lunes, 8 de diciembre de 2014

CONTANDO HISTORIAS EN UN PAÑO


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
08/12/2014
Por Eva Martínez Cabañas






Los tapices que encontramos en los museos son lienzos en los que se han sustituido las pinturas al óleo por hilaturas. Labores de telar cargadas de paciencia, arte, imaginación, y un puñado de pequeños relatos que coinciden en un único paño. Son precisas alegorías de dos dimensiones que nos narran con detalle ciertos sucesos históricos; su fragilidad ha escapado inexplicablemente a la corrosión que imprimen los siglos, y así nuestros ojos no pueden menos que sorprenderse ante estas gruesas telas expuestas en la pared.

Antiguamente servían para abrigar los muros de los castillos, con el tiempo fueron ornamentándose con fines decorativos, e incluso maestros como Rubens o Rafael se permitieron plasmar sus obras en ellos.

Muchas de estas tapicerías suelen mostrarnos cruentas batallas de hombres, armas y bestias. Cada cual ocupando su lugar, como piezas estratégicas en un juego de mesa en el que gana el bando del señor que encargó la labor. Toda una guerra bordada en sedas y algodón… Y así, los estáticos inquilinos de hilo se encuentran organizados por clases. Señores, caballeros, equinos, escuderos, lanceros, las naves que arriban... Todo tan proyectado que nos da casi pena el revuelo que espadas entrecruzadas, caballos derribados y salpicaduras de guerra que también se bordaron con emoción.

Pero si miramos el continente, descubrimos con los ojos de ver las mitades invisibles, como diría Juan Carlos Ortega, los pasos dados entre el momento en que se adquirió la tela hasta la inauguración de su colgadura. Enchufo mi imaginación y observo a un grupo de personas creando patrones de papel, trasladándolos al lienzo a través de puntos de carboncillo, jugando con la perspectiva y el color, escuchando los relatos de la batalla en la que no estuvieron, y confeccionando con grandes telares y mayor paciencia un preciso relato con el que engalanar el castillo y el orgullo local.

La escritora y activista por los derechos humanos Maya Angelou dijo en cierta ocasión: “Todos debemos saber que la diversidad contribuye a un exquisito tapiz y debemos comprender que todos los hilos del tapiz tienen el mismo valor sin importar el color”.

Rebusco curiosidades en mi personal caja de tapices históricos y me encuentro con el de Bayeux, en Normandía: una preciosa pieza del siglo XI que es considerada la obra textil más importante del mundo medieval.

Nos muestra una recreación de la Batalla de Hastings, donde el rey Eduardo de Inglaterra, que no tenía hijos, envió a su cuñado Harold a Francia para entregar la corona de sucesión a su primo Guillermo. A su regreso a Inglaterra, Harold se queda para sí la corona, Eduardo muere de un flechazo, y Guillermo organiza una armada para dar muerte al traidor y a sus tropas.

El asombroso tapiz cuenta esta historia de ambición y venganza mediante el bordado de más de 600 personas, 190 caballos y mulas, 35 perros, 500 animales de todo tipo y más de 100 árboles, edificios y barcos. ¡Han leído bien!

No sabemos de su autor o autores, aunque la tradición francesa lo atribuye a la reina Matilde, esposa de Guillermo el Conquistador, y a las doncellas de esta. Sin embargo, una hipótesis menos romántica y mejor documentada dice que fue un encargo del arzobispo de Bayeux, también conde de Odón y hermanastro de Guillermo. Con él pretendía celebrar la consagración de su nueva catedral. Además el reverendísimo señor aparece bordado reiteradas veces en el tapiz con cierto protagonismo.

También me vienen a la cabeza los tapices de la Colegiata de Pastrana, en Guadalajara. Se trata de una serie de 6 tapices flamencos del siglo XV que narran la conquista del norte de África por el rey Alfonso V de Portugal y su hijo. Los encargó el propio rey a un prestigioso taller flamenco que los confeccionó en lana y seda. Cuatro de los tapices miden 11x4 m. aproximadamente y todos cuentan con gran valor histórico. En su parte superior unas larguísimas leyendas nos explican las escenas, a excepción de uno de ellos, que perdió esta parte.

Una réplica de estos tapices se encuentra en un precioso palacio fortificado de chimeneas cilíndricas conocido como de los duques de Bragança. Está ubicado en la ciudad de Guimarães, en Portugal. ¿Has visto los originales? ¿Cómo son? –me preguntó emocionada la guía turística-. Son iguales pero más viejos –le respondí distraída-. Vaya una respuesta… pero es la verdad…

En último lugar me gustaría hacer mención a una obra artística mucho más actual conocida como tapiz de Coruscant. Es un bordado colectivo ideado por el diseñador e ilustrador londinense Aled Lewis e inspirado en los antiguos tapices medievales. El artista reunió a amigos y familiares para reconstruir personajes y escenas de la saga “La guerra de las galaxias” a base de hilo y aguja. Todo ello en un lienzo de 9 m. y bordado en sencillo y elegante punto de cruz.

Por si fuera poco, el borde de la labor recrea citas de las películas escritas en alfabeto Aurebesh, un idioma galáctico de uso común en la saga que por lo visto puede escribirse de izquierda a derecha y de arriba abajo. El tapiz está valorado en 20.000 dólares y se exhibe en una galería de arte de Los Ángeles llamada Gallery 1988.

Y es que tanto las palabras como las imágenes son magníficas herramientas para crear mundos y contar historias. En cierta ocasión, la escritora Isabel Allende resumió muy bien esta idea al afirmar que “Escribir una novela es como bordar una tapicería con hilos de muchos colores: es un trabajo artesanal de cuidado y disciplina”. Así pues, bordemos con palabras y escribamos con hilos… Hay muchas maneras de hacer las cosas…


Fuentes: Blog Arel-Arte, Wikipedia, El universo.com, El dínamo cultpop, Blog Pessoas en Madrid, Mi nube.

Foto: carmenga31.blogspot.com

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