viernes, 10 de octubre de 2014

CIUDAD REAL CÉLEBRE: CHURRIEGOS Y CULIPARDOS EN LA BATALLA DE MALAS TARDES


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
06/10/2014
Por Eva Martínez Cabañas





Antes de la batalla de Malas Tardes los miguelturreños eran conocidos como calatravos, y los vecinos de Ciudad Real ostentaban el gentilicio de pozueleños. El pantalón del uniforme del ejército comunal de Villarreal era de color marrón o pardo, y así los antiguos ciudadrealeños fueron llamados culipardos por la vecina localidad, ya que jocosamente esa noble zona era la que destacaba en su huida. El término churriego, utilizado para los vecinos de Miguelturra, significa "mal hecho" o "contrahecho".

Esta escaramuza se libró en 1328 en el pago del mismo nombre, que estaba situado entre Villareal y la aldea de Miguel Turra, que por supuesto son las actuales Ciudad Real y Miguelturra. En estas tierras sembradas de viñas se enfrentaron a fuego y espada las milicias urbanas de Villarreal contra los caballeros y religiosos calatravos. O dicho de otra forma, las huestes del rey, quien estaba muy relacionado con la iglesia, contra las de una parte de la iglesia, que quería los poderes del rey. ¿Ha quedado claro, no?

Todo empezó por lo de siempre: política, poder y sometimiento de un territorio. La Orden de Calatrava, que era una acaudalada institución militar y religiosa, había renovado y concedido más privilegios a la incipiente Miguel Turra. Con ello quería hacer prosperar la aldea y debilitar y despoblar la cercana Villareal, a solo 3 km. de distancia, ya que esta había sido fundada por el rey Alfonso X, el Sabio.

En esta época, el infante Felipe (que era hermano de Alfonso X y que llegaría a ser arzobispo de Sevilla, abad de la Colegiata de Valladolid y de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias antes de casarse con una princesa noruega), intentaba contener con todos los medios de los que disponía a Garci López de Padilla, un ambicioso noble y señor feudal de la Casa de Padilla que llegó a ser Gran Maestre de la Orden de Calatrava.

Entonces las cosas se complican...

El calatravo López de Padilla fue derrotado por la taifa de Jaén y por los musulmanes granadinos. Y fue entonces cuando una parte de su misma Orden aprovechó el momento de debilidad y se levantó contra él bajo el mando del clavero Juan Núñez de Prado. Antiguamente, el clavero era un caballero de alcurnia encargado de la protección de un castillo o convento. Se trataba de un puesto de relevancia dentro de la institución. Algunos de los caballeros insurrectos eran de Villarreal.

Quesada, alcaide del alcázar de Villarreal, acogió a estos freires disidentes (así eran llamados los caballeros profesos de una orden militar) tras las murallas de la villa (esas que entre todos dejamos que se cayeran). Pidió refuerzos a otras ciudades reales como Baeza, Córdoba y Toledo, e informó al infante Felipe de la delicada situación.

Al enterarse el maestre calatravo López de Padilla de la traición y ataque de parte de su comunidad, reunió a los freires que le eran fieles y quemó y arrasó las viñas y campos de trigo de Villarreal como si fueran tierra de infieles, asediando la villa para presionar a las autoridades a que entregaran a los freires desleales protegidos tras las murallas. Los vecinos que intentaban cultivar sus campos eran azotados, apaleados y enviados al Sacro Convento de Calatrava la Nueva.

Como los refuerzos solicitados a otras ciudades del realengo no llegaban, las tropas del rey contraatacaron por sorpresa para romper el sitio de Villareal, bajo el mando del clavero Diego Sánchez de Viezma. El campo de batalla fue el pago de Malas Tardes. Perdieron los calatravos y su maestre huyó herido.

Crecidos en la victoria, las huestes reales, formadas por freires calatravos sediciosos y la milicia urbana de Villarreal, marcharon hacia Miguel Turra y asaltaron y saquearon la aldea. Se enfrentaron a hombres escasamente armados, mataron a mujeres, ancianos y niños, y quemaron y arrasaron casas, una torre fuerte y el palacio de Clavería.

Posteriormente, el clavero y algunos freires rebeldes acudieron a las Cortes de Valladolid pidiendo justicia. Acusaron formalmente al maestre López de Padilla de desabastecimiento y desatención de las fortalezas de Alcaudete, Locubín, Susaña, Chist y Mathet, entre otras; de haber huido en combate en la batalla de Baena, abandonando a los freires que le acompañaban; de autoritarismo y crueldad en el trato con sus freires; y de haber atacado lugares y vasallos de realengo, particularmente a los de Villarrreal.

El maestre fue citado ante el tribunal real, pero este huyó a Alcañiz, principal señorío aragonés de la Orden de Calatrava. Ante la traición, Alfonso XI ordenó a los freires presentes que organizaran un cisma algo irregular, donde se eligió como nuevo maestre a Juan Núñez de Prado. El depuesto maestre intentó hacer valer sus derechos ante  la Orden del Císter, quien acabó reconociendo la legitimidad de su cargo y restituyó su maestrazgo. No obstante, renunció a él en 1929, presionado por el respaldo que el rey castellano prestaba a Juan Núñez de Prado.

La contienda entre calatravos y seguidores del rey se resolvió cuando Alfonso XI de Castilla, llamado el Justiciero, accedió a la mayoría de edad y asumió la corona. Este fue biznieto del rey Alfonso X el Sabio, e hijo de Fernando IV, el Emplazado.

Y aquí se acaba la historia de la rivalidad entre dos pueblos vecinos a causa de sus impulsores y dirigentes. Hoy en día, churriegos y culipardos nos llevamos bien y hasta nos mezclamos. Y conservamos con orgullo los apodos que la Edad Media nos legó, que como afirma el escritor Paulo Coelho, “El mejor guerrero es aquel que consigue transformar al enemigo en amigo”.



Fuentes: Miguelturra.es, blog Los archivos del bardo, Wikipedia, blog El sayón.

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