domingo, 11 de mayo de 2014

CARIÁTIDES Y ATLANTES


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
28/04/2014
Por Eva Martínez Cabañas




Con vuestro permiso me gustaría rendir homenaje al escritor español Ramón Gómez de la Serna, quien tuvo el bello deseo de que a su muerte lo llorasen todas las cariátides de la ciudad de Buenos Aires. Así pues, qué estas pétreas damas rían sus greguerías y lloren su pérdida.
Para ello me gustaría contar dos cuentos, antiguos como la vida misma y que nos enseñan cómo fue que un gigante y unas griegas acabaron sujetando construcciones arquitectónicas por los siglos de los siglos (amen... que no amén).

Pues bien, cuenta una historia que cinco siglo antes de la llegada de Cristo, y en tiempos de las Guerras Médicas, la ciudad griega de Caria se alió con sus enemigos los persas. Cuando los griegos vencieron, se vengaron de los traidores matando a todos los hombres de la ciudad y esclavizando a las mujeres, condenándolas a llevar las cargas más pesadas. A partir de entonces, en algunos templos griegos se esculpieron columnas con forma de mujer.

En arquitectura, se conoce a la cariátide como una figura femenina esculpida en piedra que cumple la función de columna o pilastra en un edificio y con un entablamento que descansa sobre su cabeza. En el mundo del arte pertenecen al orden jónico, y el ejemplo más antiguo lo constituyen las seis figuras femeninas que encontramos en la tribuna del Erecteion, uno de los templos de la acrópolis ateniense construido en honor a los dioses Atenea, Poseidón y al rey Erecteo.

Jean Gouion, arquitecto y escultor del rey francés Enrique II, las talló en el siglo XVI en la plataforma de los músicos de la sala de los guardias suizos, en el palacio del Louvre.

Durante el Renacimiento y el Barroco, estas columnas antropomorfas se incorporan de nuevo a la arquitectura, y en el siglo XIX llegan a convertirse en una representación femenina lujuriosa, a la que se añade poses sugerentes y ropas drapeadas ajustadas al cuerpo.

Alrededor de 1870, el filántropo británico Richard Wallace mandó construir una serie de fuentes públicas con el objetivo de abastecer de agua potable a la población parisina. En aquel momento la ciudad salía de la guerra franco-prusiana y las clases sociales más humildes no podían hacer frente al excesivo precio del agua. Wallace solventó con sus fuentes un grave problema de salud pública y social, ya que la población descuidó su higiene y sustituyó su consumo por el de vino, que era mucho más barato. Además, distribuyó alimentos, financió un hospital y construyó sus fuentes públicas con estilo y elegancia atendiendo a los siguientes criterios: debían tener unas dimensiones suficientes para ser vistas desde lejos sin romper la armonía del paisaje urbano, combinar utilidad y estética, ser resistentes, de fácil mantenimiento y tener un precio razonable para poder instalar el mayor número posible. El escultor francés Charles-Auguste Lebourg fue quien llevó a cabo el diseño artístico, y colocó cuatro hermosas cariátides en el modelo de mayores dimensiones, las cuales sujetan con sus manos y cabezas una cúpula adornada con delfines. Estas mujeres-columnas representan la bondad, la simplicidad, la caridad y la sobriedad; así como las cuatro estaciones del año. Con el paso del tiempo el modelo de fuentes Wallace se hizo presente en diversos países del mundo.

Pero los edificios antiguos necesitaban galanes masculinos y hallaron su modelo en otra vieja historia. Los hombretones de piedra que adornan las construcciones antiguas se conocen por el nombre de atlantes o telamones.

La mitología griega nos habla de una isla llamada Atlántida, donde doce poderosos gigantes llamados titanes gobernaron. En esta historia, el titán Atlas, o Atlante, fue hecho prisionero por el dios Zeus por atentar contra los dioses y fue obligado a sujetar las columnas que sostenían toda la bóveda celeste. Atlas llevó a cabo su tarea en el rincón más occidental que los griegos conocían en aquel momento: Marruecos.

Seguimos con el cuento. Como existen varias versiones en esta historia, os contaré la más sencilla: El héroe Heracles, también conocido como Hércules, visitó a Atlas cuando intentaba realizar uno de sus doce trabajos. Atlas le propuso que él mismo lucharía contra el dragón al que debía enfrentarse Heracles a cambio de que él le sujetase el firmamento. Ambos hicieron el trato. A su regreso, el titán le propuso terminar “su trabajo” si él sujetaba el firmamento, pero para entonces el héroe ya conocía lo dura que resultaba su tarea, así que fingió estar de acuerdo, y le pidió a Atlas que sujetase las columnas solo un momento mientras él se colocaba la capa sobre sus doloridos hombros. Heracles huyó provocando el lamento del titán... También el héroe Perseo pasó por allí y pidió hospedaje a Atlas, quien se negó a recibirlo al recordar un nefasto oráculo. Perseo se enfadó y utilizó la cabeza de la gorgona Medusa para transformarlo en la cadena montañosa del Atlas, situada en la africana Marruecos.

Entonces, los arquitectos, pensaron que si Atlas era capaz de sujetar toda la cúpula celeste, también podría con el peso de sus edificios, por lo que lo incluyeron en sus obras con función de columna, sirviendo de apoyo al arquitrabe del entablamiento, que dirían ellos.

Desde mediados del siglo XVI también es frecuente encontrar al titán Atlas en los mapas cartográficos. El origen de esta costumbre se atribuye al geógrafo Gerardo Mercator, quien utilizó por primera vez el nombre de atlas para describir un libro de mapas que se publicó tras su muerte. Sin embargo, lo que realmente pretendía Mercator era rendir homenaje a un rey libio (cosas de la historia). De esta forma Atlas se convirtió en un icono de fuerza y resistencia, al que se suele representar agachado, con una rodilla en el suelo y sujetando con sus manos un enorme globo terráqueo. Esta nueva versión no se corresponde con la antigua concepción griega, donde Atlas sujetaba las columnas del cielo sobre sus hombros y espalda (más cosas de la historia). La costumbre de representar a Atlas con La Tierra sobre el cuello, hizo que también se diese su nombre a la primera vértebra del cuello humano.

Cuando contemplo estas estatuas humanas que sostienen desde antiguo los edificios más bellos, me gusta dotarlas de vida y sentimientos. Las imagino observando el ir y venir de los humanos desde su privilegiada situación, con sus ojos de piedra, preguntándose cuándo les llegará el perdón y el cierre de cuentas.

Y se me viene a la memoria aquel grupo de muchachos ingleses que se llevaron todos los enanos de los jardines del vecindario para liberarlos en un claro del bosque. Lamentablemente la policía descubrió las piezas cerámicas y las regresó a sus dueños. ¡Ahhh, qué frívolo e injusto!

Sin embargo, cualquier día los titanes despertarán de su sueño, las habitantes de Caria reclamarán su libertad y los enanitos de cerámica correrán por los bosques arrastrando sus barbas. ¡Tened corazón!, ¡salvemos las causas perdidas! Que como decía nuestro homenajeado escritor Ramón Gómez de la Serna, “En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado”.
 

Fuentes: Blog Ocio Lógico, Arquitectura del Paisaje, Wikipedia, Mitos y Leyendas y ARQ.
 



1 comentario:

  1. Hay que cargarse a los partidos políticos nefastos, y formar un gobierno cariátride bicéfalo, insumo, consumo, que sostenga al estado. Elegido por gremios. Los gremios de los productores. y los gremios de los consumidores. Y una apéndice comunista tipo kibutz para los que, no son capaces de adaptarse a la vida liberal, que trabajen bajo control. Nadie debe quedarse sin trabajar, pues nadie debe qeu darse sin atención pública

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