domingo, 7 de febrero de 2016

CIUDAD REAL CÉLEBRE: LA ESTATUA DE CERVANTES


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
01/02/2016
Por Eva Martínez Cabañas





El otro día recibí un WhatsApp de mi amiga Vega en el que me decía que su hija tenía que hacer un trabajo sobre la estatua de Cervantes, situada en la plaza del mismo nombre. El problema era que no tenía demasiada información del monumento.

Así que busco y busco… En los libros de historia y arte local que tengo en casa no encuentro casi nada, y en la red de redes me sorprende que tampoco exista demasiada exposición sobre su origen. Así que me parece buen motivo para dedicar un poquito de nuestro tiempo a este monumento, que junto a otros, representa la esencia de nuestra ciudad. 

La efigie del escritor madrileño Miguel de Cervantes Saavedra está realizada en bronce, descansa sobre una losa y un decorado basamento de piedra que remata en dos escalones. Don Miguel nos observa desde lo alto sentado en su sillón, y su respaldo nos descubre dos poderosas águilas que se miran entre sí. El escritor estira una pierna cómodamente, y luce calzas, amplios ropajes y su “vintage” gorguera, que es ese complemento al cuello (realizado en tela blanca, ligera y fruncida) que comenzó a ponerse de moda en el siglo XIV. Bajo el pedestal del escritor el parterre de flores nos muestra en esta ocasión unos espectaculares repollos rizados, una planta de estación a juego con la gorguera, y con la que los expertos jardineros municipales decoran con ikebana nuestro monumento (el ikebana es el arte japonés de arreglo floral, que no se despiste nadie).

Este homenaje fue llevado a cabo por nuestro escultor local Felipe García Coronado (1902-1937), que nació en el número 8 de la calle del Carmen y en el seno de una familia de acreditados ebanistas. En la planta alta se encontraba la vivienda, y en la planta baja se ubicó el negocio familiar, donde también trabajaban numerosos artesanos y aprendices para ejercer el oficio. Su padre, Joaquín, era un destacado tallista nacido en La Solana. Era conocido por su ingenio a la hora de resolver problemas, por haber arreglado la techumbre de la iglesia de San Carlos del Valle, la torre del campanario de su localidad natal, así como por haber sido el primero en instalar en Ciudad Real una sierra eléctrica, en un tiempo en el que la herramienta era desconocida en toda la comarca.

La página web de cultura y turismo Ciudad-Real.es nos ofrece esta bonita descripción de lo que significó la ebanistería para nuestra ciudad:

“Como consecuencia su taller gozó de una gran popularidad entre las gentes del oficio y se cuenta que largas filas de carros acudían a la calle del Carmen, desde todos los alrededores, para serrar allí sus maderas. En el gran corralón se instalaban los carros para esperar su turno, pernoctando en ellos sus propietarios en las cálidas noches de verano. Allí se intercambiaban largas conversaciones y noticias de las familias y de los amigos, se comentaban los acontecimientos y los chismes locales, se estrechaban tratos. Allí se reunían también algunas partidas de cazadores, siendo cazador Joaquín así como lo será más tarde José, el mayor de sus hijos”.

García Coronado perdió a su padre cuando tenía doce años de edad. Su hermano mayor, José, quiso ser escultor pero tuvo que desistir para hacerse cargo de la carpintería. Antonio, el segundo hermano, fue escultor y carpintero simultáneamente, Felipe sabemos que se dedicó a la escultura con muy buenos resultados y Nieves, la más pequeña, fue pintora.

Nuestro artista estudió en la Escuela de Artes y Oficios, que en aquella época se acababa de crear y se encontraba en el número 3 de la calle de la Mata. En 1920 conoció al pintor Alfredo Palmero, nacido de Almodóvar del Campo, quien se convirtió en su amigo y lo animó a estudiar en Madrid, en la prestigiosa Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Sin embargo, como el joven llegó a la capital con el curso empezado, Palmero pidió ayuda al pintor cordobés Julio Romero de Torres, que era catedrático de ropaje de la escuela, y que les acompañó hasta el estudio del vanguardista escultor Victorio Macho.

Pero Felipe debía ganarse la vida, así que se puso a trabajar con un marmolista. El oficio no le dejaba casi tiempo para seguir las enseñanzas de su nuevo maestro y así, después de un año, García Coronado no tuvo más remedio que volverse a Ciudad Real.

Regresó a la Escuela de Artes y Oficios como ayudante meritorio de dibujo lineal, y en 1923 conoció al pintor Carlos Vázquez, quien le consiguió una beca de pensionado por parte de la Diputación Provincial para regresar a Madrid. Sin embargo su estancia fue corta, ya que ese mismo año el Ayuntamiento de Ciudad Real convocó un concurso nacional para erigir un monumento a Cervantes.

La propuesta la había lanzado el periodista Ramón Ruiz Álvarez de “La Tribuna” y fue apoyada por el resto de la prensa y la población ciudadrealeña. Así García Coronado comenzó a estudiar detenidamente el Quijote, y terminó de elaborar su maqueta en abril de 1924 adaptándola un presupuesto municipal humilde.

El escultor ornamentó el basamento de Cervantes con bajorrelieves en sus cuatro caras pétreas. El frontal nos recuerda el otro oficio de don Miguel que representa la batalla de Lepanto, pues recordemos que el ilustre escritor también fue soldado. El resto representan capítulos de su obra principal: “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. A la izquierda de Cervantes encontramos el enjaulamiento y regreso a casa del hidalgo en un carro de bueyes. En la parte posterior se representó la liberación de Ginés de Pasamonte y del resto de los galeotes; y en la parte derecha podemos ver el encuentro que tuvo con la fantasmagórica Santa Compaña como cortejo fúnebre del caballero de Baeza.

Sin duda es un bonito y clásico monumento en el que el Día del Libro el Grupo Literario Guadiana homenajea al genio leyendo sus textos y colocando una corona de laurel a sus pies. Gracias, amigos de Guadiana, sois como un río poético que riega con gratitud cada primavera.

Hace unos años se identificó una grieta en el basamento. Una de sus esquinas estaba quebrada y presentaba óxido por la humedad, y el verano pasado se derribó uno de edificios de la plaza. Recuerdo haber hecho una foto donde se incluía el “cadáver”, las misteriosas mallas verdes que ocultaban las obras y el subsuelo, y los irremplazables jubilados que espiaban el buen funcionamiento de la misión. Claro, no pude resistirme. En esa ocasión se habían descubierto unas fugas de agua en la red del alcantarillado.

A finales de 2015 el Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento de Ciudad Real anunció obras en la plaza de Cervantes para 2016. El motivo es el hundimiento del suelo desde el último estudio tomográfico. La recomendación de los expertos en practicar microinyecciones de cemento, ya que se ha detectado un suelo poco compactado, compuesto por limos y arcillas, y con el hándicap del acuífero a tres metros bajo el suelo. En el proyecto, que todavía no dispone de presupuesto, también se cambiarán las tuberías y se reordenarán los elementos que componen la plaza, así que lo mismo tenemos que mover a Cervantes con cuerdas, como a los moais de la isla de Pascua…

Y hablando de estatuas y de problemas de la ciudadanía, aprovecho la ocasión para recordar las palabras del político Indalecio Prieto: “Cuando no existen las posibilidades de educarse, de levantar dentro de la masa corpórea la estatua magnífica de un espíritu cultivado, no se es hombre, y mucho menos se puede ser ciudadano”.

Por cierto, Vega junior acabó encontrando información de la estatua en el mejor lugar donde podía buscar: ¡la biblioteca! Chica lista.

Hasta otro día, amigos.


Fuentes: Ciudad-Real.es, La conografía cervantina de Felipe García Coronado, de Gianna Prodan, Cvc.Cervantes.es, CiudadReal.Wordpress.com, LaTribunaDeCiudadReal.es, MiCr.es, MiCiudadReal.es
Foto: Es.slideshare.net

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