CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
28/07/2014
Por Eva Martínez Cabañas
En Sudamérica ya se cocinaban palomitas de maíz en el periodo
precolombino, pero no tenían cine...
En los años treinta sí, y como fue la época de la Gran Depresión estadounidense y
unos trece millones de norteamericanos se encontraban sin trabajo, el cine en el
lugar perfecto para evadirse de una sociedad que no conseguía alimentar a
muchos de sus ciudadanos. En aquel momento el precio de la entrada era muy asequible,
y este se complementó con un alimento barato, abundante, sabroso, fácil de
transportar y que podía compartirse. El público lo traía de casa, pero pronto las
propias salas empezaron a comercializarlo. Obtuvieron beneficios de hasta el
2.500% por la venta del producto y, como la sal que lleva da mucha sed, también
vendieron refrescos.
La costumbre de comer palomitas de maíz se ha mantenido hasta la
actualidad, e incluso se ha exportado a otros países. En España, hace treinta
años, comer o beber en cines y teatros españoles estaba prohibido por
considerarse una falta de educación: la sala podía mancharse y el ruido que se
produce al masticar hubiese molestado a otros espectadores. Sin embargo, se ha
ido incorporando la costumbre norteamericana en las últimas décadas, incluyendo
además en el menú de ocio bebidas, chocolatinas, snaks de bolsa, chicles y
otras delicias poco saludables que alimentan nuestra sociedad de consumo.
En 2013 la
Revista Journal of Consumer Psycology publicó un artículo
donde se demostraba que la publicidad previa a la proyección de nuestros cines,
quedaba completamente invalidada en los espectadores que consumían palomitas de
maíz. La Universidad
de Colonia, en Alemania, llevó a cabo un estudio donde se llegó a la conclusión
de que masticar interrumpe el lenguaje subliminal que se transmite cuando se
proyecta un anuncio, ya que nuestro “diálogo interior” queda anulado. Este
diálogo es el proceso inconsciente que nos ayuda a recordar y que se pone en
marcha cuando por ejemplo escuchamos el nombre de una persona y reaccionamos
moviendo nuestros labios y lengua para simular pronunciarlo.
En 2012, la
Universidad de Cardiff, en Reino Unido, también realizó un
estudio cuyos resultados establecieron que mascar chicle deteriora la capacidad
de las personas para recordar, en contra de lo que se pensaba hasta el momento.
Basándonos en sus conclusiones, estas investigaciones podrían llegar a modificar
la costumbre de suministrar aperitivos antes del comienzo de una película, ya
que entran en conflicto con las estrategias actuales de marketing.
Y existe una segunda cuestión...
Los granos de maíz son una fuente de hidratos de carbono, fibra y
antioxidantes a los que se añade gran cantidad de grasa, sal o azúcar en cines,
ferias y puestos ambulantes. Las palomitas para microondas además contienen
grasas saturadas, aditivos y saborizantes, de esta manera, lo más recomendable es
prepararlas en casa de manera tradicional: con una buena sartén impregnada en
aceite de oliva, un poquito de sal y una tapa para que la cocina no se
convierta en la “verbena de la paloma”. Perdón por el chiste...
Las palomitas son muy calóricas si se preparan con gran cantidad de
aceite o mantequilla, que las hacen más ricas en sabor pero menos saludables. Preparándolas
en casa rebajamos las calorías aproximadamente en un 60%.
En 2012, el investigador Joe
Vinson, experto en antioxidantes en la Universidad de Scranton, Estados Unidos, presentó
ante la Sociedad
Americana de Química los resultados de sus estudios, que establecían
que el maíz inflado contiene mayor concentración de polifenoles (sustancia que
combate la oxidación natural del organismo) que la fruta, los frutos secos y
los vegetales, ya que contiene menos cantidad de agua.
Los polifenoles, fibra y otras sustancias saludables se encuentran
localizados en gran parte en esa cascarita marrón y fastidiosa que se nos queda
entre los dientes o pegada al paladar. Dice Joe Vinson: “Las palomitas de maíz
pueden ser un aperitivo perfecto. Es el único snack del que realmente se come
todo el grano sin procesar, sin otros ingredientes que diluyen sus propiedades.
Una porción puede proporcionar más del 70% de las necesidades diarias de
cereales y además hacerlo con placer”. Y añade que para que su consumo sea
nutricionalmente irreprochable debe prepararse sin grasas, sal o azúcar.
Y ¡ojo! su consumo es apto para celiacos o personas con intolerancia al
gluten.
Por cierto, las palomitas explotan debido a que su cubierta amarilla, o
pericarpio, es muy gruesa y resistente, ya que se encarga de cuidar en el
interior del grano el preciado germen que tendrá la futura planta y el
endospermo, que es el almacén que contiene el alimento (almidón) y agua que
necesitará el embrión. Con el calor, esta cubierta funciona como una pequeña
olla a presión. Hasta los 66ºC
el almidón absorbe la humedad contenida en el interior del grano, pero si se
expone a mayor temperatura, superior a 100ºC , la presión interna aumenta hasta
explotar, y el almidón que contiene se transforma en una espuma seca y
crujiente. ¡Plof!
Fuentes: Muy Interesante, ABC.es, Muy en forma, Saber Curioso.es,
Noticias de Salud y Consumer.es
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