CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
07/07/2014
Por Eva Martínez Cabañas
Cuenta
la tradición popular que Arquímedes de Siracusa, matemático, físico, astrónomo,
ingeniero, e inventor de los siglos III
y II a.C, estaba tranquilamente tomando un relajante baño cuando, sin
esperarlo, encontró la solución a un problema que le venía atormentando. Pues
bien, al encontrar la respuesta, el físico griego salió a la calle entusiasmado,
desnudo y gritando su famoso ¡Eureka! que en castellano significa Lo he encontrado.
Y
es que el tirano Hierón II (en la Grecia clásica un tirano era el mandatario que
gobernaba por la fuerza) se había hecho fabricar una corona triunfal de oro (de
esas en forma de rama de laurel que llevan los emperadores romanos en las
películas) y, como cree el ladrón que
todos son de su condición, quiso comprobar si el orfebre le había engañado
añadiendo plata a la pieza. Así que encargó la investigación a nuestro aseado sabio.
Como
Arquímedes no era detective, sino científico, utilizó los medios que le eran
más familiares para averiguar de qué estaba hecha la tiara. Pero pronto se topó
con un gran inconveniente: tenía que resolver el problema sin dañar la corona.
Así que no podía fundirla para convertirla en un cuerpo regular y calcular su
masa y volumen como medio de llegar a su densidad.
Después
de mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza en busca de una solución, esta
llegó sola y justo en el momento en que la mente del sabio se relajó. En la
bañera, observó que el nivel del agua subía cuando esta se vertía en el
recipiente, y pensó que el efecto podría usarse para determinar el volumen de
la corona dorada, ya que al sumergirla
desplazaría una cantidad de agua igual a su propio volumen. Por consiguiente,
al dividir el peso de la corona por el volumen de agua desplazada se podía
obtener la densidad del objeto. ¡Eureka! Si la densidad de la corona resultaba
ser menor que la densidad del oro, entonces se le habían añadido otros metales
menos densos.
Hoy
en día al descubrimiento de Arquímedes lo llamamos Principio de Flotabilidad; y aunque la historia de la corona no
aparezca en sus trabajos, ni la anécdota nos aclare si la corona triunfal era
realmente de oro o no, lo cierto es que su expresión entusiasta forma parte de
nuestro lenguaje cotidiano.
Y
es que la solución a nuestros problemas parece encontrarnos a nosotros cuando
nos relajamos y dejamos de pensar en ellos. A este efecto, que llega sin aviso
previo, lo conocemos como Sensación o
Momento Eureka, y la mayoría de nosotros lo hemos experimentado en alguna
ocasión.
Dicen
los expertos que la sensación más común a este momento es la de bienestar
acompañado de calor. Las dudas se disipan al instante, se manifiesta euforia y
lo borroso y problemático se torna comprensible para nosotros.
Decía
Henri Poncaré, matemático y científico del pasado siglo: “Entré en un autobús
para ir de algún sitio a otro. En el momento que puse mi pie en el escalón la
idea vino a mí, sin nada en mis pensamientos que pareciera haber preparado el
camino para ello: que la transformación que yo había utilizado para definir las
funciones fuchsianas era idéntica a las de la geometría no euclidiana”. “No
proseguí el razonamiento, ni hubiese tenido ocasión de ello, pues me senté en
mi asiento y continué una conversación previa, pero estaba completamente
seguro. A mi regreso a Caen lo comprobé concienzudamente por pundonor”.
Así
que ya sabemos: cuando nos encontremos “atascados” y no sepamos resolver un
problema, lo mejor es dejar la cuestión de lado. Lo curioso es que no se sabe
explicar el proceso mental que nos lleva a toparnos con la solución que tanto
ansiamos.
Ante
la pregunta sobre si el Momento Eureka
existe o se trata de una sensación subjetiva, John Kounios, investigador de la Universidad de Drexel
en Estados Unidos, nos dice que realmente existe y que se produce de manera
consciente y metódica, por análisis, y de forma repentina e inesperada: como
por inspiración. También asegura que, aunque dejar volar la mente dificulta
actividades que requieren atención constante, sin embargo resulta beneficioso si
se trata de resolver problemas de forma creativa.
Gustavo
Deco, jefe del grupo de investigación de Neurociencia Computacional de la Universidad Pompeu
Fabra en Barcelona, nos cuenta que el cerebro en reposo está explorando todas sus
posibilidades y probando toda su capacidad funcional. Así se producen
conexiones entre las diferentes áreas que los científicos llaman excursiones
dinámicas. En cuanto al Efecto Eureka, especula que podría suceder que, en alguna de estas excursiones, se activara
una zona relacionada con el problema, la cual encontraría apagada cuando nos
preocupamos por hallar la solución.
Otros
científicos aconsejan desconectar la mente y dejar vagar los pensamientos,
valorándolo incluso como fuente de inspiración. Para comprobar esto, un grupo
de investigación de la
Universidad de California en Santa Bárbara, presentó un
problema de creatividad a cuatro grupos distintos. Los resultaron señalaron que
solo el grupo al que se le había permitido distraer la mente mejoró su
rendimiento al repetir la prueba.
Los
estudios demuestran una activación del lóbulo temporal derecho, que está
situado justo encima de la oreja justo en el momento en que se produce la
inspiración. A esto se le llama giro temporal superior. Las neuronas de esta
área forman conexiones, reconocen relaciones entre conceptos distantes y
también permiten entender metáforas y bromas.
La
historia nos regala algunas anécdotas de Momentos
Eureka en nuestros científicos más valorados. Parece ser que a Nikola Tesla
se le presentaban estos momentos continuamente, y cuentan que se encontraba
paseando por el parque cuando a su cerebro se le ocurrió la idea de corriente
alterna, por lo que utilizó un palo para pintar el diseño en la tierra. Y de
Albert Einstein se dice que se encontraba en el tranvía observando el reloj de
la torre de Berna, en Suiza, cuando encontró la forma de reconciliar la teoría
del espacio con la teoría del tiempo, ya que tiempo pasa a diferente velocidad
dependiendo de cómo de rápido se mueva el observador, según las bases de su
Relatividad Especial.
Así
que ya sabemos: pasear, ir al cine, jugar con los niños, o darse un bañito
puede mejorar nuestra vida en solo un instante. Esta vez la píldora del doctor
no es amarga ¿no?
Fuentes:
Wikipedia, Agenciasinc, Ciencianet, Crealogar y Recuerdos de Pandora.
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