domingo, 14 de junio de 2015

CIUDAD REAL CÉLEBRE: EL CONVENTO DE LAS DOMINICAS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
01/06/2015
Por Eva Martínez Cabañas




En la Ronda de Alarcos hay un monumento del que muchos ciudadrealeños desconocen su origen. Hoy vamos a aprender un poquito más de este postigo que embellece la ciudad y que llamamos Puerta de Santa María.

Su nombre le viene dado por el lugar donde está ubicado, que era donde se encontraba la original Puerta de Santa María de nuestra desaparecida muralla. De ahí que muchos ciudadrealeños estén en el error de que esta fue la puerta medieval original. No es así.

Esta bonita portada formaba parte de un convento de monjas que tenía la denominación de Nuestra Señora de Altagracia de las Dominicas, y que fue uno de los muchos edificios derribados durante los años setenta del siglo pasado. El vistoso frente de la entrada fue almacenado, reconstruido, y posteriormente ubicado en la rotonda de la Puerta de Santa María. También se conservan algunas columnas y una rejilla de la antigua construcción.

Reinaba Juan II cuando en 1435 su construcción fue impulsada por una familia notable de la localidad formada por el abogado de los Reales Concejos y su mujer. Sus nombres eran Alfonso Pérez de Ledesma y Mencía Alonso de Villaguirán. El matrimonio dispuso en su testamento que sobre su casa se levantara un convento para las monjas dominicas. Doña Mencía fue enterrada allí con el hábito de la congregación. Otras familias adineradas apoyaron el proyecto a lo largo del tiempo en que duró su construcción.

Cuentan que en el siglo XVI existía la costumbre por parte de las familias nobles y ricas de visitar a media tarde las distintas comunidades religiosas del lugar. Las hermanas dominicas eran famosas por la elaboración de bizcochos de soletilla que ofrecían a sus visitas.

El convento estaba situado entre las actuales calles Jacinto, Altagracia, Estrella y Luz. Sabemos por el censo de la Corona de Castilla que en 1591 albergaba cincuenta dominicas en clausura. Dos siglos después, el catastro del marqués de la Ensenada nos muestra que en 1751 la comunidad estaba formada por diecisiete monjas. Su patrimonio lo formaban una renta de 1.267 reales, doce casas en suelo urbano (seis casas situadas en San Pedro, cuatro casas dedicadas al comercio y situadas en la plaza pública, y calles Cuchillería y Feria y otras dos más), así como 680 hectáreas de tierra y el molino harinero de La fuente de doña Olalla, que producía doscientas fanegas de trigo al año.

Sin embargo, a pesar de su riqueza fue desamortizado en 1836 por Mendizábal, a si que se pusieron a la venta casi todas sus propiedades y se subastaron veintiuna fincas con sus tierras, y el molino de harina. Solo conservaron dos fincas.

Otro dato del que disponemos es que durante la Guerra de Independencia Española del siglo XIX, la hermandad de Jesús Nazareno trasladó la imagen de la iglesia de San Pedro al derruido monasterio para ocultarla de las tropas de Napoleón.

En 1935 la comunidad estaba formada por veinticuatro monjas y una novicia. Al iniciarse la Guerra Civil Española estas fueron expulsadas del convento por los republicanos, quienes destrozaron las imágenes de culto. El monasterio sirvió de prisión para los que iban a ser fusilados, y de refugio de los huidos de las zonas franquistas. Al finalizar la guerra el convento presentaba un estado lamentable, pero a pesar de eso regresaron las dominicas. La madre priora comunicó al obispo y al delegado de la vivienda el mal estado del edificio, y al año siguiente dos monjas tuvieron que abandonar sus celdas por peligro de derrumbe de las cubiertas.

Los técnicos de la época recomendaron a las monjas edificar otro convento ya que, utilizando sus propias palabras, “gastar dinero en este era totalmente inútil”.

En 1968 se cerró su iglesia a los fieles y fue declarada en estado de ruina. El nuevo convento se construyó en la barriada de San Martín de Porres y se inauguró en 1969. Al mudarse las monjas, el precioso y valiosísimo edificio religioso del siglo XV fue derribado sin miramientos. En el solar se construyeron bloques de viviendas.

Sus muros eran de piedra y ladrillo, destacaba su mirador con celosía y su iglesia de redondos y altos contrafuertes. La puerta de acceso a la iglesia estaba blasonada con el escudo de la orden y coronada por la imagen de la Virgen con el niño Jesús franqueados por dos animales (la puerta ornamental que hoy conocemos como de Santa María). El interior de la iglesia albergaba una buena colección de pinturas de interés y un retablo dedicado a la Virgen del Rosario. El paso de la Virgen de la Esperanza se montó en este templo desde 1954 hasta 1967.

Contaba con dos patios. Uno de ellos era cuadrado con columnas de piedra, y sus capiteles estaban tallados con el escudo de la orden y del fundador del monasterio. La escalera y el refectorio contaban con artesonados del siglo XVI y cerámicas con imágenes de santos de gran antigüedad.

El monasterio fue derruido en 1969.

En 2013 las cuatro últimas monjas dominicas dejaron definitivamente el convento de la calle San Martín de Porres de Ciudad Real, tres de ellas ya eran octogenarias, y se marcharon al monasterio federal de Córdoba después de vivir seis siglos en nuestra ciudad. Los ciudadrealeños las despidieron con cariño agradeciéndoles la labor de rezar por todos.

“Las manos que dicen adiós son pájaros que van muriendo lentamente”, nos dice el poeta Mario Quintana.



Fuentes: Ciudad-Real.es, Wikipedia, Blog El sayón, Ciudadreal.wordpress.com, Monumental.miciudadreal.net, La Tribuna de Ciudad Real, la Verdad.es
Foto: Elsayon.blogspot.com

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