miércoles, 6 de agosto de 2014

EL INSPIRADOR MOMENTO EUREKA


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
07/07/2014
Por Eva Martínez Cabañas








Cuenta la tradición popular que Arquímedes de Siracusa, matemático, físico, astrónomo, ingeniero,  e inventor de los siglos III y II a.C, estaba tranquilamente tomando un relajante baño cuando, sin esperarlo, encontró la solución a un problema que le venía atormentando. Pues bien, al encontrar la respuesta, el físico griego salió a la calle entusiasmado, desnudo y gritando su famoso ¡Eureka! que en castellano significa Lo he encontrado.

Y es que el tirano Hierón II (en la Grecia clásica un tirano era el mandatario que gobernaba por la fuerza) se había hecho fabricar una corona triunfal de oro (de esas en forma de rama de laurel que llevan los emperadores romanos en las películas) y, como cree el ladrón que todos son de su condición, quiso comprobar si el orfebre le había engañado añadiendo plata a la pieza. Así que encargó la investigación a nuestro aseado sabio.

Como Arquímedes no era detective, sino científico, utilizó los medios que le eran más familiares para averiguar de qué estaba hecha la tiara. Pero pronto se topó con un gran inconveniente: tenía que resolver el problema sin dañar la corona. Así que no podía fundirla para convertirla en un cuerpo regular y calcular su masa y volumen como medio de llegar a su densidad.

Después de mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza en busca de una solución, esta llegó sola y justo en el momento en que la mente del sabio se relajó. En la bañera, observó que el nivel del agua subía cuando esta se vertía en el recipiente, y pensó que el efecto podría usarse para determinar el volumen de la corona dorada,  ya que al sumergirla desplazaría una cantidad de agua igual a su propio volumen. Por consiguiente, al dividir el peso de la corona por el volumen de agua desplazada se podía obtener la densidad del objeto. ¡Eureka! Si la densidad de la corona resultaba ser menor que la densidad del oro, entonces se le habían añadido otros metales menos densos.

Hoy en día al descubrimiento de Arquímedes lo llamamos Principio de Flotabilidad; y aunque la historia de la corona no aparezca en sus trabajos, ni la anécdota nos aclare si la corona triunfal era realmente de oro o no, lo cierto es que su expresión entusiasta forma parte de nuestro lenguaje cotidiano.

Y es que la solución a nuestros problemas parece encontrarnos a nosotros cuando nos relajamos y dejamos de pensar en ellos. A este efecto, que llega sin aviso previo, lo conocemos como Sensación o Momento Eureka, y la mayoría de nosotros lo hemos experimentado en alguna ocasión.

Dicen los expertos que la sensación más común a este momento es la de bienestar acompañado de calor. Las dudas se disipan al instante, se manifiesta euforia y lo borroso y problemático se torna comprensible para nosotros.

Decía Henri Poncaré, matemático y científico del pasado siglo: “Entré en un autobús para ir de algún sitio a otro. En el momento que puse mi pie en el escalón la idea vino a mí, sin nada en mis pensamientos que pareciera haber preparado el camino para ello: que la transformación que yo había utilizado para definir las funciones fuchsianas era idéntica a las de la geometría no euclidiana”. “No proseguí el razonamiento, ni hubiese tenido ocasión de ello, pues me senté en mi asiento y continué una conversación previa, pero estaba completamente seguro. A mi regreso a Caen lo comprobé concienzudamente por pundonor”.

Así que ya sabemos: cuando nos encontremos “atascados” y no sepamos resolver un problema, lo mejor es dejar la cuestión de lado. Lo curioso es que no se sabe explicar el proceso mental que nos lleva a toparnos con la solución que tanto ansiamos.

Ante la pregunta sobre si el Momento Eureka existe o se trata de una sensación subjetiva, John Kounios, investigador de la Universidad de Drexel en Estados Unidos, nos dice que realmente existe y que se produce de manera consciente y metódica, por análisis, y de forma repentina e inesperada: como por inspiración. También asegura que, aunque dejar volar la mente dificulta actividades que requieren atención constante, sin embargo resulta beneficioso si se trata de resolver problemas de forma creativa.

Gustavo Deco, jefe del grupo de investigación de Neurociencia Computacional de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, nos cuenta que el cerebro en reposo está explorando todas sus posibilidades y probando toda su capacidad funcional. Así se producen conexiones entre las diferentes áreas que los científicos llaman excursiones dinámicas. En cuanto al Efecto Eureka, especula que podría suceder que,  en alguna de estas excursiones, se activara una zona relacionada con el problema, la cual encontraría apagada cuando nos preocupamos por hallar la solución.

Otros científicos aconsejan desconectar la mente y dejar vagar los pensamientos, valorándolo incluso como fuente de inspiración. Para comprobar esto, un grupo de investigación de la Universidad de California en Santa Bárbara, presentó un problema de creatividad a cuatro grupos distintos. Los resultaron señalaron que solo el grupo al que se le había permitido distraer la mente mejoró su rendimiento al repetir la prueba.

Los estudios demuestran una activación del lóbulo temporal derecho, que está situado justo encima de la oreja justo en el momento en que se produce la inspiración. A esto se le llama giro temporal superior. Las neuronas de esta área forman conexiones, reconocen relaciones entre conceptos distantes y también permiten entender metáforas y bromas.

La historia nos regala algunas anécdotas de Momentos Eureka en nuestros científicos más valorados. Parece ser que a Nikola Tesla se le presentaban estos momentos continuamente, y cuentan que se encontraba paseando por el parque cuando a su cerebro se le ocurrió la idea de corriente alterna, por lo que utilizó un palo para pintar el diseño en la tierra. Y de Albert Einstein se dice que se encontraba en el tranvía observando el reloj de la torre de Berna, en Suiza, cuando encontró la forma de reconciliar la teoría del espacio con la teoría del tiempo, ya que tiempo pasa a diferente velocidad dependiendo de cómo de rápido se mueva el observador, según las bases de su Relatividad Especial.

Así que ya sabemos: pasear, ir al cine, jugar con los niños, o darse un bañito puede mejorar nuestra vida en solo un instante. Esta vez la píldora del doctor no es amarga ¿no?



Fuentes: Wikipedia, Agenciasinc, Ciencianet, Crealogar y Recuerdos de Pandora.

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