lunes, 28 de marzo de 2016

PETALOSA Y SERENDIPÍTICA FLOR


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
28/03/2016
Por Eva Martínez Cabañas






En 1899 el comisario de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, Charles H. Duell, afirmó con rotundidad Todo lo que podía inventarse ya se ha inventado. Estaba tan convencido de esto que pidió al Congreso americano que cerrara la Oficina de Patentes, pues no tenía sentido mantenerla abierta por más tiempo.

En contraposición a la rigidez de este señor, nuestra querida Real Academia Española (RAE), que regula nuestra lengua junto a otras veintiuna academias de países hispanohablantes, debe haberse cansado de tanto limpiar, fijar y dar esplendor, y ha considerado oportuno introducir en el diccionario palabras como Almóndiga, Toballa, Bluyín, Palabro, Murciégalo, Asín, Dotor, Culamen, Pechamen o Muslamen. A mí no me gustan mucho estos términos de lija, pero supongo que equilibran el yin y el yan, lo hermoso y lo feo, lo olvidado y lo popular. Una palabra bien elegida puede economizar no solo cien palabras sino cien pensamientos, dijo el matemático y físico Henri Poincaré.

Siempre nos han dicho que el lenguaje es un elemento vivo que se transforma con el uso y las costumbres de la zona donde se emplea y, en estos tiempos, en los que el desaparecido señor Duell nos imaginaba aburridos, nos ha sorprendido hace poco el nacimiento de una nueva palabra: Petaloso, cuyo inventor ha sido un niño de ocho años.

En un colegio del municipio italiano de Copparo trabaja una profesora de primaria llamada Margherita Aurora. Al corregir un examen de adjetivos que había puesto a sus alumnos, descubrió que el pequeño Matteo describía una flor como petalosa (llena de pétalos). Señaló la respuesta como errónea, pues la palabra no está en el diccionario italiano, pero sin embargo le gustó el término. Gramaticalmente es correcto, pues combina la palabra Pétalo con el sufijo -oso, que significa lleno de, así que llegó a la conclusión de que el niño había inventado una nueva palabra, y lo ayudó a escribir una carta dirigida a la Academia de la Crusca (la RAE italiana) solicitando su inclusión en el diccionario.

Al poco tiempo el colegio recibió una carta de la institución destinada a Matteo, y la ilusionada profesora la abrió delante de sus alumnos. La Academia describía la nueva palabra como hermosa y clara. La palabra que inventaste está bien formada y podría ser utilizada en el idioma italiano, escribió Maria Cristina Torchia, consejera lingüista de la Crusca. Sin embargo, también añadió que para que una palabra pueda oficialmente formar parte de la lengua italiana, un gran número de personas debían conocer su significado y utilizarla. Si logras difundir tu voz entre muchas personas para que empiecen a decir ¡Qué petalosa es esta flor, entonces petaloso/-a se habrá convertido en una palabra en italiano” -añadió la experta.

La emocionada maestra escribió en su cuenta de Facebook: Esto vale más que un millar de clases de italiano. Además compartió la carta recibida en las redes sociales. De esta manera se ha desencadenado un movimiento que pretende dar a conocer e integrar la nueva palabra en nuestras vidas. Hasta el presidente del Consejo de Ministros de Italia tuiteó (otra nueva palabra que significa escribir un texto en la red social Twitter) Gracias al pequeño Matteo, gracias a la Accademia Crusca. Una historia bella, una palabra nueva: petaloso. Tal ha sido la aceptación que, a través de esta misma red, la Academia ha confirmado que la iniciativa de Matteo está siendo un éxito y que se ha convertido en tendencia en internet.

Dijo el escritor Mark Twain: La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta, es la misma que entre el rayo y la luciérnaga.

Recientemente nuestra RAE también introdujo en el diccionario español otra hermosa palabra: Serendipia.
 
La define como: f. Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. El descubrimiento de la penicilina fue una serendipia.
 
Ya sabemos que el glorioso científico estudiaba cultivos bacterianos cuando al volver de vacaciones descubrió que algunas de sus muestras estaban contaminadas por un microser fúngico de nombre penicillium. Tiró las placas a una bandeja, pero gracias a la visita de un antiguo compañero al que mostraba su trabajo, pudo comprobar que junto al hongo contaminante también aparecía cierta destrucción celular en la muestra.
 
Así pues, (y aunque ya se conocían las propiedades bactericidas de este moho entre los antiguos griegos, indios, ceilandeses, serbios, rusos, chinos, nativos norteamericanos y árabes, que lo utilizaban para curar heridas de guerra en hombres y equinos), Alexander Fleming descubrió la penicilina en Londres el 28 de septiembre de 1928.
 
La palabra serendipia deriva de la inglesa serendipity, un neologismo inventado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento tradicional persa llamado Los tres príncipes de Serendip y cuyos protagonistas solucionaban problemas gracias a increíbles casualidades. En el año 2001 el término fue rescatado en la película Serendipity, dirigida por Peter Chelsom.
 
Así pues, aparco mi carromato de buhonera, hago sonar mis pulseras, y grito al viento para todos aquellos que quieran escuchar: Inventemos nuevas palabras, creemos nuevos seres de la nada, transformemos nuestro mundo mediante soluciones que hubieran dejado sin aliento al rígido señor Duell. Abran, señoras y señores, las puertas de la oficina de patentes y las de su percepción, pues cosas asombrosas están por venir. Porque hoy, como cada lunes, vengo a mostrarles las maravillas de la ciencia, de la naturaleza, de la historia, e incluso la de nuestros propios pensamientos. No todo está perdido. Vean. Un nuevo mundo empieza con cada amanecer.
 
Hasta otro día.
 

Fuentes: Bbc.com, LaVanguardia.com, Wikipedia, Cultura.ElPaís.com, 20Minutos.es
Foto: RTVE.es

lunes, 21 de marzo de 2016

CIUDAD REAL CÉLEBRE: EL SARCÓFAGO DE APOLONIA


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
21/03/2016
Por Eva Martínez Cabañas







A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd, decía el historiador y poeta Alphonse de Lamartine. Nos ha pasado a todos, pues la muerte de un ser querido nos rompe en pedazos. Llevada por esta reflexión me gustaría recordar la historia de la tumba más novelesca del cementerio Nuestra Señora del Prado, de Ciudad Real.

Así pues nos preparamos para conmemorar el recuerdo que guarda la escultura yacente de Apolonia, una bella joven de largo cabello y sereno rostro, que entre los delicados pliegues de su sábana y almohada atrae las miradas de los vivos.

Nos narra Mari Cruz de los Ríos en su libro Balcones:

“-¿Quieres que vayamos a ver a La Apolonia?
-¿Quién es esa?
A Julia le divirtió mucho que no lo supiera y por el camino le fue contando que se trataba de una mujer muy guapa que había muerto hacía muchos años y un escultor, que la quería mucho, la copió en su lecho de muerte.
-Pero ¿está en el Cementerio?
-Claro, ¿dónde quieres que esté?
Cruzaron la carretera y después de atravesar los jardines entraron allí para que Paz se sintiera igual que en uno de sus sueños, sin poder creer que aquellos paseos, flaqueados de cipreses y rodeados de lápidas, fueran verdad, hasta que llegaron a una de ellas, muy antigua, sobre la que efectivamente, una mujer de pelo suelto yacía, hermosa y lánguida, los ojos entreabiertos, una mano en el regazo y el otro brazo a lo largo de su joven cuerpo, cubierto con una colcha.
-Si le tocas la mano, verás que está caliente todavía.
Paz, que estaba por primera vez en un cementerio no se atrevía a hacerlo, pero al final cedió porque Julia le insistió mucho. Alargó su mano para tocar la de la estatua, y al sentir que la piedra le transmitía su calor la retiró asustada.
-Tonta -le dijo su compañera-. No te asustes. Es por el sol que le da todo el día.”

Apolonia es un nombre femenino de origen griego que significa Hija del Sol en honor al dios Apolo, y también es el nombre de nuestra protagonista. Su historia tiene más de leyenda que de relato, pues disponemos de pocos datos fiables, y así cuenta la tradición que esta joven llegó a Ciudad Real como esposa de un alto funcionario de la Administración Pública. Era hija de un rico hacendado de Extremadura, mientras que su marido pertenecía a una familia acomodada de Toledo. Se cuenta de él que era un hombre honesto, de fuerte carácter, amigo de llevar siempre la razón, y que encontró esposa ya entrado en años y por conveniencia social.

La belleza de Apolonia motivó al esposo a contratar a un afamado artista local para pintar su retrato, y este acabó enamorándose de la modelo. La agitada vida política de la época quiso que nuestro anónimo marido muriera de un disparo en uno de sus viajes a Madrid, y Apolonia enfermó y murió a los pocos meses de enterrar a su marido. El artista esculpió entonces un magnífico sepulcro que custodiase el cuerpo de su amor platónico, y el paso del tiempo se llevó la historia completa.

Hace mucho tiempo que ningún familiar atiende el cuidado de esta lápida de corte romántico, pero la belleza del monumento fúnebre lleva a algunas visitas a depositar flores entre las manos y a los pies de la joven, porque La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla, decía Hermann Hesse.

Que descanse en paz la bella Apolonia, y recuerden la enseñanza de Antonio Machado: La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.

Hasta otro día.

 
Fuentes: CiudadReal.es, Mari Cruz de los Ríos, Blog Los archivos del bardo, MiSabueso.com
Foto: EducaciónParaPubertosos.blogspot.com

lunes, 14 de marzo de 2016

LA HISTORIA DEL PIRATA CANARIO Y LA SANTA INCORRUPTA


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
14/03/2016
Por Eva Martínez Cabañas






Les prometo que no me he vuelto loca y que esta semana acabo con mi pasajera afición por el mundo pirata, pero es que esta pequeña biografía tiene más jugo que una malla de naranjas, ya verán.

El pargo (pagrus pagrus) es un pez comestible, a pesar de sus fastidiosas espinas, y en muchos hogares se le conoce con el nombre de besugo. También fue el sobrenombre con el que se conoció a nuestro pirata de hoy: el temido Amaro Pargo.

Su nombre de bautismo fue Amaro Rodríguez Felipe y Tejera Machado (1678-1747), y como nació en la isla canaria de San Cristóbal de La Laguna, no puedo dejar de imaginarlo dando órdenes con acento dulce y suave. (Chos, qué hase aquí ecte cabo suelto, agüita….) Por cierto, un estudio realizado por la central de reservas de Hoteles.com ha concluido, con un 35% de los votos, que el amable acento canario es el preferido por los españoles. Y yo me digo: piratas manchegos no hay por estar lejos la mar salada, pero qué buen acento hubiera resultado en piratería. (Ea, amos no me jodas que san dejao aquí tirao un cacho cuerda…)

En fin, Amaro Rodríguez fue uno de los corsarios más conocidos del fructuoso siglo XVII. Con veintitrés años embarcó como alférez en el buque Ave María, también conocido como La chata, y que curiosamente fue abordado por piratas. El joven alférez aconsejó al capitán simular la rendición, atacar por sorpresa y quedarse con la carga de su atacante. Como el plan salió bien, el agradecido capitán regaló a Amaro el Ave María. Con él el joven inició sus actividades comerciales, incluido el tráfico de esclavos africanos hacia América.

Prosperó económicamente, se hizo con una nutrida flota de naves, y como ferviente católico hizo importantes donaciones a la Iglesia. Entonces, ¿cómo alguien que está bien situado y es generoso con sus convicciones religiosas acaba siendo un famoso pirata? Pues porque por amor a la patria obtuvo una patente de corso emitida por el rey de España, Felipe V. Como corsario se dedicó a defender los intereses de España desde el Atlántico hasta el Caribe,  y de paso los suyos propios. Así pudo atacar desde la legalidad cualquier barco que ondease la bandera pirata. En esta actividad Rodríguez se convirtió en Pargo, en el hombre más rico en toda la historia de La Laguna, y fue considerado en su tiempo un héroe nacional.

Llevaba a América sus naves cargadas con aguardiente y vino de malvasía de sus propias destilerías y viñedos, y en el trayecto atacaba a los barcos ingleses y holandeses que enarbolaban la Jolly Roger, llegando incluso a combatir al legendario pirata Barbanegra.

Así mismo, este buen corsario mantuvo una estrecha relación con el convento de Santo Domingo, siendo benefactor de este y del convento de Santa Catalina (también de la Orden Dominica), donde tres de sus hermanas se habían ordenado. Cuidó especialmente de los niños huérfanos y fue benefactor en las desgracias, como por ejemplo en la epidemia de fiebre amarilla que asoló la isla en 1701. En 1725 fue nombrado hidalgo en Madrid, fundó una capellanía (que es una institución para beneficio de los más necesitados), y destinó una gran suma de dinero a los pobres de la cárcel.

Fue devoto de la Virgen del Rosario, y tuvo una sólida amistad con la monja Sor María de Jesús León y Delgado, conocida y venerada en la isla como La Siervita, y a quien Pargo consideraba una santa.

María de León Delgado (1643-1731), nació en El Sauzal (Tenerife), y fue una monja a la que se le atribuyen numerosos milagros. Mística y hermana lega (los hermanos legos son religiosos católicos que viven en monasterios y se ocupan de labores manuales diarias, a diferencia de los monjes del coro, que son los que hacen vida contemplativa), perteneció a la orden dominica de Predicadores en el convento de Santa María de Siena de La Laguna, y se le atribuyen estigmas, levitación, éxtasis, hipertermia, bilocación y clarividencia aunque sus milagros no han podido ser demostrados. Actualmente su cuerpo se conserva incorrupto, aunque su proceso de beatificación ha sido suspendido por no ser este signo de santidad.

Su cuerpo sonrosado y flexible se descubrió tres años después de su muerte, cuando fue exhumado para ser trasladarlo a un sepulcro. Así que se decidió que fuese depositado en un artesanal sarcófago, regalo del corsario, y se custodió en el convento de Santa Catalina. Fue cerrado con tres llaves: una de ellas se entregó a las monjas catalinas, otra a los curas dominicos de Santo Domingo, y la tercera la custodió nuestro protagonista. Cada 15 de febrero el féretro es expuesto al público. Está realizado en madera policromada en rojo, azul y pan de oro, y lo ornamentan cinco orlas que contienen composiciones poéticas con las virtudes de la monja.

En sus primeros versos puede leerse un acróstico con el nombre AMARO PARGO. Recordemos que un acróstico es una composición en la que las letras iniciales, medias o finales de cada verso u oración, forman un vocablo o locución leída en sentido vertical.

Aquí yace flor preclara,
María de Jesús pura,
A quién fue esplendor de clara,
Rara en virtud y hermosura,
O en todas las virtudes es rara.

Pare aquí el humano afán
A mirar con luz divina,
Rara ave peregrina,
Girando al cielo Guzmán,
O al trono de Catalina.

La Siervita fue confidente del corsario, y este no emprendía ninguna empresa importante sin antes consultarle. Se cuenta que, cuando Pargo fue asaltado y apuñalado en Cuba, la santa se apareció en el momento justo en que le clavaban una daga para interceder por él e impedir su muerte.

La multinacional francesa Ubisoft, dedicada al mundo de los videojuegos, financió hace unos años un proyecto arqueológico, forense, biológico y antropológico de la cripta donde se enterró al corsario. Su principal propósito fue crear un personaje que llevara su nombre en el juego de acción Assasin’s Creed IV: Black Flag.

Los restos de Pargo estaban mezclados y amontonados sobre un banco de cemento en la cripta de la iglesia de Santo Domingo, y el estudio de sus huesos y dientes reveló que medía 1,66 m. de altura, que era delgado, que vivió hasta los 69 años, que comió mucho pescado, y que fue apuñalado de joven.

Los documentos históricos nos cuentan que fue enterrado junto a sus padres y un esclavo. Los restos de este último han determinado que era de raza negra y que medía 1,80 m. aproximadamente. Sabemos que se llamó Cristóbal Linche, que  fue liberado por su amo, y que mantuvo una buena amistad con él.

Sin embargo la Universidad Autónoma de Madrid determinó que los huesos hallados pertenecían a un total de nueve personas. Entre estos estaban los restos incompletos de un bebé, de una niña, una adolescente, un veinteañero con síndrome de Down, una joven, y una persona mayor de la que no se ha podido determinar el sexo. No tenemos referencias históricas de estas personas, así que no han podido ser identificadas, ni se ha determinado la fecha de sus muertes, pero el ADN ha identificado algunos de los restos como sobrinos o sobrinos nietos del corsario.

Antiguamente en España era una práctica generalizada enterrar a los niños junto a un adulto, especialmente a los bebés que morían sin bautizar, pues se creía que este los guiaría hasta el Cielo. ¿Y que mejor persona para esta misión que un héroe nacional, armado, que no temía a la muerte, generoso con los necesitados, amigo de una santa y defensor a ultranza de los huérfanos?

En la cripta no se hallaron restos de féretros o ropas, y algunos dientes estaban colocados al revés en las mandíbulas, por lo que se piensa que fueron saqueados. Lo único que pudo recuperarse fue una suela de zapato, algún clavo y restos de herrajes. Todos los huesos fueron devueltos a la bóveda en cajas individuales, y se les ofició un responso como despedida.

Otro de los objetivos de la empresa Ubisoft era hacer una reconstrucción facial de Pargo, y el estudio del cráneo determinó que tenía la cara alargada y angulosa, aunque no pudo completarse el análisis por falta de financiación.

En su testamento Amaro Pargo dejó escrito que guardaba un cofre en su camarote que contenía plata labrada, joyas de oro, perlas, piedras preciosas, porcelana china, ricas telas y hasta cuadros. También añadió que este cofre estaba catalogado en un libro forrado en pergamino y marcado con la letra D. Pero se desconoce su paradero. Así que a lo largo del tiempo los más avispados han intentado deducir dónde podía estar su tesoro.

La casa del corsario Pargo es una casona de campo de estilo canario ubicada sobre una atalaya estratégica desde donde se podían observar los barcos que aparecieran en el horizonte y que, en la actualidad, está prácticamente en ruinas a pesar de ser declarada de Interés Cultural en 2003. La casa del pirata ha sido saqueada en varias ocasiones por buscadores de tesoros, y también se ha especulado que el “cofre del muerto” podría ocultarse en la cueva de San Mateo, en Tenerife, ya que servía como escondrijo de botines. 

Sabemos que mantuvo una relación sentimental con la cubana Josefa María del Valdespino, con la que tuvo un hijo natural al que llamaron Manuel de la Trinidad Amaro, pero nunca se casó con Josefa. Así, ordenó en su testamento que su sustancial fortuna pasara íntegra a manos de su hermana Francisca, que era viuda, y a sus sobrinos. Su hijo natural se presentó en La Laguna exigiendo su parte de la herencia, pero sus documentados herederos se negaron a complacerlo. El documento también expresó su deseo de que nunca le faltara comida, vestimenta o atención a su liberto esclavo Cristóbal Linche, así como su deseo de que, al fallecer este, sus restos descansaran junto a los suyos en misma sepultura. También incluía su más preciada reliquia: la llave que sellaba el sarcófago de su amiga.

Cuenta el historiador Carlos Fisas cómo Alejandro Magno increpaba a un pirata que había capturado echándole en cara su profesión. Soy pirata -contestó el detenido- porque no tengo más que un barco. Si tuviera una flota, sería un conquistador. Así que Alejandro Magno no tuvo más remedio que dejarlo en libertad.

La lápida de Amaro Pargo luce la calavera con las tibias cruzadas, como no podía ser de otra forma, y aquí damos fin a esta curiosa historia de piratas.

Hasta otro día.
 
Fuentes: Wikipedia, Abc.es, EuropaPress.es, LaVanguardia.es, LaOpinión.es/LaOpiniónDeTenerife, WebTenerife.com. ElBlogoFeroz.com, ElCanario.net.
Foto: Pinake.wordpress.com
 

lunes, 7 de marzo de 2016

UNA MARCA, DOS CÓDIGOS Y TRES DAMAS PIRATAS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
07/03/2016
Por Eva Martínez Cabañas






Bueno, bueno…

Creo que la semana pasada aprendimos algunas cosas sobre la piratería en el Siglo de Oro, pero olvidé mencionar a mi pirata preferido: el literario John Silver el Largo. Quince hombre en el cofre del muerto ¡Y una botella de ron! cantaba el ebrio Billy Bones antes de que Perronegro le entregara la marca negra.
 
-Pero ¿qué es la Marca Negra, capitán? -pregunté.
-Es un aviso, compañero. Ya la verás, si me marcan. Pero ahora tú abre bien los ojos, Jim, y te juro por mi honor que iremos a partes iguales. -Todavía siguió divagando durante un rato, su voz fue debilitándose, y, cuando le hice beber su medicina, que tomó como un niño, me dijo-: Si ha habido un marino con necesidad de estas drogas, ese soy yo… -y se durmió profundamente. Dice la novela La isla del tesoro.

La black spot era un aviso que recibía el pirata de mano de un compañero y que le advertía que iba a ser juzgado, depuesto, o sentenciado a muerte. Era un pequeño fragmento de papel circular pintado de negro por uno de sus lados y con el mensaje escrito en el otro. Esta práctica fue una maravillosa invención del escritor escocés Robert Louis Stevenson, y en realidad no formaba parte de ningún código pirata.

En las películas de Piratas del Caribe conjuraban la palabra Parlamento para llegar a un acuerdo, y enseñaban un as de picas al que era condenado por traidor o chivato; y es que hasta los mafiosos, pandilleros y piratas se rigen por ciertas normas de conducta.

El charter party era el contrato del barco donde se concretaban las normas y castigos que se aplicarían en la convivencia marítima. Esta carta, como buen documento administrativo, incluía el lugar y fecha del acuerdo, el nombre del barco, los objetivos de la operación, como se repartiría el botín, la compensación que tendrían los piratas heridos, y el acuerdo de obediencia a los superiores.

Cada barco o flota pirata establecía sus propias normas, y algunas de estas reglas disponían mantener limpias las armas, la pena por deserción o robo a compañeros, el derecho a voto y a provisiones frescas o licores fuertes, la prohibición de jugar a cartas o a dados por dinero, la hora en que se apagarían las velas, la pena por abandonar el barco o quedarse encerrado durante la batalla, la prohibición de pelearse a bordo junto, las condiciones para los duelos en tierra, o el descanso de los músicos el sábado.

Ante un delito los imputados podrían entregarse a las autoridades sitas en Jamaica o Isla Tortuga, y en faltas menores se abandonaría al pirata en una isla siempre abastecido con una botella de agua, un arma, un poco de pólvora y algunas municiones. Esta acción se llamaba marooning, que significa abandonar o aislar.

La solemnidad del juramento ante el documento se completaba poniendo una mano en una botella de ron y otra sobre una Biblia, un crucifijo o un hacha de abordaje, y el lobo marino firmaba con su nombre, o una cruz si era iletrado.

Ser pirata estaba penado con ser colgado por el cuello hasta la muerte, por lo que el miedo a ser capturado obligaba a los firmantes a quemar estos contratos o a arrojarlos por la borda. Así evitaban que sirvieran de prueba incriminatoria, pero se tiene constancia de un código firmado por los tripulantes de la flota del corsario y filibustero inglés Henry Morgan, y de un segundo emitido por el pirata galés John Roberts. En este último se establece la prohibición de embarcar a mujeres o a niños.

Sin embargo tenemos constancia de que existieron tres mujeres piratas.

Jack Rackham, también conocido como Jack el calicó, fue un marino y capitán pirata nacido (posiblemente en Cuba) en 1682 y muerto en Jamaica en 1720. Fue conocido por su diseño personal de la Jolly Roger (dos espadas cruzadas bajo una calavera), por llevar coloridas ropas de calicó (un tejido de algodón realizado con hilos cruzados a modo de tafetán) y por haber llevado a bordo a dos de las más famosas piratas: Anne Bonny y Mary Read.

Anne Bonny, conocida con el diminutivo de Boon, nació en Irlanda en 1698 y fue hija de un hombre de leyes llamado William Cormac, y de la criada de su esposa, cuyo nombre es dudoso pero sabemos que se apellidaba Brennan. Al conocerse el adulterio, Cormac decidió emigrar con la niña y su madre biológica a Charleston, en la norteamericana Carolina del Sur. Anne tuvo una buena vida pero un carácter muy rebelde, y tras continuos enfrentamientos con su padre dejó el hogar para buscar fortuna en New Providence, actual Nassau y una de las islas Bahamas.

Su carácter violento le llevó a tener continuadas disputas con jóvenes de ambos sexos, y con solo trece años fue acusada de matar con un cuchillo de cocina a una sirvienta llamada María Vargas, y tras disputarse ambas un amante comerciante.

A los dieciséis años la muchacha conoció en el puerto a un marinero llamado James Bonny y se casó con él a escondidas de su padre, que la desheredó. Sin embargo el matrimonio dejó Charleston y viajó a la lejana isla, pues sospechaba que su yerno quería apropiarse de sus plantaciones. La joven se enfadó tanto que, antes de marcharse con su marido, quemó algunos de los planteles de su progenitor. Anne se hizo célebre por su fuerte carácter, sus malos modales, su atractivo físico y por ser frecuentemente cortejada cuando su marido se embarcaba.

En la isla conoció y se enamoró de Jack el Calicó. El marido de la joven denunció su infidelidad al gobernador Woodes Rogers, quien amenazó con azotarla públicamente. Entonces, los amantes reunieron una tripulación, robaron un barco atracado, y se dedicaron a correr aventuras y a asaltar las naves de los pescadores.

Cuentan que la muchacha quedó embarazada, por lo que dejaron al bebé en Cuba a cargo de unos conocidos de Jack. Más tarde capturaron un barco alemán donde viajaba un joven delicado que fue reclutado por los piratas y que llamó la atención de Anne. Resultó que el joven en realidad era una chica vestida con ropas masculinas, y ambas se hicieron amigas ocultando el secreto. La disfrazada joven se llamaba Mary Read, nació en Londres en 1697, ejerció la piratería durante un año, y murió en Jamaica con tan solo veinticuatro años de edad.

A Calicó le molestó la cercana relación que su pareja mantenía con el nuevo marinero, y Mary tuvo que confesar. Sin embargo se le permitió seguir formando parte de la tripulación y, como guinda romántica en este pastel de aventuras, se casó con uno de los tripulantes según el rito pirata.

La tripulación de Calicó obtuvo varios éxitos durante tres meses, pero luego se relajó y cayó en un exceso de celebraciones y borracheras. De esta forma el 20 de octubre de 1720 el gobernador de Jamaica envió al capitán Barnet y a su hueste a apresar su barco. Estos encontraron a los piratas ebrios, sin ofrecer resistencia, y así fueron apresados, sentenciados y ejecutados en la horca.

Mary y Anne aseguraron estar embarazadas, pues una ley establecía que no se podía ejecutar a una mujer embarazada hasta haber dado a luz. Una comadrona confirmó el estado de ambas y así permanecieron presas. El juicio tuvo gran repercusión en el Caribe, y el informe redactado en la época nos ha dejado la historia de estas mujeres.

A Anne, a pesar de ser una prisionera, se le permitió visitar a Jack en su celda, donde la joven le dijo: Lamento verte así, Jack. Pero si hubieras luchado como un hombre ahora no tendrían que colgarte como a un perro. Por otra parte se cuenta que las últimas palabras de Jack en el cadalso fueron las siguientes: Desdichado sea aquel que encuentre mis inumerables tesoros, ya que no habrá barco que pueda cargarlos todos.

Mary murió de unas fiebres en la cárcel, y Anne desapareció. Cuenta una historia que su padre convenció al gobernador para llevarla a un convento, aunque otra fuente asegura que dio a luz al segundo hijo de Jack en Carolina del Sur, donde volvió a casarse, tuvo más hijos, y murió octogenaria y anónima.

Si quieren conocer más sobre estas damas, la escritora Zoe Valdés publicó su novela Lobas de mar donde recrea su historia, y Alain Surget escribió Mary Tempestad con la misma temática. La gallega María Reimóndez también se sumó al homenaje con su obra Pirata.

En el videojuego de acción y aventuras Assassins Creed IV: Black Flag, desarrollado por Ubisoft, el personaje de Mary Read, disfrazada de hombre, utiliza el nombre de James Kidd para integrarse entre los piratas.

Pero todavía no acaba esta historia, pues nos queda mencionar a la pirata china conocida como Madame Ching.

Su nombre fue Ching Shih, y nació en la República Popular China (1775-18449). Fue prostituta antes de casarse con el pirata Cheng I (Zheng Yi), capitán de una flota pirata. Ambos lucharon junto al levantamiento de tres hermanos conocidos como Tay Son (1788-1802), que se rebelaron por disputas dinásticas en Vietnam. Los hermanos tomaron posesión del país asesinando a la familia Nguyen, pero uno de sus miembros sobrevivió a la masacre y formó un ejército y recuperó el poder en 1802.

Cheng I formó una gran coalición de barcos, y fue considerado en Asia como el pirata con mayor éxito de la historia. El matrimonio había adoptado en Vietnam a un niño al que llamaron Chang Pao (Zhang Bao) y, tras enviudar, Madame Ching se casó con su hijo adoptivo y lugarteniente, consolidando así su dominio sobre la flota. El gobierno perdió tantos barcos a manos de esta señora, que se vio obligado a confiscar barcos privados para hacerle frente, pero los verdaderos enemigos de Ching Shih fueron otros piratas, principalmente uno llamado O-po-tae.

Al reagruparse la flota gubernamental, la pirata se vio en la necesidad de pedir su perdón y el de su hijo-marido ante el gobierno chino, y este se lo concedió. Su hijo adoptivo y esposo pasó el resto de su vida en una cómoda posición de funcionario del gobierno, y ella dirigió en Cantón un burdel y casa de apuestas hasta su muerte.

Jorge Luis Borges incluyó el cuento La viuda Ching, pirata en su libro Historia universal de la infamia, lo que me da una excusa indiscutible para acabar con las palabras del escritor argentino:

La palabra Corsarias corre el albur de despertar un recuerdo que es vagamente incómodo: el de una ya descolorida zarzuela, con sus teorías de evidentes mucamas, que hacían de piratas coreográficas en mares de notable cartón. Sin embargo, ha habido corsarias: mujeres hábiles en la maniobra marinera, en el gobierno de tripulaciones bestiales y en la persecución y saqueo de naves de alto bordo.

Nada más que añadir. Hasta otro día.
 

Fuentes: Okodia.com, Wikipedia, ElPaís.com.
Foto: Taringa.net (Anne Bonny)