sábado, 29 de marzo de 2014

VALOR Y HONOR


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
10/03/2014
Por Eva Martínez Cabañas





Esta es la historia de un pequeño milagro sucedido en plena Segunda Guerra Mundial. Un suceso que tardó en aclararse cuarenta y cuatro años, y que convirtió en hermanos a dos hombres que lucharon en bandos distintos. Nos enseña que, incluso en los momentos más negros, suceden acontecimientos inesperados y tremendamente certeros que pueden marcar nuestra vida para siempre. Os cuento la historia.

El 20 de diciembre de 1943, el bombardero B-17 bautizado con el nombre Ye Olde Pub, y perteneciente a la flota aérea del ejército de Estados Unidos, despegó del campo de aviación Kimbolton RAF en Inglaterra. Tenía una misión concreta: bombardear el complejo de Focke Wilf, una fábrica de aviones en la ciudad alemana de Bremen.

Su tripulación estaba compuesta por diez hombres: Coulombe, Yelesanko, Pechout, Jennings, Eckenrode, Blackford, Lucas, Sadok, Andrews y el comandante de vuelo Charles L. Brown, a quien llamaban Charlie y que, según sus propias palabras, era un granjero de Weston, Virginia Occidental. Aquella era su primera misión como comandante de vuelo.

El bombardero consiguió su objetivo, pero en la operación también recibió graves daños: el artillero de cola había muerto, y seis de sus tripulantes estaban malheridos. El fuselaje y el morro del avión también estaban seriamente afectados. Además, dos de sus motores habían sido alcanzados, y de los dos restantes solo uno tenía suficiente potencia. Las baterías antiaéreas alemanas habían hecho un buen trabajo.

Recuerda Charlie Brown: “Comencé a descender en espiral saliendo de ella muy cerca del suelo. En mi memoria perdura la tensión de esquivar árboles y edificios, tuve pesadillas durante años y años, esquivando una y otra vez árboles y edificios. Creo que los alemanes pensaban que terminaría por estrellarme”.

Pero no fue así. Brown consiguió estabilizar el avión y ordenó que se atendiese a los heridos.

No obstante, el bombardero tenía el compás estropeado, y en lugar de volar hacia la base de Kimbolton, Charlie tomó una trayectoria errónea y se fue adentrando cada vez más en territorio alemán. Al sobrevolar un aeródromo de la Luftwaffe (la Fuerza Aérea alemana), el avión fue rápidamente avistado, por lo que se dio la orden a un experimentado piloto de despegar y derribar al bombardero enemigo.

Cuando Charlie Brown y su tripulación descubrieron un caza alemán en la cola del dañado Ye Olde Pub, pensaron había llegado su final.

Pero el piloto del caza, en lugar de abatirlos, se situó en paralelo al lado del bombardero inglés y comenzó a hacerle gestos con las manos a Brown. El comandante ordenó a uno de sus hombres subir a la torreta de la ametralladora, pero entonces el piloto alemán le hizo un gesto a Charlie para que virase el rumbo. Tras la maniobra, los acompañó durante un trayecto y luego desapareció.

Después de cuarenta y cuatro años del suceso, Charlie Brown decidió en 1987 buscar a aquel hombre que le había perdonado la vida a él y a sus compañeros. Se le ocurrió poner un anuncio en una revista para pilotos de combate. Decía “Estoy buscando al hombre que me salvó la vida el 20 de diciembre de 1943”.

Desde Vancouver, en Canadá, un hombre llamado Franz Stigler se puso en contacto con él identificándose como el piloto del caza alemán.

Después de varias cartas y llamadas telefónicas, en 1990 se reunieron para conocerse personalmente. Dijo Brown: “Fue como encontrarse con un hermano que no veías desde hace 40 años”. Se citaron en Estados Unidos, en la base del 379º Grupo de Bombarderos, en una reunión donde se encontraban las personas que sobrevivieron gracias a la generosidad de Franz.

En el emotivo encuentro Charlie preguntó a Franz por qué no lo había derribado, y el alemán explicó que cuando se puso en su cola y los tenía en el punto de mira para disparar, solo vio un avión que a duras penas conseguía mantenerse en el aire, sin poder defenderse y con la tripulación malherida.

Stigler aseguró que no había tenido corazón para terminar con la vida de aquellos valientes: “Volé al costado de ellos un buen rato. Estaban luchando desesperadamente para poder regresar a su base, y yo iba a permitírselo. No podría haberles disparado, pues hubiera sido lo mismo que dispararle a un piloto colgando de un paracaídas”.

Franz había servido en África bajo las órdenes del teniente Gustav Roedel, quien les inculcó a sus hombres la idea de que para sobrevivir moralmente a una guerra se debía combatir con honor y humanidad. Ya que de no ser así, no serían capaces de vivir consigo mismos el resto de sus días.

Y afirmó el piloto Stigler: “Nunca antes había visto volando a un avión en un estado tan calamitoso: la cola y la sección trasera estaba severamente dañada y el artillero de cola herido; la torre superior había desaparecido, el morro estaba demolido y tenía agujeros por todos lados”.

Al acercarse al costado del B-17 observó que el piloto estaba asustado, que luchaba para controlar lo que quedaba del avión y que no tenía ni idea de hacia dónde se dirigía. Entonces decidió contravenir sus órdenes, redujo la velocidad de su Bf-109 y le hizo señas para que aterrizasen. Pero el sorprendido piloto norteamericano no pudo reaccionar. También le indicó que fuese a Suecia, que estaba a tan solo 30 minutos de vuelo, pero Charlie también se negó, así que finalmente Franz le indicó que virase 180º. Tras la maniobra, escoltó el avión hasta que estuvo sobre el Mar del Norte rumbo hacia Inglaterra. Luego saludó a Brown con la mano y emprendió el vuelo de regreso a su base. Y nunca contó lo sucedido, ni siquiera al acabar la guerra.

Tras una lenta travesía, el Ye Olde Pub consiguió llegar a la base de Seething escoltado por dos P-47, y este fue su último vuelo. Brown y el resto de la tripulación redactaron un informe de lo sucedido, y sus superiores les ordenaron que no contasen lo sucedido. Charlie regresó al servicio. Su nuevo B-17 se llamaba Carol Dawn.

Cuando ambos excombatientes se reunieron, descubrieron que habían vivido a menos de 300 kilómetros de distancia durante 50 años. La amistad entre ambos creció hasta el extremo de que Franz también consideró un hermano a Charlie, recordando así a su verdadero hermano, August, también piloto de la Luftwaffe y fallecido en acto de servicio sobre el Canal de la Mancha.

Franz Stigler empezó a volar en un biplano a los 12 años, y cuando creció se incorporó a la Fuerza Aérea alemana llegando a ser capitán de la línea aérea. Más tarde se convirtió en instructor de vuelo, y tras la pérdida de su hermano fue transferido a una escuadrilla de Bf 109. Combatió en África del Norte, Sicilia (Italia) y Europa Occidental; y sirvió como comandante de escuadrilla en tres ocasiones y dos veces como comandante de ala. También formó el EJG-1, la primera escuadrilla de entrenamiento para el vuelo a reacción de la historia, y posteriormente fue elegido como oficial técnico para la élite del General Adolf Galland, la llamada JV 44 o Escuadrilla de Expertos, donde pilotó el Messerschmitt Me 262, considerado por muchos el diseño aeronáutico alemán más avanzado. Voló en cuatrocientas ochenta y siete misiones de combate, fue herido cuatro veces y derribado diecisiete. Se lanzó en paracaídas seis veces y consiguió aterrizar su avión dañado otras once. Además de otras muchas condecoraciones, a Franz se le otorgó la Orden de la Estrella de Paz por la Federación de Excombatientes Aliados en Europa por su acto de caballerosidad el 20 de diciembre de 1943 y, por supuesto, fue nombrado miembro honorario del 379º Grupo de Bombarderos. En 1953 emigró a Canadá y se convirtió en un exitoso hombre de negocios.

Charlie Brown se graduó como segundo teniente de la Fuerza Aérea de los EE.UU, y llegó a Inglaterra como comandante de vuelo. Como piloto de B-17 fue herido en dos ocasiones, completando 29 misiones de 31 intentos con el famoso 379º Grupo de Bombarderos. Cumplidas sus misiones de combate, desplazó cazas y bombarderos a sus bases, así como vuelos de transporte del norte de Irlanda al Reino Unido. Cuando regresó a EE.UU. se convirtió en instructor de vuelo de B-17, y posteriormente en piloto de C-54/C-87. También voló en las operaciones de China-India-Birmania hasta el final de la guerra. Se retiró de la Fuerza Aérea americana como teniente coronel, y aceptó un nombramiento como superior de oficiales de reserva del servicio exterior, sirviendo durante seis años en Laos y Vietnam durante la guerra de Vietnam. Después de treinta años de servicio, se retiró y formó una compañía de investigación sobre combustibles. En 1992 fue gobernador de West (Virginia), su estado natal, y fue galardonado con el Premio de Distinción de West Virginia por su servicio público y su carrera de investigador, además de otros premios. A título póstumo le fue otorgada la Cruz de la Fuerza Aérea por llevar su dañado B-17 a Inglaterra durante su misión del 20 de diciembre de 1943.

En 2008, con seis meses de diferencia, ambos amigos fallecieron por la misma causa: un ataque al corazón. Franz tenía 92 años y Charlie 87.

Este emotivo relato me trae a la memoria la película francesa Feliz Navidad, del director Christian Carion, que recrea un episodio real ocurrido durante la Primera Guerra Mundial. En el frente de batalla, unos hombres deciden poco a poco suavizar sus diferencias en las trincheras, hacer un alto al fuego, enterrar juntos a sus muertos, jugar un partido de fútbol e incluso avisarse mutuamente de los ataques de artillería de sus ejércitos... Auténtico valor y honor en tiempos de guerra.


Fuentes: Blog Historias de la Historia (Javier Sanz), Wikipedia, y El gran capitán.org
 

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