martes, 6 de enero de 2015

CIUDAD REAL CÉLEBRE: LAS CUEVAS


CIUDAD REAL DIGITAL
Barricada Cultural
05/01/2015
Por Eva Martínez Cabañas



En 1998, el escritor ciudadrealeño José Golderos Vicario contó en su libro “Ciudad Real. Siete siglos a través de sus calles y plazas, 1245-1945” esto que sigue:

“Los Reyes Católicos residieron en algunas ocasiones en el Alcázar e hicieron donación del mismo en 1475, a don Fernando de Cervera, natural de Ciudad Real y aposentador de sus altezas. Sabemos que este palacio poseía unos subterráneos, que por los años de 1950 fueron lodados. Eran estas unas cuevas amplísimas, muy interesantes geológica e históricamente, de lisas paredes veteadas por estratos cuaternarios horizontales, de diversos colores, y con inclusiones de cenizas y bombas volcánicas, con techos planos por haberse construido aprovechando esa horizontalidad perfecta de los estratos”.

Hoy vamos a recordar la historia y origen de estas misteriosas cuevas, y para ello necesitamos empezar por las aguas del río.

“Eres como el Guadiana”, dice el saber popular cuando alguien va y viene sin previo aviso. Y leyendo, leyendo, descubro que nuestro río en realidad no es subterráneo, sino que sus aguas se filtran por las fisuras de la roca haciendo que circule bajo tierra para posteriormente emerger de nuevo. La verdad es que no distingo la diferencia: un río fluye con el terreno, ya sea sobre o bajo la superficie.

En nuestro término municipal, el río Guadiana se encarga de regar los campos, pero se niega a atravesar el casco urbano de Ciudad Real. Somos una ciudad sin río… Debe su nombre en primer lugar a los romanos, que lo llamaron “flumen Anas”, y cuyo significado es “Río de patos”. Con el paso de los siglos los musulmanes sustituyeron la palabra “río” por la de “valle”, que en árabe es “wadi”.

Y dice un proverbio chino: “Cuando bebas agua, recuerda la fuente”.

Nada más complejo, ya que no existe consenso a la hora de identificar cuál es el punto exacto de su nacimiento. Decía mi querido Plinio el Viejo, en el lejano siglo I, que nacía en las Lagunas de Ruidera. Existe otra teoría que localiza su origen en unas fuentes redondas denominadas Ojos del Guadiana, que están situadas en los términos municipales de Villarrubia de los Ojos y Daimiel. No obstante, parece que lo más probable es que su brote esté en una cabecera compuesta por la confluencia de varios ríos, acuíferos y arroyos.

Nuestra ciudad se asienta sobre sustrato calizo, y cuenta con toda una red de galerías subterráneas que conocemos como “Las cuevas”. Se trata de un entramado de grutas naturales horadadas por el río a través de los siglos, así como galerías excavadas por sus antiguos habitantes, quienes supieron aprovechar las peculiaridades del terreno volcánico y cárstico, que fue originado por la meteorización química de rocas compuestas por minerales solubles en agua.

En Ciudad Real todos hemos oído contar las historias de “Las cuevas” a nuestros mayores, o incluso hemos visto la boca de alguna de ellas en las excavaciones por nuevas obras. Gracias a los objetos encontrados en estos subterráneos  sabemos que son de época mudéjar.

Bajo tierra todo está oculto, escondido, lejos de la vista de los demás…

A Villa Real, la Ciudad Real medieval, le tocó vivir una larga época de trifulcas y avasallamientos: cristianos contra almohades, las distintas órdenes religiosas frente a las tropas del rey de turno, ambos bandos contra los musulmanes, y por último los católicos acosando a los judíos. Ante tal panorama, esconderse y huir era prioritario.

Estas grutas se construían en las casas a modo de bodegas para almacenar alimentos perecederos, elaborar vino o almacenar aceite, pero también sirvieron para ocultar tesoros y personas; y los pasadizos fueron empleados para pasar de un lugar a otro sin ser vistos. Nos dicen algunos textos que durante la Guerra Civil, los ciudadrealeños las utilizaron para ponerse a salvo de los bombardeos aéreos, aunque no recuerdo oír a mis abuelos contar historias sobre esto. En tiempos de paz “Las cuevas” quedaron ocultas bajo tierra.

Pero, como dice el proverbio italiano: “La tos y el amor no pueden esconderse”.

A pesar de haber permanecido ocultos durante siglos, muchos corredores y cuevas han sido redescubiertos en las últimas décadas gracias a las obras de cimentación de nuevos edificios. Así salen a la luz las llamadas “riquezas de los moros”… y el enfado de los constructores. A pesar del vistoso nombre, muchos de los tesoros encontrados son de origen judío, o incluso romano.

En 1974 se llevaron a cabo obras de construcción en el barrio de El Torreón, y apareció la galería subterránea conocida como del Alcázar Real de Alfonso X. Está ubicada bajo el asfalto de las calles Palma y Alcántara, y cuenta con una bonita escalera del siglo XIV. Debido a que no se le concedió la importancia histórica que merecía y a intereses económicos, la galería se cubrió de nuevo.

En 2005 comenzaron las obras del conflictivo aparcamiento subterráneo de El Torreón, y las cuevas volvieron a ser noticia. Sabemos que la galería principal tiene una longitud de 15 m, 2 m de ancho y 3 m. de altura, y cuenta con dos salidas secundarias a cada lado.

Y existen otros subterráneos… En el barrio de la Morería las galerías cuentan con habitaciones y escaleras bajo las calles de En Medio, Lentejuela, Jara, Lirio o Refugio. Y también son conocidos los pasadizos que comunicaban los distintos edificios religiosos de la ciudad, como el del antiguo convento de los Mercedarios, convertido actualmente en museo, y que comunicaba con la Catedral.


En Villa Real existió una importante judería que emergió en el barrio de El Perchel y que propició la instauración de un tribunal del Santo Oficio durante el siglo XV. A principios del siglo XX se encontró la puerta de la antigua sinagoga al llevarse a cabo unas obras frente a la calle Libertad. También apareció un precioso azulejo. Actualmente ambos se exponen en el Museo Provincial de Ciudad Real junto a otros objetos de la época.

Si echamos un vistazo a nuestra historia, descubrimos que con la llegada del Tribunal de Inquisición, muchos sefardíes tuvieron que hacerse cristianos conversos. Algunos reincidentes en su fe fueron ejecutados en la Plaza Mayor o en las cercanías de la Puerta de la Mata. Cuando los Reyes Católicos decidieron expulsarlos de España en 1492, un reducido grupo quedó en Ciudad Real, pero poco a poco fueron vendiendo sus tierras y sus casas a sus cristianos vecinos. La Casa del Arco (en la Plaza Mayor y con el reloj carillón de don Quijote en la actualidad) fue propiedad del rabí judío Alvar García en el siglo XV.

Otro vestigio judío que atesoramos es una puerta de estilo mudéjar del siglo XIV encontrada en la calle Estrella. Se expone en el patio trasero del edificio del Rectorado.

En la iglesia de Santiago Apóstol apareció su cementerio medieval con varias lápidas judías reutilizadas. Un albañil lo descubrió por casualidad a mediados del siglo XX, junto a una red de estancias subterráneas con vasijas rojas y azules llenas de ceniza y colocadas en anaqueles de madera. El descubridor aseguró que pasó a través de varias galerías con puertas y escalones desde la calle Libertad hasta la plaza de las Terreras, donde salió por una alcantarilla.
Las vasijas quedaron en su lugar al sellarse la estancia, y los pasadizos y galerías se ocultaron de nuevo debido a la especulación inmobiliaria. Actualmente duermen el sueño de los grandes misterios. El terremoto de Lisboa de 1755 y el uso como fortín contra las tropas napoleónicas en 1809 acabaron destruyendo casi toda la Judería. 
Si seguimos investigando, descubrimos que el desaparecido palacio del chantre de Coca, que estuvo ubicado en el actual nº 17 de la calle Real, también disponía de una cueva.

Y en las cercanías de la ciudad también encontramos este tipo de galerías…

En el siglo XIX el obispo Hervás y Buendía escribió en su crónica de Ciudad Real como existía una cueva en las cercanías del cerro de Alarcos, y a mediados del siglo XX el perro de un pastor descubrió una cueva en dicho cerro que llevaba a una trama de galerías cuadradas que ocultaban armas y equipos de caballería. También se han encontrado este tipo de subterráneos en poblaciones como Las Casas o Miguelturra.

Si queremos saber más del tema, debemos saber que el historiador Antonio José Martín de Consuegra Gómez confeccionó un plano con todos los túneles, pasadizos y cuevas de Ciudad Real.

Y nada más. Aquí acaba la historia de “Las cuevas”. Ya saben, culipardos: Si no encuentran a alguien, miren bajo tierra…


Fuentes: Wikipedia, Medioambientales.com, Ciudad-Real.es, Monumental.miciudadreal.net.

Foto: Ciudad-Real.es





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