CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
11/08/2014
Por Eva Martínez Cabañas
Seguramente una botella con un mensaje dentro es de las cosas más especiales que uno puede encontrar en la vida, por poca sensibilidad que se tenga. Se trata de un misterio por abrir, la última posibilidad de ayuda para algún Robinson Crusoe, el testimonio de una aventura, o simples ganas de comunicarse. Pero ojo... no estoy hablando de latas de Poca-Cola, botellas de dos litros repletas de pereza personal, mortíferas arandelas de plástico de cómodos pack o misteriosos bidones sellados que contienen no sé qué sustancias. Esas son historias feas... los océanos no están para depositar los deshechos de nuestra ciega sociedad.
Aun así, todo lo que el mar guarda en su salobre útero se vuelve interesante. Los viejos barcos hundidos se convierten en espectaculares pecios, los aviones rescatados lavan el dolor de familiares y amigos, y hasta nuestros tristes objetos inservibles se convierten en refugios de numerosas especies. El mar todo lo lava.
Decía nuestro querido Mario Benedetti:
"Pongo estos seis versos en mi botella al mar
Con el secreto designio de que algún día
Llegue a una playa casi desierta
Y un niño la encuentre la destape
Y en lugar de versos extraiga piedritas
Y socorros y alertas y caracoles".
Palabras de nácar, amor y genio, ¿podríamos imaginar un juguete que mejor acariciase nuestra alma?
En marzo de 2014, tres pescadores alemanes (Fischer, Matthiesen y Buick) estaban faenando cerca del faro de Kiel, en el mar Báltico, cuando atraparon en sus redes una vieja botella de cerveza. En su interior había una postal y un par de sellos.
Entregaron su tesoro al Museo de Marina Internacional de Hamburgo con la esperanza de poder averiguar un poco más sobre su descubrimiento, y el experto determinó que se trataba de una postal danesa y dos sellos alemanes. Estaba redactada por Richard Platz, quien solicitaba a quien la encontrase que la reenviara a su domicilio de Berlín. El resto del texto era ilegible. También aseguró que la postal había sido escrita el 17 de mayo de 1913, así que se trataba del mensaje en una botella más antiguo encontrado hasta la fecha.
¡Más de un siglo a la deriva! Tan frágil en su vidrio, en un mar en constante movimiento, y con la sal y el agua como enemigos. Lo que me gustan estas cosas...
El experto (de nombre Holger von Neuhoff) ha afirmado: “Es increíble cómo es que la botella se ha mantenido intacta por tanto tiempo”. Un grupo de investigadores ha encontrado a la nieta de Richard Platz, que reside en Berlín. Se llama Angela Erdmann, tiene 62 años y ha contado que nunca conoció a su abuelo, un panadero berlinés que tuvo dos hijas y que falleció a los 54 años de edad. En el momento de escribir la postal Platz era un joven de 20 años de edad.
El conocido buque escuela Juan Sebastián Elcano, perteneciente a la Armada española, practica una bonita costumbre: todos los días, a las 12:00 h, los guardia marinas envían un mensaje en una botella con la fecha y posición del bergantín-goleta. Su propósito no es otro que calmar su curiosidad y averiguar si alguien lo encuentra en alguna playa del mundo. Estos marinos nos cuentan que el año pasado, y después de 330 días de haber sido lanzada, recibieron una carta con un bien recibido contenido: “Ola, soy edras del país de belze. Encontre su carta en una botella en las playas de ambergris caye belize o sea san pedro la isla bonita. Me complasco en embiarles su carta de vuelta”.
Yujuuu...
En 2011, Daniil Korotkikh, un chico ruso de 13 años, paseaba por la playa junto a sus padres cuando encontró algo que brillaba en la arena. Se trataba de una botella de cerveza con tapón de cerámica, y contenía un mensaje en su interior. El padre de Daniil afirmó que el texto estaba escrito en alemán, idioma que había estudiado en el bachillerato, y quitando una cubierta de celofán leyó la carta:
“7 de septiembre de 1987. Mi nombre es Frank y tengo 5 años. Mi padre y yo viajamos en un barco a Dinamarca. Si usted encuentra esta carta, por favor, escriba de nuevo a mí, y yo le escribiré de nuevo a usted”.
Frank Uesbeck, autor de la misiva marina, actualmente ha superado la treintena de edad y ya no vive en la dirección indicada, pero sus padres sí. Al recibir la carta de contestación casi no recordaba aquel viaje a Dinamarca, pero desde entonces Frank y joven Daniil han permanecido en contacto a través de la web.
A principios de este año, el perro de una pareja holandesa (Jacqueline y Pieter Piket) encontró una botella de plástico con un mensaje mientras paseaban por un dique de Zelanda, en los Países Bajos. Una niña inglesa, llamada Zoe Lemon, viaja en ferry desde Inglaterra a Alemania cuando decidió lanzarla al mar animada por su padre. De esto hacía 23 años. “Si no tuviéramos un perro que se vuelve loco con las botellas de plástico, nunca la habríamos encontrado” declaró Pieter Piket. Zoe contaba en su nota que le gustaba el ballet, tocar la flauta y el piano, y que tenía un hámster llamado Sparkle, un pez llamado Speckle, y una hermana llamada Rebecca, de 14 años.
La pareja envió su contestación a la dirección especificada con fecha 12 de septiembre de 1990. Zoe recibió la carta de manos de sus padres cuando estos la visitaron a Pendlenton, Inglaterra. Tenía 33 años y un hijo de 5. “Lo primero que vi fue mi escritura de cuando era niña y mi pequeña letra contando quién era yo y cuáles eran mis animales de compañía y mis hobbies. Me emocioné un poco” confesó Zoe, quien ha mantenido el contacto con el matrimonio holandés y le ha pedido fotos del lugar del hallazgo. John Lemon, padre de Zoe, disfrutó del inesperado descubrimiento tanto como su hija.
Y en 2013, se encontró una botella en el hielo ártico después de 54 años. El mensaje lo escribió un científico para comprobar el desplazamiento del glaciar. Los biólogos (Wqrwick F. Vincente y Denis Sarrazin) lo encontraron por casualidad en Ward Hunt, una isla deshabitada del océano Ártico, a -18º y con el asentamiento humano más cercano a 1.000 km. de distancia. La botella, de 250 ml, se encontró en el interior de un montículo de piedras.
El científico escribió en la nota: “A quién pueda interesar. Este hito y otro similar a 6,5 m. al oeste fueron colocados el 10 de julio de 1959. La distancia de este mojón de piedras al límite del glaciar es de 1,2 m. Pedimos a quien pase por aquí que vuelva a medir la distancia y envíe la información a Paul T. Walker, Departamento de Geología, Universidad estatal de Ohio... Muchísimas gracias”.
Sabemos que Paul Walker sufrió un ataque de apoplejía semanas después de escribir el mensaje, tuvo que ser evacuado y murió con solo 25 años de edad. Los biólogos tomaron nuevas medidas y descubrieron mediante el GPS que la distancia entre el hito de piedra y el glaciar ha aumentado en estos 55 años hasta alcanzar los 101,5 m.
Estas son algunas de las bonitas historias que la vida nos regala, ya que existen otras tantas que certifican que lo imposible puede suceder. Cantaba The Police en los años 80: Enviaré un SOS al mundo. Espero que alguien encuentre mi mensaje en una botella. Pues eso... Message in a bottle... y a esperar su regreso.
Fuentes: Muy Interesante, ABC, El Mundo, Blog Por tierra, mar y aire, RPP Insólito, La Información.com
Me encanta esta historia Eva! Si quieres échale un vistazo a https://dreambottles.net y prueba la app para enviar mensajes en botellas :) Me gustaría recibir tu opinión!
ResponderEliminarMuchas gracias