
densidad de materia gris en el hipocampo, una zona del cerebro importante
para el aprendizaje y la memoria, y en estructuras asociadas a
la autoconciencia, compasión e introspección. Además se descubrió una
disminución de la materia gris en la amígdala cerebral, que es un conjunto
de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales,
y que está relacionado con la disminución del estrés. Ninguno de estos
cambios fue observado en el grupo de control formado por otros voluntarios.
La
doctora Britta Hölzel nos cuenta: “Es fascinante ver la plasticidad del
cerebro y cómo, mediante la práctica de la meditación, podemos jugar un
papel activo en el cambio del cerebro y puede aumentar nuestro bienestar y
calidad de vida”.
Gracias
a este estudio, los psiquiatras están valorando la creación de nuevas terapias
para pacientes que sufren problemas graves de estrés o que padecen cuadros de estrés
postraumático.
Entonces,
¿por qué no lo incorporamos a nuestra vida? ¿Tan difícil es? Solo un ratito
diario… Nos va a aportar calma, bienestar y otros efectos positivos en nuestro
cuerpo y espíritu. ¿No son razones suficientemente importantes? ¿Todavía nos
encontramos con la resistencia de que son teorías orientales o vamos a romper
la barrera de lo que es racional y lo que no lo es? Yo desde luego les animo a
ello. No es difícil, no lleva mucho tiempo y nos deja una sensación parecida a
la de un spá de lujo (además nos sale gratis).
¿Y
qué hace falta para meditar? Solo sentarse o tumbarse y aquietar la mente.
Intentar no pensar en nada y fijarnos en nuestra respiración. A lo mejor les
apetece probar. Quince o veinte minutos de quietud diaria nos pueden cambiar la
vida. Lo dice la ciencia…
Foto: Ciencia3.jpg
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